miércoles, 5 de septiembre de 2012

El chico de la cámara


Escrito Libre


El chico de la cámara



En una ocasión alguien me dijo que “mientras una persona sea recordada jamás morirá” y eso es lo que hago. Recordar. Recordar aquellas personas que cayeron durante la guerra final contra Voldemort. No olvidar a aquellos magos que lucharon contra los mortífagos y el que no debía ser nombrado. Narrar los últimos momentos que vivieron esos héroes caídos en el campo de batalla.
En esta ocasión hablaré de Colin Creevey. Hijo de padres muggles. Un Gryffindor que pasaba la mayor parte del tiempo tomando fotos de todo aquel nuevo mundo para después mostrárselo a sus padres y hermano menor. Un león que fue obligado a no seguir en el colegio en su sexto año por su condición de “sangre sucia”. Y sin embargo, eso no impidió a que Colin Creevey acudiera al llamado de aquel galeón, prueba que pertenecía al ejército de Dumbledore, el ED, para participar en la gran batalla que se avecinaba.
Su hermano menor, Dennis, le insistió en ir a su lado, para luchar juntos. No lo dejó. Al contrario, lo mantuvo a salvo en casa por medio de una promesa.
—Tú cuidarás de nuestros padres, aún están en peligro.
Dennis asintió valientemente.
—Cuídate, hermano – fueron sus últimas palabras dirigidas hacia su hermano mayor.
—Lo haré — fue su última promesa.
Colin se dirigió al pub ‘Cabeza de Puerco’ en donde se encontró a algunos miembros del ED, a ex alumnos y a seguidores de Dumbledore. Todos se dirigían hacia el castillo.
En el Gran Comedor, Minerva McGonagall se encontraba hablando desde una tarima, estaba dándoles indicaciones a los alumnos y profesores  de cómo proceder a la evacuación y organización para la batalla.
—¿Y si queremos quedarnos y pelear? — sugirió uno de los alumnos, seguido de varios aplausos como señal de apoyo.
 —Los que sean mayores de edad pueden quedarse — Le respondió la profesora.
Colin hizo caso omiso a la advertencia de McGonagall. Él era valiente, él quería luchar, él también iba aportar un granito de arena a la causa aún si era menor de edad. Se lo debía a su hermano, a sus amigos, a él mismo. Se quedó a luchar.
Y luchó con convicción, luchó por lo que para él era justo, entregó hasta su último aliento en aquella sangrienta guerra.
Mortífagos iban y venían, al igual que las maldiciones. Esquivó cuanto pudo y derribó a otros tantos, sin embargo en algún lugar del cosmos, del destino, de la vida misma, estaba escrito que Colin Creevey moriría ese día a manos de un mortífago.
Horas después, estaba agotado, no era el único, la mayoría de los magos, de ambos lados, estaban heridos y cansados, pero eso no atribuyó a que dejaran de luchar. El león sabía que pronto esa guerra terminaría y él estaría de nuevo en casa con su familia.
El Gryffindor esquivó otro par de maldiciones aventándose hacia el suelo, rodó unas cuantas veces antes de gatear y esconderse tras un pedazo de pared. Un mortífago, que estaba a unos metros frente a él, le envió una mirada sádica y una sonrisa macabra mostrando así sus dientes, chuecos y llenos de sarro, tras unos labios llenos de sangre.
A Colin le comenzó a latir el corazón muy aprisa, dentro de él sabía que ese sería el fin, su fin. Y aún así, siguió luchando con convicción, lanzó su último hechizo contra aquel mortífago, mientras que otro a sus espaldas, le enviaba la maldición asesina. Colin cayó inerte y con una expresión de sorpresa en su rostro. Ese golpe bajo no lo vio venir. Ese pequeño error le costó la vida.
Pasaron algunos segundos, quizás minutos o incluso horas para descubrir su cuerpo en la intemperie. Neville y Oliver llevaron su cuerpo al castillo. La guerra ya había terminado con la victoria a favor de los que lucharon al lado de Harry Potter. 
Ese día hubo muchas pérdidas, sin embargo, la que más lamentaré es sin duda la de Colin Creevey. Algunos de los que lo conocieron lo describirían como un chico “irritable”, el “acosador de Potter”, “el chico de la cámara”. Quizás para unos cuantos les daba igual su persona, para mí no lo fue y ni lo será. Porque él fue un héroe. Mi héroe. Mi hermano mayor.
Dennis Creevey.



FIN



Julio 2012



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