Capitulo Uno

Confía en mí.

~Capitulo Uno~

Llevaba un buen rato observándolo. Mientras todos los miembros de la casa de Gryffindor comían amenamente Neville disfrutaba de las caricias que le daban dos compañeras de su casa: Parvati y Ginny.

Durante las ‘vacaciones obligadas’, es decir, después de la consumación de la batalla final contra Voldemort, el castillo se vio envuelto en varias reconstrucciones hasta que finalmente, después de unos meses, quedó nuevamente en servicio; todos los alumnos sobrevivientes y los nuevos aspirantes quedaron invitados a regresar y terminar sus estudios a excepción de los Slytherin. Ellos no estaban invitados, era más bien una ‘obligación’ que les había impuesto el Ministerio de Magia.

— ¡Qué valiente fuiste, Nevy! – la chica Parvati le pestañó en son de coquetería — ¡Eres  el chico más valiente que conocí jamás!

—No es para tanto – respondió el aludido sonrojado pero, sacando a la vez, el pecho con orgullo – Es una lástima que aún después de tanto sacrificio, el ministro quiera que sigamos conviviendo con esa ‘escoria’ – dejó salir con rencor hacia la mesa de las serpientes.

—Llevas días diciendo eso y no te culpo – dejó salir la chica Weasley – yo también los odio a cada uno de ellos. Mi Harry no regresó este año, me dijo que no podía soportar nuestras miradas al saber que por su culpa muchos amigos murieron.

— ¡Él no tuvo la culpa de nada! –Exclamó Parvati – Harry no fue el que mordió a Lavender ni el que hechizó a Fred – gimió, descolocada.

—Él no, pero ellos sí, ellos tienen la culpa – gruñó Neville, fulminando con la mirada a los Slytherin – Ellos deben de pagar por cada una de nuestras pérdidas.

—Pero, ¿cómo? McGonagall y el ministro de magia nos han advertido que no hagamos nada contra ellos – decía desesperada la morena – además, ellos están pagando por cada uno de sus crimines.

—No todos – se apresuró a decir Neville.

— ¿Cómo dices? – Entornó los ojos Ginny – ¿A caso hay un Slytherin que aún no lo haga?

—Así es – gruñó el león, observando a alguien en particular, las chicas siguieron la mirada del chico.

— ¿Quién es él? – Frunció el ceño Parvati – ¿Es nuevo? No lo parece

—Para nada, es de séptimo – informó Neville.

— ¿Y por qué no lo conocía? – refunfuñó la morena.

—Sabe cómo pasar desapercibido – expresó Neville – tanto que no pudieron relacionarlo con nada oscuro a pesar que su padre era uno de los más allegados a Voldemort.

— ¿Su… su padre era mortífago?

— ¡¿Qué?! – Exclamó sorprendida Ginny – ¿Y cómo lo sabes?, ¿has estado investigándolo?

—Por supuesto – confesó el aludido – tenía que asegurarme que todos pagaran por sus crímenes y él no lo ha hecho.

—Alguien tiene que hacérselo pagar, ¿no creen? – dijo maliciosa la chica Weasley.

— ¿Cómo? – Insistió Parvati – solo el Ministerio de Magia lo hace, tú no puedes ir y hacerle pagar con horas de servicio social como a Malfoy y Goyle, tampoco a limitarle las salidas a Hogsmeade como a Parkinson o…

—No, por supuesto que no – en Neville se veía claramente una mirada llena de malicia – pero hay otras maneras de vengarse.

—Esa mirada me gusta – alabó Ginny — ¿Qué tienes planeado hacer, Nevy?

—Mi querida Ginny – el chico le pasó un mechón de cabello rojo atrás de la oreja – muy pronto lo sabrás…

— ¡Qué sexy, Neville! – Chilló Parvati pasando su brazo por los hombros y su mano libre por la pierna del chico – has que pague por el sufrimiento de mi mejor amiga, por la muerte de Fred y por todos los demás que cayeron en la batalla y que aún no han tenido justicia.

—Lo haré – aseguró el chico.

Los tres Gryffindor salieron del Gran Comedor, no sin antes lanzar miradas fugaces hacia su nuevo objetivo.

— ¿Y cómo se llama el idiota, Neville? – quiso saber Ginny mientras caminaban por los jardines del colegio.

—Es verdad, no has dicho el nombre de ese chico – coincidió Parvati.

El aludido se mantuvo en silencio unos segundos para hacerse el interesante y luego pronunció el nombre del Slytherin arrastrando las palabras.

—Theodore Nott.

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