Los cinco elementos.
Capitulo Dieciséis:
El en balcón.
Hermione había pasado alrededor de tres horas arreglándose para la gran cena de esa noche. No era que le importara mucho el estar bien glamurosa para su chico, pero tampoco una manita de gato no le hacía daño a nadie. Lo que sí le importaba era la opinión de sus futuros suegros. Después de tanto insistirle, Terry la había convencido en ir a cenar junto con sus padres. La chica sabía que en esa cena había gato encerrado, no era más que una simple excusa para que ella de una vez diera fecha a la boda.
Se vio al espejo y suspiró larga y profundamente. Tarde o temprano daría ese paso. Sinceramente esperaba que fuera tarde, muy tarde. No es que no quisiera casarse. ¡Por Merlín, claro que quería casarse! Sin embargo los nervios ahora la invadían ¿y si no resultaba ser la esposa que tanto anhelaba Terry? ¿Y si su matrimonio no funcionaba? Sabía que estaba sacando conclusiones apresuradas y que las dudas comenzaban a albergarla. Eso no le traería nada bueno, pero si no las hacía en esos momentos ¿entonces, cuándo? ¿Cuándo su matrimonio ya no tuviera solución?
-Hermione, tranquila… relájate – se dijo así misma. Volvió a verse en el espejo – Todo está bien. Todo estará bien. Terry es un buen chico y lo amas.
Se sonrió a sí misma. La imagen del espejo le regresó la sonrisa con un brillo en los ojos.
-Terry te ama y tu a él. El hecho que con Ronald no funcionara, no significa que con Terry pase lo mismo. Llevamos juntos tres años, tiempo suficiente para saber que… todo estará bien.
Volvió a verse en el espejo. Sonrió levemente.
-Es hora Hermione.
*****
Draco se encontraba contemplando las estrellas desde el balcón, hacía mucho tiempo que no había tenido esa tranquilidad. Aún recordaba aquellos días en los cuales se pasaba junto a su Astry y Scorpius en el balcón de su propia casa mientras que los tres contemplaban el cielo bañado de estrellas.
Esos días que parecían estar muy, demasiados, lejanos.
No pudo evitar entristecerse por la muerte que había tenido su esposa. El destino había sido muy injusto con ella, su Astry tan joven, tan linda, con un futuro adelante… y ahora nada. Astoria se había desvanecido, se había ido a ser parte de la naturaleza ¿al caso estaría ahí en las estrellas? ¿O en el viento que lo acariciaba levemente? Después de todo Astoria había poseído el Elemento del Aire, así que no era de extrañarse que de pronto el aire susurrara para él.
-¿Por qué Astry? – Murmuró Draco – Aún no estábamos listos para seguir sin ti.
El rubio se sostuvo con más fuerza del balcón, sus nudillos de las manos estaban blancos a causa de la fuerza que estaba aplicando.
-¿Qué tienes planeado para nosotros?
Draco era creyente de ‘todo pasa por alguna razón’, muy a regañadientes lo había aceptado, de no serlo así, nunca se hubiera casado con Astoria. ¿Quién iba a decir que por estar aburrido en su sala común en los tiempos de Hogwarts había decidido a dar un paseo en el lago para luego comenzar a usar su elemento y hacer de todo con el agua que le rodeaba y que por estar tan centrado en sus maniobras hubiera, literalmente, aventado a Astoria Greengrass al lago?
El rubio jamás sabría que después de ese ligero accidente, comenzarían las rabietas de la chica rubia.
-¡¿Estás loco Malfoy?! – le había gritado furiosa la chica, tanto que había pasado arreglándose para esa gran cena del 14 de febrero con el niño de su sueños de ese entonces.
-Vi que tenías calor, no me lo agradezcas – el rubio le había dicho como si nada.
-¡Has arruinado mi vestido! ¡Mi peinado! – la chica se estaba poniendo histérica. Draco enarcó una ceja. Mientras aquella chica rubia seguía insultándolo, él trataba de recordar su nombre ¿Alicia? ¿Antonella? ¿Abbott? No, no, ese era un apellido y ni siquiera era de Slytherin ¿Cómo se llamaba esa chica?
Pensativo comenzó a encaminarse hacia el castillo, a sus espaldas aún podía escuchar la voz chillona de la chica.
-¡Pedazo de animal, te estoy hablando! ¿A dónde demonios vas? ¡No me dejes hablando sola!
Y antes de que él pudiera hacer nada, se vio levitando como si hubieran aplicado en él un “Wingardium Leviosa” no verbal, ya que la chica que tenía frente, o mejor dicho, bajo él no tenía varita. Eso era extraño aún no les enseñaban eso en las clases, es más aún faltaba un año para que les dieran esa clase.
-¿Cómo lo hiciste?
-¡No vuelvas a tirarme al lago! – le reclamó la chica justo en el momento en el que lo dejaba caer bruscamente al suelo. Como nota personal, Draco se dijo a sí mismo alejarse de esa chica rara.
Por supuesto no le funcionó. A los dos días accidentalmente le había dejado caer encima, de al parecer su túnica nueva, la jarra de jugo de calabaza.
Draco sonrió mientras negaba lentamente la cabeza. Hasta la fecha era un misterio el porqué solamente descontrolaba sus poderes cuando Astoria estaba frente a él. Blaise le atribuía a que estaba enamorado de ella y no lo quería aceptar, Theodore anuló esa hipótesis cuando le descubrió hacerle caer, accidentalmente, un balde de agua justo el día de su boda y en el aniversario, un año después.
El rubio creía que eso no era normal, consultó incluso con Luna pero no le fue muy bien, la chica solo logró asustarlo cuando le contó que ella no solo le había tirado unos cuantos baldes de agua encima a Theodore sino que también los pensamientos de ella salían a través de la boca de su chico.
Draco volvió a sonreír al recordar esos detalles que parecían más bien sueños… Sintió una gota de agua caer sobre su hombro. Frunció el ceño, luego entornó los ojos al caer en cuenta que nuevamente había estado utilizando sus poderes de manera inconsciente.
-¿Cómo demonios acumulé tanta agua?
Se preguntó a sí mismo mientras veía hacia arriba de él y un gran charco de agua flotante le sonreía descaradamente. Eso solo ocurría cuando pensaba en Astry. Su Astry…
-¿Qué tienes planeado para mi ahora que eres parte del cosmos? – susurró con una leve sonrisa.
-Draco, estaré…
-¡Granger! – Draco dio un respingo al verla aparecer de pronto.
El enorme charco de agua flotante se dejó caer en todo su esplendor dejando empapados a los dos chicos.
*****
Observó el pequeño frasco que contenía líquido de color azul marino. Podría simplemente usar Oclumancia, pero este hechizo no funcionaba, al menos no en seres mágicos como ellos.
-Perfecto – murmuró Blaise al darle otro vistazo al frasco – con esto lograré confundir a Scorpius.
Aferró fuertemente el frasco antes de meterlo en su túnica. Salió de aquella cabaña para dirigirse en donde se encontraba su esposa, sin embargo a medio camino se encontró con McKinnons, el cual estaba saliendo de la cabaña donde se encontraba su amigo Theodore. Algo dentro de Blaise pareció salir a flote, comenzaba a cansarse de dejar pasar las cosas. Una cosa era que él hiciera lo que tenía que hacer para salvar su pellejo y el de su esposa, y otra muy distinta el no hacer nada ante las torturas de los otros malditos Mortífagos hacia sus seres queridos.
Con paso firme avanzó hacia donde estaba McKinnons, el cual tenía en su rostro una sonrisa de satisfacción. Blaise lo empujó tomándolo desprevenido.
-¡¿Qué demonios haces aquí?!
-Mi trabajo – espetó el aludido.
-Les has dado suficiente poción como para que duerma un año consecutivo – rugió el moreno señalando hacia la cabaña donde se encontraba Theodore.
-Eso no te importa chico misterioso – contra-atacó el mortífago – ¿Al caso el “chico aire” es algún conocido tuyo? Dime, ¿Morseferth tiene razón y el chico es la razón por la cual estas trabajando para nosotros?
-Solo limítate a tu trabajo tal como lo ha dicho el señor oscuro. No hagas estupideces – y con eso Blaise se dio la vuelta.
McKinnons lo escudriñó con la mirada hasta el momento en que desapareció. Y entonces lo descubrió.
-Zabini – murmuró el mortífago. Sonrió de lado – he descubierto tu pequeño secreto…
McKinnons sonreía malévolamente. Ahora entendía todo. Todo encajaba, el porqué el mortífago misterioso sabía cada unos de los planes de Malfoy, su ubicación, sus reuniones. Blaise Zabini, el ‘supuesto’ amigo de Draco Malfoy, era el mortífago misterioso.
Lo divertido de todo era que Zabini andaba por ahí traicionando a Malfoy y éste ni por enterado. Sería una pena que el chico rubio se enterara de la verdad. O tal vez podría usar ese secreto para sus propios beneficios. McKinnons sonrió descaradamente.
La venganza sería dulce.
*****
-Granger yo… - la voz de Malfoy sonaba, extrañamente, angustiada.
-¡¿Estás loco Malfoy?! – rugió Hermione al verse aún escurriendo enormes gotas de agua. Draco avanzó hacia con ella con cautela.
-Vi que tenías calor – dijo lo primero que se le vino a la mente. Entornó los ojos - ¡No! Es decir…
-¡Has arruinado mi vestido! ¡Mi peinado! ¿Sabes cuánto tiempo me llevó arreglarme? – el rubio abrió la boca pero luego la cerró. Todo era tan confuso, tan endemoniadamentefamiliar…
Hermione dio media vuelta para dirigirse a su cuarto. Los reflejos del chico Malfoy reaccionaron más rápido, la sujetó de la mano. La chica parpadeó sorprendida al quedar frente al chico de ojos grises.
-Puedo… arreglarlo – le susurró Malfoy viéndola a los ojos como si estuviera buscando un indicio de algo. Hermione volvió a parpadear.
Draco levantó su mano derecha, con la yema de sus dedos repasó el rostro de la chica mientras que un aura de color azul invadía la mano del chico. Hermione cerró los ojos al sentir el contacto del rubio, inexplicablemente su piel se erizó, eso la asustó, sin embargo no abrió sus ojos. Comenzó a sentir calor en su cuerpo, un calor físico que al parecer estaba desapareciendo los rastros de agua que tenía encima.
Abrió los ojos de un palmo cuando se sintió seca. Se encontró con unos ojos grises que la miraban atentamente.
-Gracias – solo atinó a decir sin dejar de verlo.
Draco aún seguía observándola sin despegar su mirada de la de ella, no estaba muy seguro pero algo dentro de él le decía que su Astry le había enviado un mensaje a través de Granger.
-Me… me tengo que ir. ¿Me regresas mi mano? – le susurró Hermione, solo entonces Draco se dio cuenta que aún sostenía la mano de la chica.
-Yo… lo siento – se disculpó enseguida devolviéndole la mano.
Hermione se sentía extraña.
-Saldré con Terry, la cena está en la cocina y…
-No te preocupes por nosotros. Diviértete con tu novio – dejó salir bruscamente el rubio. La chica frunció el ceño, desconcertada.
-Buenas noches – Hermione dio media vuelta y salió del departamento.
-¿Qué demonios tramas Astry? – dejó salir enfadado Draco al verse solo nuevamente en el balcón.
*****
[Scorpius]
El pequeñito de ojos grises abrió los ojos rápidamente, lentamente se sentó en la cama. Observó el cuarto en donde se encontraba dormido. Frunció el ceño en cuanto no vio nadie, salvo su padre que estaba profundamente dormido a su lado.
[Scorpius]
Volvió a escuchar su nombre, escudriñó con sus ojitos grises al reloj-despertador, pero éste estaba en silencio. Si el despertador no lo había llamado entonces ¿Quién había sido? Con mucho cuidado saltó de la cama y se dirigió hacia la puerta, antes de abrirla echó una mirada hacia su padre, pero éste aún dormía profundamente.
Se detuvo en medio del pasillo. Todo el departamento estaba a oscuras, se estremeció levemente cuando una brisa lo envolvió.
[Scorpius, no tengas miedo]
-¿Mami?
[Ve al balcón, hijo]
Scorpius sonrió y enseguida obedeció aquella misteriosa voz del aire.
*****
Hermione se encontraba contemplando las estrellas, ahora se podían apreciar más que en la tarde. Había regresado de la cena con su prometido una hora atrás. No le había ido tan mal, al parecer a los padres de Terry les gustó mucho su presencia y estaban orgullos que su hijo la hubiera elegido como esposa.
Tal como lo supuso, la cena dio mucho de qué hablar y al final ya había elegido fecha. Para el compromiso sería en un mes y la boda en tres meses. Hermione se sentía orgullosa por el gran paso que había dado. Sonrío emocionada. Sin embargo, no se sentía completamente feliz. Algo le hacía falta en su vida pero no sabía qué era. Tenía un buen trabajo, una posición económica demasiado aceptable, sus amigos estaban vivos y felices a su lado, por supuesto un gran novio que ahora ya era su prometido. Entonces ¿Qué le faltaba?
-¡Hermy! – La voz del pequeño Scorpius la sacó de su ensimismamiento.
-Pequeño travieso, ¿Qué haces aquí? – le preguntó dulcemente, mientras lo sentaba en su regazo.
-Mi mami me dijo que viniera aquí – el pequeño rubio le sonrió enseñándole los dientes. Hermione frunció el ceño un tanto desconcertada, ¿Scorpius había dicho que su madrele habló?
-¿Y tu papá? ¿Él sabe que te has salido de la cama?
El pequeñito hizo un gesto de “me has atrapado”, mientras negaba furtivamente la cabeza. Hermione le sonrió mientras le acariciaba su cabellito.
“Esto es lo que me faltará cuando me case”. Pensó la chica observando a Scorpius. Se había encariñado tanto del pequeño que ya lo hacía parte de su familia.
-¿Estas triste, Hermy? – interrogó el de ojos grises, mientras que con sus manitas le acariciaba el rostro a la chica, recordándole que ese mismo gesto había usado Draco horas atrás para secarle el agua.
-No – le respondió dulcemente.
Sin embargo, Scorpius no se convenció, bajó de su regazo para ponerse frente a ella.
-Cuando mi mamise ponía triste mi papi le enseñaba las estrellas, ¿te enseño las estrellas, Hermy? – la chica pudo ver que el pequeñito estaba entusiasmado por la idea.
-De acuerdo – le sonrió. Scorpius cerró sus ojitos fuertemente. Hermione se sorprendió ante este hecho ¿Al caso Scorpius no hablaba de las estrellas del cielo?
Un aura de color azul grisácea comenzó a invadir al pequeño rubio, la chica vio al niño morderse el labio inferior como una señal de concentración total. Al cabo de unos segundos, Scorpius abrió los ojos rápidamente a la vez que una enorme sonrisa invadía su rostro. Llevó sus manitas a la altura de su pecho, Hermione tenía la impresión que Scorpius le quería mostrar algo, sin embargo en sus manos no había nada… aún.
Una esfera de energía, del tamaño de una canica, brotó de la nada. La secundó una segunda esfera, luego una tercera, una cuarta y una quinta esfera. Hermione estaba sorprendida ante lo que veían sus ojos, esas esferas de energía pura comenzaron a mecerse de un lado a otro alrededor de Scorpius y de ella misma.
-¡Scorpius! – lo llamó fascinada ante el espectáculo que tenía frente a ella.
El pequeñito reía también. Las esferas anduvieron de un lado a otro por un rato más, luego se detuvieron nuevamente en sobre las palmas de las manos de Scorpius. Una a una de las esferas comenzaron a reventarse hasta que solo quedó una. El pequeño rubio entrecerró los ojos observando detenidamente la esfera sobreviviente, ésta comenzó a hacer movimientos extraños hasta detenerse en una nueva figura.
-¡Es una estrella! – dejó salir asombrada Hermione.
-Te la regalo Hermy– le dijo Scorpius extendiéndole la mano, mientras que la estrella flotaba en la palma de su mano.
Hermione parpadeó nerviosa, temía que si tocaba aquella estrella de energía ésta se desvaneciera al contacto. Scorpius insistió en que la agarrara entre sus manos. La chica se mordió el labio inferior mientras agarraba la estrella flotante, asombrosamente ésta tenía una textura solida aún cuando a simple vista la superficie se viera líquida.
-Es hermosa – susurró Hermione, cuando la estrella ahora flotaba en su mano.
-Puedes usarla de collar.
La chica agarró el collar que traía colgado, le quitó el dije que tenía y en su lugar puso la estrella, la cual se acopló al colgante. Se lo colocó nuevamente.
-Es hermoso Scorpius, muchas gracias – le dijo al pequeño mientras le daba un suave beso en la mejilla.
-¿Ya no estás triste? – Ella negó con la cabeza – Te quiero mucho, Hermy.
-Yo también pequeño – le respondió Hermione mientras lo abrazaba – Yo también te quiero mucho.
*****
Cuando Draco salió de la habitación sabía que algo andaba mal. Su hijo no estaba durmiendo a su lado, eso podría significar dos cosas. Una, que el pequeño Scorpius se hubiera ido a la habitación de Hermione, últimamente se daba por irse a la habitación de la chica y él, Draco, no sabía el porqué. Y dos, que alguien se lo hubiera llevado, aunque eso no tenía sentido.
Se dirigió hacia el cuarto de Hermione pero no había nadie ahí. Frunció el ceño. Estaba por preguntarse en dónde estarían cuando unas risas que provenían del balcón lo alertaron. Se detuvo a unos cuantos pasos de llegar al ver a Scorpius hacer el truco que él mismo le hacía a Astoria cuando estaba triste, a Hermione.
¿Al caso Granger estaría triste? ¿Por qué estaría triste? ¿Boot habría tenido algo que ver?
-¡Es una estrella! – escuchó a Granger decir.
Vio a su hijo sonreírle y abrazarle, no le sorprendió en lo más mínimo. Scorpius era un niño noble, sensible y no le causaba problema el expresar sus sentimientos. Eso le enorgullecía enormemente a Draco. Tampoco le sorprendió el “Te quiero, Hermy” de su pequeño a la castaña. Lo que sí le sorprendió en sobremanera fue el “Yo también pequeño. Yo también te quiero mucho” de Hermione.
Y por primera vez, Draco se detuvo a observar a Hermione con detenimiento.
_______________________________________________________________
N/A:
[Lo que se encuentra entre corchetes y en cursiva solo lo puede escuchar Scorpius ^^]
________________________________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario