Capitulo Dos: Lucius Malfoy

No me olvides…

Aclaraciones:

Del prólogo a éste capítulo, han transcurrido cinco años, para que lo tengan en consideración.

Capitulo Dos: 

Lucius Malfoy

Le dio un último vistazo a aquella lápida. Le indignaba enormemente que su esposa hubiera muerto en aquellas condiciones. Ella no se merecía tal cosa. Y él se sentía responsable de ello. Después de la guerra contra Voldemort, Lucius Malfoy fue desterrado del mundo mágico por diez años, Narcisa no quiso dejarlo solo en aquella condena, y ella al no tener cargo alguno, lo acompañó. Ambos bajo las mismas condiciones.

Y ahí se vieron en el mundo muggle diez largos años, sin oro, sin magia, sin un apellido que tuviera prestigio alguno. Nada. Les cortaron toda comunicación con su hijo Draco, para que éste no pudiera ayudarlos en algo. Así que ambos estuvieron aislados del mundo mágico como si de una peste se tratara.

No fue fácil, Lucius lo supo y lo comprendió cuando no pudo hacer nada por Narcisa. Su esposa había sido víctima de una enfermedad muggle llamada ‘dengue hemorrágico’ la cual la había llevado a la muerte cuando solo había transcurrido cinco años de su condena, dejándolo solo.

—Lo siento, Cissy — murmuró el rubio mayor rosando con la yema de los dedos aquella lápida.

Se encontraba en un cementerio del mundo muggle, ya que los del ministerio no le permitieron enterrar a su esposa en el cementerio de la mansión Malfoy, ya que ‘violaba’ las condiciones de su condena.   

—Haré todo lo posible para que estés en casa, como toda una Malfoy — le prometió antes de darse la vuelta y encontrarse con los aurores Dawlish y Rotter, quienes lo escoltarían de regreso al mundo mágico.

*****

Una semana antes, los del ministerio habían visitado a Draco informándole sobre el estatus actual de su padre sobre su condena, a él le fueron entregados los bienes, mientras que su padre se encargaba de hacer los últimos servicios comunitarios. También le informaron sobre la muerte de su madre. Fue un golpe duro para el rubio, no les dijo sus cuantas verdades a los del ministerio por haberle ocultado tal información, porque su presencia era importante estando fuera de Azkaban.

Así que, tanto Draco como Theodore se encontraban en la mansión Malfoy, el primero estaba supervisando la limpieza de la mansión, no quería queja alguna de su padre.

—Tomemos un descanso — le dijo a Theodore después de haberle ordenado al elfo de la familia que sacara la basura.

—¿Cuándo llega tu padre? — quiso saber el castaño, sentándose frente a él.

—Mañana — el rubio suspiró largamente.

Sabía que el regreso de su padre complicarían las cosas, o al menos su ritmo de vida. En primer lugar, su padre no sabía sobre el matrimonio que había mantenido con Harry Potter durante tres años, obviamente tampoco sabría el cómo había terminado, así que, solo era cuestión de tiempo para que lo supiera, sobre todo si los aurores que lo custodiarían de regreso se lo contaran con el simple hecho de fastidiarle el regreso a la comunidad mágica. Y en segundo lugar…

—¡Papi! — una pequeñita de cabellera rubia y de ojos azules profundos se acercó a Theodore Nott — ¿Severus puede ir el domingo con nosotros al zoológico mágico?

—Si su papá le da permiso, por supuesto — respondió, con una gran sonrisa.

—¡Entonces sí¡ — dijo la pequeña dando pequeño saltos.

—Yo aún no le doy el sí — se quejó el rubio fingiendo enojo.

—¿No me dejarás ir? — le preguntó un pequeño de piel morena clara y de ojos verde esmeraldas amenazando con llorar.

—Tampoco he dicho que no — se apresuró a decir Draco, el pequeñito sonrió triunfante.

—¡Vamos Severus! tenemos que planear el paseo — le dijo la niña que era cinco meses mayor que él.

Draco los observó salir del salón, estaban muy entusiasmados.

—Lucius se enfadará cuando se entere de lo que hecho y deshecho — murmuró bajito al verlos fuera de su campo visual… y recordando aquella tormentosa tarde.     

Theodore le había mostrado los resultados de sus análisis.

—¿Qué voy hacer? — murmuró, mientras inconscientemente se agarraba su abdomen plano. Se dejó caer nuevamente en el lugar donde minutos atrás había estado sentado.

El pergamino era claro y conciso. Estaba embarazado.

De pronto todo su mundo comenzó a asfixiarlo. No tenía a Harry ni a su hijo Scorpius, no podía ejercer su carrera, no tenía oro para mantenerse a sí mismo y ahora se le sumaba un nuevo bebé.

Un bebé que…

—Es de… ¿Zabini? — quiso saber Theodore, el cual estaba al tanto de su situación.

—No lo sé — dejó salir, angustiado. 

Después de la noticia de su embarazo todo parecía verse negro, fue cuestión de tiempo para que los del mundo mágico se dieran cuenta de su estado y comenzaran a hablar. Todos asumieron que el hijo era el producto de la relación clandestina que mantuvo con Blaise Zabini. Al rubio no le importó lo que dijeran, ya se lo esperaba.

A la semana siguiente después de eso, recibió una notificación de parte del ministerio donde le comunicaban que Harry Potter había decidido que él no tuviera contacto de cualquier índole  con su hijo Scorpius. Eso lo deprimió en demasía. Por suerte su amigo Theodore no lo dejó sumirse en su depresión y lo ayudó a salir adelante.

—Por cierto, te he traído algo que te subirá el ánimo — le comunicó Theodore extendiéndole una fotografía.

Draco enarcó una ceja en son de duda, sin embargo al ver a la personita que estaba en ella, sus ojos brillaron de felicidad.

—¡Scorpius! — Exclamó con unas lágrimas en los ojos — ¿cómo…?

No sabía cómo formular la pregunta. Tenía años sin ver a su hijo, exactamente cinco años con dos semanas y tres días. Después que le había llegado la notificación del ministerio, a Draco se le hizo imposible saber de él. Harry había decidido mantener a Scorpius lejos de la prensa y había prohibido que se diera información alguna sobre él, si alguno violaba esa regla se ganaría un boleto directo a Azkaban.

—Hoy fue Ginny Weasley a San Mungo para que inyectaran a Scorpius, son inyecciones básicas para su desarrollo, no está enfermo — se apresuró a decir al ver que Draco se preocupada en demasía — el medimago que lo atiende no estaba, fue llamado de urgencia a Azkaban, así que yo lo atendí.

—No debiste hacerlo — dejó salir Draco, refiriéndose a la foto — perderás tu empleo por mi culpa, ya te has arriesgado mucho por mí — dijo seriamente.

—No es justo que no te dejen ver a tu hijo Draco, ni tampoco que le estén mintiendo a él.

—¿A qué te refieres?

—Scorpius dice que su mamá es Weasley. Y todos no hacen nada para decirle lo contrario.

Draco se quedó en shock al escuchar a su amigo. Al parecer la vida volvía ensañarse con él. ¿Hasta cuándo lo dejaría en paz?

Volvió su mirada hacia aquella fotografía. Un pequeñito de cinco años, de cabellera rubia y de ojos grises le sonreía ampliamente. Ese era su pequeño Scorpius, su hijo.

*****

Se apareció en las afueras de la mansión Malfoy. Sonrió con satisfacción, después de esos diez largos años de ausencia por fin estaba nuevamente en su hogar. Entró en ella, inmediatamente el elfo domestico le dio la bienvenida. Segundos después, su hijo estaba frente a él.

—¡Hola, padre! — le saludó Draco.

—¡Draco! — Lucius no era exactamente un padre un amoroso, pero después de todo lo que había ocurrido, la vida lo había convertido en un hombre diferente.

Solo bastó mirarse a los ojos el uno con el otro para terminar abrazados y llorar juntos por la pérdida tanto emocional como material, sobre todo la emocional. La de Narcisa.

Lucius le contó cómo había ocurrido lo de su madre, sobre cómo se había enfermado y había pasado sus últimos días, de cómo el ministerio le había negado el comunicárselo a él, y le había negado el permiso de enterrarla ahí con todos los miembros de la familia Malfoy.

—¿Y que ha sido de ti hijo? — quiso saber Lucius, después de unas cuantas horas.

—Yo…

—¡Papi! — un pequeñito los interrumpió — papi, ¿cuándo llegará el abuelo?

—¿Abuelo? — exclamó sorprendido Lucius viendo al pequeño, luego fijó su mirada en Draco.

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