miércoles, 17 de octubre de 2012

Capitulo Seis: Hermione Granger.

No me olvides…

Capitulo Seis: 

Hermione Granger.



Hermione se encontraba sentada frente a su escritorio mientras sus manos frotaban su vientre abultado de seis meses. Dio un suspiro largo y tendido antes de levantarse y dirigirse hacia el mueble que estaba al otro lado del estudio. No era común en ella llevarse cosas del trabajo a su casa, sin embargo; había ciertos asuntos que preferiría guardar con discreción.
Tomó en sus manos aquella carpeta que se encontraba en el fondo del primer cajón del mueble. Se mordió el labio inferior al leer el nombre de quien pertenecía aquel expediente.

Habían transcurrido dos meses desde que se había llevado a cabo el juicio contra Draco por adulterio y la noticia del momento era sobre el embarazo del rubio. Hermione tenía sus sospechas sobre quién podría ser el hijo de Malfoy.
Dentro de sus planes estaba que el rubio estuviera lejos de su amigo Harry. Ella sabía que el ex Slytherin seguía siendo alguien de lo peor, por más que no los hubiera delatado en la mansión Malfoy durante la guerra. La chica sabía que a su amigo ojiverde no le convenía tirar todo su avance, tanto en su vida privada como profesional, por alguien que no valía la pena. Había mantenido cierta esperanza que Harry se diera cuenta por sí mismo la clase de persona que era Draco Malfoy, sin embargo; todas murieron cuando anunciaron su enlace, entonces Hermione sabía que tenía que hacer algo para separarlos definitivamente.
No fue necesario que ella hiciera nada, Draco solito se había echado la soga al cuello cuando se descubrió en la cama con Blaise Zabini. Hermione se tranquilizó al saber que Harry había decidido separase de él e incluso denunciarlo (aunque ella y Ron habían ayudado a la causa sobre esto último). Sin embargo, todo parecía tambalearse y venirse abajo cuando se supo lo del embarazo del chico. ¿Y si el hijo era de Harry? ¿Su amigo lo perdonaría? ¿Draco volvería a entrar a la vida de Harry?
Sin duda, ella tenía que evitar todo eso. Harry no podía fiarse de Draco, ya lo había hecho sufrir una vez, no podía permitirse que se lo hiciera dos veces, sobre todo cuando también la felicidad de Scorpius estaba en ello.
Hermione regresó hasta su escritorio en donde se volvió a sentar. Suspiró largamente, observando el expediente.

*****

—Te he estado buscando, Potter — La voz de Blaise Zabini irrumpiendo en el lugar, los hizo separarse rápidamente.
—Ya me has encontrado — Respondió seriamente, incorporándose — ¿Qué es lo que necesitas de mí?
—De ti, nada — Espetó Zabini — Vengo por mi hijo.
El moreno saboreó esas tres últimas palabras ante la presencia de Harry Potter. En cuanto Blaise dio un paso hacia el pequeño, Harry por reflejo se puso delante de él.
—No te lo puedes llevar — dijo seriamente.
—¿Por qué no? Es mi hijo.
—Lo sé — Harry lo veía fríamente, ¿Por qué demonios tenía que recodarle algo que de antemano ya sabía? — Necesito hablar con Severus unos momentos.
—¿Cuánto tiempo? — espetó, de mala manera. Severus dio un respingo al ver la expresión del recién llegado.
—No lo sé, el suficiente.
Blaise se cruzó de brazos quedándose en posición de espera.
—A solas — gruñó Harry.
—No te dejaré solo con mi hijo.
—Y yo soy un auror el cual te puede arrestar si entorpeces la investigación, así que si no quieres que lo haga, lárgate — Harry estaba perdiendo los estribos, pero no podía hacer nada al respecto, tan solo ver a Zabini frente a él lo ponía de malas.
—Severus es un menor de edad, no puede declarar nada si no hay un mayor de edad a su lado — Blaise cada vez se estaba enojando, lo cual ocasionaba que el pequeño Severus se aferrara cada vez más a las piernas de Harry.
—Entonces lo entrevistaré frente a Lucius.
—No, Potter. Él es…
—Sé qué eres de él — cortó rápidamente — Pero no tienes el poder suficiente siquiera para poder dártelo, la custodia de Severus la tiene Draco y si algo ocurre con él, la custodia del niño pasa a un familiar directo, en este caso a su abuelo Lucius Malfoy, ya que te recuerdo que tú y Draco no están casados — esta vez fue Harry quien saboreó las últimas tres palabras.
—¿Por qué haces esto? ¿Acaso estas vengándote de mí? Todo porque Draco y yo nos…
—¡Basta! — gritó el ex Gryffindor, Severus a su lado dio otro respingo, esta vez alejándose de ambos, se estaba asustando con la discusión que mantenían los mayores — Zabini, no me obligues a sacarte a la fuerza.
Blaise le lanzó una mirada furiosa y justo cuando se disponía a avanzar hacia Severus, la puerta se abrió de golpe.

*****

Hermione seguía observando la carpeta. A esas alturas, no estaba muy convencida si había hecho lo correcto, sin embargo; no lamentaba nada. Harry era feliz con Ginny y el pequeño Scorpius. Y al parecer Malfoy había rehecho su vida, no se había juntado con Zabini, pero todo parecía estar bien, tenía un trabajo estable y un hijo sano. Ella no tenía derecho a remover heridas sanadas y mucho menos a perturbar esa paz que su amigo ojiverde disfrutaba.
Dio otro suspiro antes de abrir la carpeta y leer lo que contenía dentro. Aún recordaba cómo lo había obtenido.
Ella era la encargada del Laboratorio y eso le deba ciertos privilegios dentro del Hospital Mágico San Mungo, tenía horas vigilando a Theodore Nott, éste estaba realizando una prueba de ADN que no estaba registrada dentro del sistema, ella lo sabía porque había estado esperando ese momento para entrar en acción. El chico analizaba la sangre del pequeño Severus y hacía algunos apuntes. Theodore, inesperadamente, fue llamado de urgencia a la tercera planta.
Una vez solo el laboratorio, Hermione entró. Terminó el análisis de sangre y entonces lo supo. Lo que más temía estaba frente a ella. Tenía dos opciones, dejar todo como si nada o cambiar el destino de las cosas. Se inclinó por lo segundo.
—Lo siento, Malfoy — murmuró antes de alterar los análisis — Esto es lo mejor para ambos.

En Hermione eran presentes las lágrimas.
—Perdóname, Harry — murmuró mientras guardaba la carpeta nuevamente en el fondo del cajón — Espero me perdones algún día.
Ella sabía que había hecho lo correcto. Draco se había acercado a Harry con la intensión de “borrar” los crimines de su familia y “limpiar” el apellido Malfoy relacionándose amorosamente con su amigo. Esas eran sus verdaderas intenciones y ella no podía permitir que el rubio se saliera con la suya. Y para eso, ella había elaborado ese plan.

*****

Afortunadamente, Theo y Lizzy no habían sufrido heridas graves. Los aurores habían llegado rápidamente a auxiliarlos a su departamento, al chico le sorprendió que acudieran a su llamado inmediatamente, puesto que ser quién era creía que lo dejarían a su suerte. Su departamento había quedado patas arriba pero no le importó mucho, le importaba más saber quién estaba detrás del ataque.
Mientras que a Lizzy la revisaban, él había ido a indagar un poco más en el asunto, no corrió con mucha suerte. Estaba por regresar nuevamente a la habitación donde se encontraba su hija cuando escuchó mencionar el apellido Malfoy por unos aurores.
—¿Draco Malfoy? — preguntó, dirigiéndose hacia uno de ellos.
—No te importa — el auror, a quien Theo lo reconoció como Zacharias Smith, le fulminó con la mirada.
—Regresa con tu hija, en unos momentos te van a ir a interrogar — Terry Boot también lo fulminó con la mirada, Theodore no quiso tentar a su suerte y decidió hacer caso a los dos aurores.
Mientras caminaba por el largo pasillo hacia la habitación donde se encontraba su hija pensaba en los posibles atacantes, recordaba vagamente que le habían preguntado sobre una poción que Malfoy estaba realizando y eso lo llevó a concluir que también a su amigo rubio debieron de haber atacado, las palabras que habían dicho aquellos aurores minutos atrás le confirmaban sus sospechas.
Sé qué eres de él — la voz de Potter, tras una puerta cercana, lo hizo detenerse por reflejo — Pero no tienes el poder suficiente siquiera para poder dártelo, la custodia de Severus la tiene Draco y si algo ocurre con él…
¿Severus? ¿Por qué Potter hablaba de Severus? Theo se acercó más hacia la puerta, por alguna extraña razón tenía la sensación que algo andaba mal.
¿Por qué haces esto? ¿Acaso estas vengándote de mí? Todo porque Draco y yo nos…
Esa voz sin duda era la de Blaise Zabini, solo fue cuestión de sumar dos más dos para darse cuenta de lo que estaba ocurriendo allá dentro. Sin perder más tiempo entró a la habitación.
Harry y Blaise se encontraban frente a frente fulminándose con la mirada, el primero respiraba agitadamente y empuñaba su varita hacia el otro chico, mientras que el segundo no despegaba la vista del primero.
—Tío T — una diminuta ráfaga de cabellera negra corrió del extremo opuesto hasta donde acababa de aparecerse Theo. Se aferró a él fuertemente.
—¡Severus! — llamó Harry, olvidándose de Blaise.
—¿Qué es lo que ocurre? — preguntó el recién llegado, desconcertado. Cargó entre sus brazos al pequeño Severus.
—Nada que te importe — le respondió Blaise — Dámelo, me lo llevo a casa.
—¿Cuál casa?
Blaise se acercó de manera amenazadora a Theo. Harry se interpuso.
—Ya te expliqué cómo está la situación, Zabini — le recordó el ojiverde — No me obligues a encerrarte en Azkaban.
—No te daré el gusto — se volvió hacia con Harry — Regresaré por él.
Blaise salió de la habitación no sin antes fulminar con la mirada a Nott. Severus se estremeció. Harry frunció el ceño. Sabía que algo se le escapaba pero no sabía qué, decidió dejarlo para después.
—Nott, tengo que hacerte algunas preguntas — dijo, una vez que Zabini los había dejado solos.
—De acuerdo.
Harry observó a Severus, el cual aún seguía aferrado en los brazos de Theo.
—Severus…
—¿Me llevarás con mi papi? — el ojiverde abrió la boca para luego cerrarla, no estaba muy seguro de poder decirle la verdad al pequeño.
—No. Te llevaré con Luc… emh… tu abuelo.
—Tío T, ¿tú si me puedes llevar con mi papi?
Antes de que el aludido pudiera responder la puerta se abrió dejando ver a un chico pelirrojo, Ronald Weasley.
—Harry ya hemos terminado el papeleo de San Mungo.
El aludido se acercó al recién llegado.
—Yo haré el resto, necesito que tú vigiles la habitación de Draco, yo iré a la de Lucius con ellos — hizo una seña hacia Theo y Severus — que Smith vigile la habitación de la hija de Nott, los demás que lleven las evidencias de la mansión Malfoy y el departamento de Nott al laboratorio. En cuanto pueda me reuniré con ustedes en la oficina.
—De acuerdo.
El pelirrojo se escabulló de la habitación.
—Vamos con Lucius Malfoy — les dijo a Nott y a Severus.

*****

Blaise lanzaba hechizos por todas partes. Después de aquella humillación por parte de Potter había ido a dar su reporte donde su jefe, Dawlish, quien le había comunicado del estado de Malfoy. El ex Slytherin estaba furioso todas sus esperanzas estaban en el estúpido durmiente, ahora ¿qué haría?
Desesperado salió de esa oficina y se dirigió hacia donde se encontraba su verdadera familia.
—¡Maldición! — gritó el moreno mientras lanzaba otro hechizo hacia un roca que tenía frente a él.
Sus planes estaban suspendidos. Con Malfoy fuera de la jugada las cosas cambiaban completamente, nadie podría ayudarles.
—Blaise — la voz de Pansy lo sacó de su ensimismamiento — quiere verte.
Cabizbajo, el moreno pasó de ella y se adentró en aquella casa. Entró en la habitación del segundo piso. En ésta había un par de camas. Una estaba desocupada, en la otra descansaba un pequeño de escasos cinco años.
—Papi… — la voz del pequeño cada vez era más débil.
—Hola, Adrián…
A Blaise se le hizo un nudo en la garganta al ver a su hijo cada vez más pálido y ojeroso. Era increíble que después de un año de haberle diagnosticado Gripe Muggle, el pequeño hubiera enfermado tanto. Y lamentablemente, Adrián solo empeoraría. No había cura para tal enfermedad, o al menos no había una hasta hace unos seis años atrás.
Draco Malfoy había creado una poción que fue capaz de contrarrestar los síntomas de esa enfermedad, había funcionado, sin embargo; los síntomas volvían con el doble de potencia después de varios meses y también había una disminución en la magia. Podrían seguir usando la poción en los enfermos, pero no serviría de mucho, ya que solo aplazaría los síntomas unos meses más. El enfermo jamás sanaría y al final la enfermedad consumiría la magia y con ello la vida de la persona.
Era por eso que el rubio estaba concentrado en buscar una cura, pero a los ojos de los familiares de las personas enfermas, se estaba tardando demasiado. Era por ello que habían elaborado aquel plan, para presionarlo y obligarlo a terminarla cuanto antes. Sin embargo; los resultados no fueron los esperados.
El pequeño Adrián se quedó dormido.
—Te pondrás bien, ya lo verás… — el moreno acarició la frentecita de su hijo.
Blaise no soportó el dolor y salió del lugar. En el jardín estaba Pansy, la madre de su hijo.
—Encontré esto en el departamento de Nott — la chica le extendió un sobre.
Blaise frunció el ceño al reconocer el sello del laboratorio del hospital San Mungo. Abrió el sobre y comenzó a leer su contenido. Entornó los ojos al no darle crédito a lo que leía.
—Aquí dice que… dice…
—Severus es tu hijo — Pansy lo miró fijamente. Blaise tragó saliva trabajosamente.
Él se hacía pasar por el padre del hijo de Draco Malfoy porque así lo asumía el mundo mágico no porque realmente lo fuera. De hecho eso no podía ser posible, él fue cuidadoso cuando pasó todo eso. Sin embargo; en sus manos estaba la prueba de que todo era cierto. Él en verdad era el padre de Severus.
—Severus es mi hijo…

*****

Harry estaba exhausto, había interrogado a Lucius, a Theodore, al pequeño Severus y a Lizzy, pero ninguno le dio una pista de quiénes fueran los atacantes. La única pista era la que le había dado Nott, los atacantes iban detrás de algo en lo cual estaba trabajando Malfoy. Una poción. Pero no sabían exactamente cuál poción.
Lo que le alegraba era no ser él quien diera la noticia a Severus sobre el estado de su padre, ese honor se lo dejó al abuelo, a Lucius. El rubio mayor era paciente y suave con Severus. Le explicaba del estado en el cual se encontraba Draco, a Harry le dio la sensación que Lucius se podría desmayar en cualquier momento al juzgar por lo pálido que lucía por cada palabra que pronunciaba. Estando él en su lugar, no habría siquiera formulado palabra alguna. Definitivamente los Malfoy eran personas fuertes.
Ya casi anochecía y Harry solo quería salir de ese lugar. Desde el momento en que el medimago que había atendido a los Malfoy le había comunicado el estado de Draco, el ojiverde solo podía pensar en una sola persona, Hermione. Ella era medimaga, su amiga podría hacer algo por Draco.
—Potter, ¿dónde se quedará Severus? — la voz de Lucius lo sacó de sus cavilaciones.
Harry ya había pensado en eso desde el momento en que el medimago le había dicho que Lucius se quedaría al menos una noche en el hospital. Su primera reacción fue el de llevarse a Severus consigo, sin embargo, la espinita Zabini lo molestaba aún, ¿Cómo podía llevarse al hijo de su ex marido y de su amante a su propia casa? Eso lo superaba en demasía.
—Le diré a Nott que cuide de él — fue su respuesta.
—De acuerdo.
Harry dejó que el pequeño se despidiera de su abuelo para después dirigirse hacia con Nott, el cual los esperaba  en la sala de espera.
—Harry, ¿puedo ver a mi papi?
El aludido asintió, silenciosamente.
La mirada que le envió el pequeño le recordó a la de su propio hijo, Scorpius. A Harry no le extrañó que tuvieran esa “similitud” después de todo, Severus era el medio hermano de su hijo.

*****

Sintió una punzada de dolor en su abultado vientre. Hermione comenzó a respirar lentamente, no estaba muy segura si el dolor fuera porque el bebé la había pateado o por otra cosa.
—Ron.
Llamó a su esposo, pero no obtuvo respuesta. La ex Gryffindor frunció el ceño ligeramente, estaba segura de haberlo escuchado llegar minutos atrás. Se encogió de hombros y siguió leyendo el libro que descansaba en su regazo.
Al terminar de leer un párrafo, Hermione sintió humedad en su parte íntima, se levantó lentamente y en cuanto estuvo completamente de pie sintió nuevamente una punzada de dolor, esta vez más fuerte que la primera vez. Algo andaba mal.
—No… — murmuró aterrada al ver una gran mancha de sangre en donde minutos tras estaba sentada.
Gritó fuertemente cuando el dolor le superó, se agarró el vientre mientras se dirigía hacia donde había dejado su varita para avisarle a Ron, en cuanto dio el segundo paso el dolor fue insoportable y cayó desmayada en medio de la sala.

*****

Harry se encontraba en el estudio de su casa pensando en la manera de comunicarse con Hermione, había ido hasta su casa pero no encontró a sus amigos, eso le extrañó mucho ya que su amiga acostumbraba a salir lo menos posible debido a su estado.
El ojiverde observaba atentamente la fotografía que tenía frente a él, la de Severus. Ese niño que no tenía la culpa de nada y que sin embargo ya traía encima la carga del odio y el rencor del Mundo Mágico por ser un Malfoy. Harry se sintió mal por él.
 Las cosas se estaban complicando y mucho. El ataque hacia Draco y Nott, el estado en el que se encontraba Draco, los misteriosos atacantes, Blaise Zabini queriéndose llevar a Severus a su lado…
—Papi…
La voz de Scorpius lo sacó de su ensimismamiento. Harry parpadeó un par de veces, no se había dado cuenta que su hijo estaba su lado. El ojiverde lo sentó en sus piernas.
—¿Quién es él, papi? — le preguntó el pequeño rubio señalando la fotografía de Severus que en esos momentos reposaba en el escritorio. Harry estaba tan distraído con los recientes hechos que se le había olvidado ocultar las fotografías antes de cargar a su hijo.
El ojiverde vio alternativamente a Scorpius y a la fotografía, mientras que muchas imágenes pasaban por su cabeza. Primero fue Draco, después sus amigos, los amigos del rubio, el Mundo Mágico, Blaise Zabini, Ginny y por ultimo Severus.
—Emh…
—¿Eras tú de pequeño, papi?
—No.
Scorpius enarcó una ceja, muy similar a como lo hacía Draco. El pequeño estaba seguro que el de la fotografía era su padre cuando era un niño. Observó fijamente a su padre.
Harry observó la otra fotografía que sobresalía, en donde estaba con Draco. Scorpius siguió la mirada de su padre.
—¿Quién es él, papi?
El ojiverde pensó que no sería justo que Scorpius no supiera nada sobre su otro padre y menos en esos momentos en los cuales, Malfoy estaba entre la vida y la muerte.
—Scorpius, tengo algo importante que decirte sobre mamá.
   
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