No me olvides…
Capitulo Seis:
Hermione Granger.
Hermione se encontraba sentada frente a su escritorio mientras
sus manos frotaban su vientre abultado de seis meses. Dio un suspiro largo y
tendido antes de levantarse y dirigirse hacia el mueble que estaba al otro lado
del estudio. No era común en ella llevarse cosas del trabajo a su casa, sin
embargo; había ciertos asuntos que preferiría guardar con discreción.
Tomó en sus manos aquella carpeta que se encontraba en
el fondo del primer cajón del mueble. Se mordió el labio inferior al leer el
nombre de quien pertenecía aquel expediente.
Habían
transcurrido dos meses desde que se había llevado a cabo el juicio contra Draco
por adulterio y la noticia del momento era sobre el embarazo del rubio.
Hermione tenía sus sospechas sobre quién podría ser el hijo de Malfoy.
Dentro
de sus planes estaba que el rubio estuviera lejos de su amigo Harry. Ella sabía
que el ex Slytherin seguía siendo alguien de lo peor, por más que no los
hubiera delatado en la mansión Malfoy durante la guerra. La chica sabía que a su
amigo ojiverde no le convenía tirar todo su avance, tanto en su vida privada
como profesional, por alguien que no valía la pena. Había mantenido cierta
esperanza que Harry se diera cuenta por sí mismo la clase de persona que era
Draco Malfoy, sin embargo; todas murieron cuando anunciaron su enlace, entonces
Hermione sabía que tenía que hacer algo para separarlos definitivamente.
No
fue necesario que ella hiciera nada, Draco solito se había echado la soga al
cuello cuando se descubrió en la cama con Blaise Zabini. Hermione se
tranquilizó al saber que Harry había decidido separase de él e incluso
denunciarlo (aunque ella y Ron habían ayudado a la causa sobre esto último). Sin
embargo, todo parecía tambalearse y venirse abajo cuando se supo lo del
embarazo del chico. ¿Y si el hijo era de Harry? ¿Su amigo lo perdonaría? ¿Draco
volvería a entrar a la vida de Harry?
Sin
duda, ella tenía que evitar todo eso. Harry no podía fiarse de Draco, ya lo
había hecho sufrir una vez, no podía permitirse que se lo hiciera dos veces,
sobre todo cuando también la felicidad de Scorpius estaba en ello.
Hermione regresó hasta su escritorio en donde se
volvió a sentar. Suspiró largamente, observando el expediente.
*****
—Te he estado buscando, Potter — La voz de Blaise
Zabini irrumpiendo en el lugar, los hizo separarse rápidamente.
—Ya me has encontrado — Respondió seriamente, incorporándose
— ¿Qué es lo que necesitas de mí?
—De ti, nada — Espetó Zabini — Vengo por mi hijo.
El moreno saboreó esas tres últimas palabras ante la
presencia de Harry Potter. En cuanto Blaise dio un paso hacia el pequeño, Harry
por reflejo se puso delante de él.
—No te lo puedes llevar — dijo seriamente.
—¿Por qué no? Es mi hijo.
—Lo sé — Harry lo veía fríamente, ¿Por qué demonios tenía
que recodarle algo que de antemano ya sabía? — Necesito hablar con Severus unos
momentos.
—¿Cuánto tiempo? — espetó, de mala manera. Severus dio
un respingo al ver la expresión del recién llegado.
—No lo sé, el suficiente.
Blaise se cruzó de brazos quedándose en posición de
espera.
—A solas — gruñó Harry.
—No te dejaré solo con mi hijo.
—Y yo soy un auror el cual te puede arrestar si
entorpeces la investigación, así que si no quieres que lo haga, lárgate — Harry
estaba perdiendo los estribos, pero no podía hacer nada al respecto, tan solo
ver a Zabini frente a él lo ponía de malas.
—Severus es un menor de edad, no puede declarar nada
si no hay un mayor de edad a su lado — Blaise cada vez se estaba enojando, lo
cual ocasionaba que el pequeño Severus se aferrara cada vez más a las piernas
de Harry.
—Entonces lo entrevistaré frente a Lucius.
—No, Potter. Él es…
—Sé qué eres de él — cortó rápidamente — Pero no
tienes el poder suficiente siquiera para poder dártelo, la custodia de Severus
la tiene Draco y si algo ocurre con él, la custodia del niño pasa a un familiar
directo, en este caso a su abuelo Lucius Malfoy, ya que te recuerdo que tú y
Draco no están casados — esta vez fue Harry quien saboreó las últimas tres
palabras.
—¿Por qué haces esto? ¿Acaso estas vengándote de mí?
Todo porque Draco y yo nos…
—¡Basta! — gritó el ex Gryffindor, Severus a su lado
dio otro respingo, esta vez alejándose de ambos, se estaba asustando con la
discusión que mantenían los mayores — Zabini, no me obligues a sacarte a la
fuerza.
Blaise le lanzó una mirada furiosa y justo cuando se
disponía a avanzar hacia Severus, la puerta se abrió de golpe.
*****
Hermione seguía observando la carpeta. A esas alturas,
no estaba muy convencida si había hecho lo correcto, sin embargo; no lamentaba
nada. Harry era feliz con Ginny y el pequeño Scorpius. Y al parecer Malfoy había
rehecho su vida, no se había juntado con Zabini, pero todo parecía estar bien, tenía
un trabajo estable y un hijo sano. Ella no tenía derecho a remover heridas
sanadas y mucho menos a perturbar esa paz que su amigo ojiverde disfrutaba.
Dio otro suspiro antes de abrir la carpeta y leer lo
que contenía dentro. Aún recordaba cómo lo había obtenido.
Ella
era la encargada del Laboratorio y eso le deba ciertos privilegios dentro del
Hospital Mágico San Mungo, tenía horas vigilando a Theodore Nott, éste estaba
realizando una prueba de ADN que no estaba registrada dentro del sistema, ella
lo sabía porque había estado esperando ese momento para entrar en acción. El chico
analizaba la sangre del pequeño Severus y hacía algunos apuntes. Theodore,
inesperadamente, fue llamado de urgencia a la tercera planta.
Una
vez solo el laboratorio, Hermione entró. Terminó el análisis de sangre y
entonces lo supo. Lo que más temía estaba frente a ella. Tenía dos opciones,
dejar todo como si nada o cambiar el destino de las cosas. Se inclinó por lo
segundo.
—Lo
siento, Malfoy — murmuró antes de alterar los análisis — Esto es lo mejor para
ambos.
En Hermione eran presentes las lágrimas.
—Perdóname, Harry — murmuró mientras guardaba la
carpeta nuevamente en el fondo del cajón — Espero me perdones algún día.
Ella sabía que había hecho lo correcto. Draco se había
acercado a Harry con la intensión de “borrar” los crimines de su familia y
“limpiar” el apellido Malfoy relacionándose amorosamente con su amigo. Esas
eran sus verdaderas intenciones y ella no podía permitir que el rubio se
saliera con la suya. Y para eso, ella había elaborado ese plan.
*****
Afortunadamente, Theo y Lizzy no habían sufrido
heridas graves. Los aurores habían llegado rápidamente a auxiliarlos a su departamento,
al chico le sorprendió que acudieran a su llamado inmediatamente, puesto que
ser quién era creía que lo dejarían a su suerte. Su departamento había quedado
patas arriba pero no le importó mucho, le importaba más saber quién estaba
detrás del ataque.
Mientras que a Lizzy la revisaban, él había ido a
indagar un poco más en el asunto, no corrió con mucha suerte. Estaba por
regresar nuevamente a la habitación donde se encontraba su hija cuando escuchó
mencionar el apellido Malfoy por unos aurores.
—¿Draco Malfoy? — preguntó, dirigiéndose hacia uno de ellos.
—No te importa — el auror, a quien Theo lo reconoció
como Zacharias Smith, le fulminó con la mirada.
—Regresa con tu hija, en unos momentos te van a ir a
interrogar — Terry Boot también lo fulminó con la mirada, Theodore no quiso
tentar a su suerte y decidió hacer caso a los dos aurores.
Mientras caminaba por el largo pasillo hacia la
habitación donde se encontraba su hija pensaba en los posibles atacantes,
recordaba vagamente que le habían preguntado sobre una poción que Malfoy estaba
realizando y eso lo llevó a concluir que también a su amigo rubio debieron de
haber atacado, las palabras que habían dicho aquellos aurores minutos atrás le
confirmaban sus sospechas.
—Sé qué eres de
él — la voz de Potter, tras una puerta cercana, lo hizo detenerse por
reflejo — Pero no tienes el poder
suficiente siquiera para poder dártelo, la custodia de Severus la tiene Draco y
si algo ocurre con él…
¿Severus? ¿Por qué Potter hablaba de Severus? Theo se
acercó más hacia la puerta, por alguna extraña razón tenía la sensación que
algo andaba mal.
—¿Por qué haces
esto? ¿Acaso estas vengándote de mí? Todo porque Draco y yo nos…
Esa voz sin duda era la de Blaise Zabini, solo fue
cuestión de sumar dos más dos para darse cuenta de lo que estaba ocurriendo
allá dentro. Sin perder más tiempo entró a la habitación.
Harry y Blaise se encontraban frente a frente
fulminándose con la mirada, el primero respiraba agitadamente y empuñaba su
varita hacia el otro chico, mientras que el segundo no despegaba la vista del
primero.
—Tío T — una diminuta ráfaga de cabellera negra corrió
del extremo opuesto hasta donde acababa de aparecerse Theo. Se aferró a él
fuertemente.
—¡Severus! — llamó Harry, olvidándose de Blaise.
—¿Qué es lo que ocurre? — preguntó el recién llegado,
desconcertado. Cargó entre sus brazos al pequeño Severus.
—Nada que te importe — le respondió Blaise — Dámelo,
me lo llevo a casa.
—¿Cuál casa?
Blaise se acercó de manera amenazadora a Theo. Harry
se interpuso.
—Ya te expliqué cómo está la situación, Zabini — le
recordó el ojiverde — No me obligues a encerrarte en Azkaban.
—No te daré el gusto — se volvió hacia con Harry —
Regresaré por él.
Blaise salió de la habitación no sin antes fulminar
con la mirada a Nott. Severus se estremeció. Harry
frunció el ceño. Sabía que algo se le escapaba pero no sabía qué, decidió
dejarlo para después.
—Nott, tengo que hacerte algunas preguntas — dijo, una
vez que Zabini los había dejado solos.
—De acuerdo.
Harry observó a Severus, el cual aún seguía aferrado
en los brazos de Theo.
—Severus…
—¿Me llevarás con mi papi? — el ojiverde abrió la boca
para luego cerrarla, no estaba muy seguro de poder decirle la verdad al
pequeño.
—No. Te llevaré con Luc… emh… tu abuelo.
—Tío T, ¿tú si me puedes llevar con mi papi?
Antes de que el aludido pudiera responder la puerta se
abrió dejando ver a un chico pelirrojo, Ronald Weasley.
—Harry ya hemos terminado el papeleo de San Mungo.
El aludido se acercó al recién llegado.
—Yo haré el resto, necesito que tú vigiles la
habitación de Draco, yo iré a la de Lucius con ellos — hizo una seña hacia Theo
y Severus — que Smith vigile la habitación de la hija de Nott, los demás que
lleven las evidencias de la mansión Malfoy y el departamento de Nott al
laboratorio. En cuanto pueda me reuniré con ustedes en la oficina.
—De acuerdo.
El pelirrojo se escabulló de la habitación.
—Vamos con Lucius Malfoy — les dijo a Nott y a
Severus.
*****
Blaise lanzaba hechizos por todas partes. Después de
aquella humillación por parte de Potter había ido a dar su reporte donde su
jefe, Dawlish, quien le había comunicado del estado de Malfoy. El ex Slytherin estaba
furioso todas sus esperanzas estaban en el estúpido durmiente, ahora ¿qué
haría?
Desesperado salió de esa oficina y se dirigió hacia
donde se encontraba su verdadera familia.
—¡Maldición! — gritó el moreno mientras lanzaba otro
hechizo hacia un roca que tenía frente a él.
Sus planes
estaban suspendidos. Con Malfoy fuera de la jugada las cosas cambiaban
completamente, nadie podría ayudarles.
—Blaise — la voz de Pansy lo sacó de su
ensimismamiento — quiere verte.
Cabizbajo, el moreno pasó de ella y se adentró en
aquella casa. Entró en la habitación del segundo piso. En ésta había un par de
camas. Una estaba desocupada, en la otra descansaba un
pequeño de escasos cinco años.
—Papi… — la voz del pequeño cada vez era más débil.
—Hola, Adrián…
A Blaise se le hizo un nudo en la garganta al ver a su
hijo cada vez más pálido y ojeroso. Era increíble que después de un año de
haberle diagnosticado Gripe Muggle, el pequeño hubiera enfermado tanto. Y lamentablemente,
Adrián solo empeoraría. No había cura para tal enfermedad, o al menos no había
una hasta hace unos seis años atrás.
Draco Malfoy había creado una poción que fue capaz de
contrarrestar los síntomas de esa enfermedad, había funcionado, sin embargo;
los síntomas volvían con el doble de potencia después de varios meses y también
había una disminución en la magia. Podrían seguir usando la poción en los
enfermos, pero no serviría de mucho, ya que solo aplazaría los síntomas unos
meses más. El enfermo jamás sanaría y al final la enfermedad consumiría la
magia y con ello la vida de la persona.
Era por eso que el rubio estaba concentrado en buscar
una cura, pero a los ojos de los familiares de las personas enfermas, se estaba
tardando demasiado. Era por ello que habían elaborado aquel plan, para
presionarlo y obligarlo a terminarla cuanto antes. Sin embargo; los resultados
no fueron los esperados.
El pequeño Adrián se quedó dormido.
—Te pondrás bien, ya lo verás… — el moreno acarició la
frentecita de su hijo.
Blaise no soportó el dolor y salió del lugar. En el
jardín estaba Pansy, la madre de su hijo.
—Encontré esto en el departamento de Nott —
la chica le extendió un sobre.
Blaise frunció el ceño al reconocer el sello del
laboratorio del hospital San Mungo. Abrió el sobre y comenzó a leer su
contenido. Entornó los ojos al no darle crédito a lo que leía.
—Aquí dice que… dice…
—Severus es tu hijo — Pansy lo miró fijamente. Blaise
tragó saliva trabajosamente.
Él se hacía pasar por el padre del hijo de Draco
Malfoy porque así lo asumía el mundo mágico no porque realmente lo fuera. De
hecho eso no podía ser posible, él fue cuidadoso cuando pasó todo eso. Sin
embargo; en sus manos estaba la prueba de que todo era cierto. Él en verdad era
el padre de Severus.
—Severus es mi hijo…
*****
Harry estaba exhausto, había interrogado a Lucius, a
Theodore, al pequeño Severus y a Lizzy, pero ninguno le dio una pista de
quiénes fueran los atacantes. La única pista era la que le había dado Nott, los
atacantes iban detrás de algo en lo cual estaba trabajando Malfoy. Una poción.
Pero no sabían exactamente cuál poción.
Lo que le alegraba era no ser él quien diera la
noticia a Severus sobre el estado de su padre, ese honor se lo dejó al abuelo,
a Lucius. El rubio mayor era paciente y suave con Severus. Le explicaba del
estado en el cual se encontraba Draco, a Harry le dio la sensación que Lucius
se podría desmayar en cualquier momento al juzgar por lo pálido que lucía por
cada palabra que pronunciaba. Estando él en su lugar, no habría siquiera
formulado palabra alguna. Definitivamente los Malfoy eran personas fuertes.
Ya casi anochecía y Harry solo quería salir de ese
lugar. Desde el momento en que el medimago que había atendido a los Malfoy le había
comunicado el estado de Draco, el ojiverde solo podía pensar en una sola
persona, Hermione. Ella era medimaga, su amiga podría hacer algo por Draco.
—Potter, ¿dónde se quedará Severus? — la voz de Lucius
lo sacó de sus cavilaciones.
Harry ya había pensado en eso desde el momento en que
el medimago le había dicho que Lucius se quedaría al menos una noche en el
hospital. Su primera reacción fue el de llevarse a Severus consigo, sin
embargo, la espinita Zabini lo molestaba aún, ¿Cómo podía llevarse al hijo de
su ex marido y de su amante a su propia casa? Eso lo superaba en demasía.
—Le diré a Nott que cuide de él — fue su respuesta.
—De acuerdo.
Harry dejó que el pequeño se despidiera de su abuelo
para después dirigirse hacia con Nott, el cual los esperaba en la sala de espera.
—Harry, ¿puedo ver a mi papi?
El aludido asintió, silenciosamente.
La mirada que le envió el pequeño le recordó a la de
su propio hijo, Scorpius. A Harry no le extrañó que tuvieran esa “similitud”
después de todo, Severus era el medio hermano de su hijo.
*****
Sintió una punzada de dolor en su abultado vientre.
Hermione comenzó a respirar lentamente, no estaba muy segura si el dolor fuera
porque el bebé la había pateado o por otra cosa.
—Ron.
Llamó a su esposo, pero no obtuvo respuesta. La ex
Gryffindor frunció el ceño ligeramente, estaba segura de haberlo escuchado
llegar minutos atrás. Se encogió de hombros y siguió leyendo el libro que
descansaba en su regazo.
Al terminar de leer un párrafo, Hermione sintió
humedad en su parte íntima, se levantó lentamente y en cuanto estuvo
completamente de pie sintió nuevamente una punzada de dolor, esta vez más
fuerte que la primera vez. Algo andaba mal.
—No… — murmuró aterrada al ver una gran mancha de
sangre en donde minutos tras estaba sentada.
Gritó fuertemente cuando el dolor le superó, se agarró
el vientre mientras se dirigía hacia donde había dejado su varita para avisarle
a Ron, en cuanto dio el segundo paso el dolor fue insoportable y cayó desmayada
en medio de la sala.
*****
Harry se encontraba en el estudio de su casa pensando
en la manera de comunicarse con Hermione, había ido hasta su casa pero no
encontró a sus amigos, eso le extrañó mucho ya que su amiga acostumbraba a
salir lo menos posible debido a su estado.
El ojiverde observaba atentamente la fotografía que tenía
frente a él, la de Severus. Ese niño que no tenía la culpa de nada y que sin
embargo ya traía encima la carga del odio y el rencor del Mundo Mágico por ser
un Malfoy. Harry se sintió mal por él.
Las cosas se
estaban complicando y mucho. El ataque hacia Draco y Nott, el estado en el que
se encontraba Draco, los misteriosos atacantes, Blaise Zabini queriéndose
llevar a Severus a su lado…
—Papi…
La voz de Scorpius lo sacó de su ensimismamiento.
Harry parpadeó un par de veces, no se había dado cuenta que su hijo estaba su
lado. El ojiverde lo sentó en sus piernas.
—¿Quién es él, papi? — le preguntó el pequeño rubio
señalando la fotografía de Severus que en esos momentos reposaba en el escritorio.
Harry estaba tan distraído con los recientes hechos que se le había olvidado
ocultar las fotografías antes de cargar a su hijo.
El ojiverde vio alternativamente a Scorpius y a la
fotografía, mientras que muchas imágenes pasaban por su cabeza. Primero fue
Draco, después sus amigos, los amigos del rubio, el Mundo Mágico, Blaise
Zabini, Ginny y por ultimo Severus.
—Emh…
—¿Eras tú de pequeño, papi?
—No.
Scorpius enarcó una ceja, muy similar a como lo hacía
Draco. El pequeño estaba seguro que el de la fotografía era su padre cuando era
un niño. Observó fijamente a su padre.
Harry observó la otra fotografía que sobresalía, en
donde estaba con Draco. Scorpius siguió la mirada de su padre.
—¿Quién es él, papi?
El ojiverde pensó que no sería justo que Scorpius no
supiera nada sobre su otro padre y menos en esos momentos en los cuales, Malfoy
estaba entre la vida y la muerte.
—Scorpius, tengo algo
importante que decirte sobre mamá.
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