sábado, 23 de noviembre de 2019

Capitulo Diez: Inesperado

Tu historia fue conmigo

Capitulo Diez: Inesperado

Ron salió de entre las llamas verdes que invadieron la red flú, se sacudió la túnica una vez que estuvo lejos de la chimenea. Iba retrasado, lo sabía; tampoco era que se había esforzado precisamente para llegar puntual. Al lugar que iba prefería no ir, pero como lo había dicho antes, ÉL no haría que su vida cambiara. Había decidido dejar a Blaise en el pasado y esa era la oportunidad perfecta para demostrar que podía seguir adelante incluso teniendo cerca al moreno. Podía demostrarse a sí mismo que era capaz de actuar indiferente estando ambos en el mismo sitio.
Caminó lentamente por la central de chimeneas, con las manos dentro de los bolsillos. Si lograba sobrevivir ese día, Neville le debería un gran favor, después de todo se dirigía hacia la inauguración de su boticaria.
-¡Ron! – el pelirrojo cayó en cuenta que alguien tenía rato llamándolo.
-Lo siento.
Terry lo miró fijamente, el pelirrojo no supo interpretar su mirada.
-No te estaba escuchando, vamos un poco retrasados. Neville se enojará – se disculpó.
-Esto no está bien – soltó el castaño. El pelirrojo se detuvo.
-¿Qué?
-Tú y yo – se encogió de hombros – Tienes que leer esa nota y…
-Terry… - el pelirrojo se acercó hacia él – Estoy contigo, te elegí a ti. Vamos.
El castaño se dejó conducir hasta el momento en que Ron se detuvo en seco, haciendo que tropezara con él.
-¿Estás bien? – quiso saber, el pelirrojo se veía realmente sorprendido, como si hubiera visto un fantasma…
Y lo era, un fantasma de su pasado. Por la puerta lateral iba entrando Blaise, tomado de la mano de un muchacho alto y castaño, quien llevaba en sus brazos al hijo del Slytherin. El moreno se abrazó del castaño, quien a su vez le susurró palabras al oído… ¿Qué le estaría diciendo?, ¿Por qué se iban juntos? Se supone que Blaise debería estar en la fiesta de inauguración de la boticaria de Neville. ¿Quién era ese tipo?
-¿Ron?
El pelirrojo sacudió la cabeza y se enfocó en Terry.
-¿Seguro que estás bien?
-Sí, vamos – tomó con más fuerza la mano de Terry y ambos se dirigieron hacia la boticaria de Neville.

[...]

Dos horas atrás, antes que Blaise se dirigiera hacia la central de chimeneas se encontraba en la boticaria, cuidando del pequeño Bilius mientras Draco recibía a los invitados. El rubio jamás esperó que el primero en llegar fuera precisamente Harry Potter.
-¿Draco?
Esa voz…
El rubio sintió paralizarse, se dio la vuelta lentamente. El verlo nuevamente le hizo rememorar esa última vez que lo vio. En Grimmauld Place con Corner… dentro de él. 
-Harry…
Después de meses sin verlo, ahí estaba frente a él.
-Hola – saludó el ojiverde, temiendo que el que tenía frente a él fuera un espejismo y no el auténtico Draco – ¿Podemos hablar?
-Tú y yo no tenemos nada de qué hablar, Potter – el rubio endureció el rostro.
-Por favor – el ojiverde puso su mejor cara de perrito apaleado, esa a la que Draco le era irresistible negarse.
-Solo un minuto – siseó, después de todo el hecho de hablar con el moreno no significaba que le perdonaría lo que le había hecho, ¿cierto?
Ambos se dirigieron hacia la parte trasera de la boticaria, siendo observados por un muchacho alto y castaño.
-¿Y bien? – urgió el rubio, entre más rápido se alejara de Potter mejor.
-Sé que con un ››lo siento‹‹ no solucionaré las cosas, pero… en verdad lo siento, fui un idiota, Draco – Harry le lanzó una mirada de arrepentimiento y el rubio lo sabía.
-El idiota fui yo – Draco lo miró fijamente a los ojos – Te defendí, todo el tiempo, incluso cuando Theodore me insinuó que algo me estabas ocultando.
El ojiverde pasó saliva trabajosamente, ¿Theodore le había contado al rubio de su infidelidad?
-¿Sabes lo que más me duele? Que te puse a ti antes que a él – Draco endureció su rostro – Te creí a ti, te defendí y tú… tú te revolcabas con Corner.
-Draco…
-Dejé de hablarle, lo ignoré durante mucho tiempo. ¿Sabes lo que significa eso?
-Lo siento…
-Yo también – siseó, con odio – Siento haber estado contigo, Potter.
-Perdóname.
-Tendrás suerte si él lo hace conmigo – Harry pudo ver el rencor y el dolor en la mirada de Draco. Sabía que le costaría ganarse su perdón. Si es que alguna vez el rubio le perdonaría su error.
-Te amo, Draco – en el ojiverde eran presentes las lágrimas – Te amo…
-Eso no fue suficiente – el rubio se mantenía impertérrito, internamente se alegraba de haber llorado lo suficiente los meses anteriores y así no estarlo haciendo en esos momentos, haciéndolo lucir patético.
-¿Qué puedo hacer para que me perdones?
-Olvidar no es fácil… perdonar tampoco – Draco se giró, dejando a Harry solo.

[...]

-Bienvenidos, amigos – Neville ofreció la mejor de sus sonrisas ante sus amigos y algunos compañeros de la universidad.
Entre los invitados estaban Hermione Granger y Luna Lovegood, ningún conocido más… o eso le pareció a Blaise, pero él estaba seguro que habría un invitado más, Neville se lo había confirmado la noche anterior y eso no hizo más que aterrar al moreno. Su miedo se hizo presente hasta en esos momentos, cuando vio la realidad frente a sus ojos, en cuanto asoció el nombre de Granger junto con el de Él. Ronald Bilius Weasley.
Blaise se encontraba en el interior de la boticaria, acababa de llevar a su pequeño Bilius y a Toto al jardín trasero. Al asomarse y ver al público todo se derrumbó. Se encontraría con su lindo Bilius, esta vez no se trataría de una casualidad como sucedió meses atrás en el hospital. No, esta vez se verían y sería a consciencia. Al moreno le comenzó a faltar el aire, de pronto el local le pareció demasiado pequeño, asfixiante
-¿Estás bien? – su mirada se nubló, pero aun así pudo escuchar la voz lejana de Theodore.
Se aferró fuertemente a él, arrastrándolo lejos de ese lugar que cada vez lo sentía peligroso.
¿Qué le diré al verlo?
-Blaise, ¿estás bien?
¿Me odiará por haberle dicho que era un ladrón?
-Tranquilo, respira lento…
 ¿Qué le diré de Bilius?
-Respira lento, Blaise – la voz de Theodore era cada vez más lejana.
¿Y si le confieso todo? Sí, tengo que explicarle todo, ¿todo?, ¿le diré todo?
Su respiración aumentó considerablemente.
¿Le contaré del hechizo que me obligó hacer Francis?
-¡Blaise! – la voz de Theodore se coló en sus pensamientos.
-¿Theodore? – el moreno parpadeó un par de veces, estaba seguro que por un segundo vio al castaño hacer un gesto de dolor.
-Respira lento – aconsejó, él obedeció.
-No puedo… no puedo verlo… - sus piernas flaquearon y ambos terminaron sentados en el suelo – No… puedo…
-Está bien, tranquilo – solo entonces se dio cuenta que se mantenía fuertemente sujeto a los brazos de su amigo, lo soltó rápidamente.
-Lo siento – jadeó.
-No te preocupes – tranquilizó – ¿Estás mejor?
Blaise suspiró largamente, normalizando su respiración.
-¿Qué me pasó?, Eso fue… eso fue… ¿qué fue eso? – preguntó, desconcertado.
-Un ataque de pánico – explicó.
Asintió.
-Todo me vino a la mente – susurró – No puedo verlo, no sabría qué decirle, él cree que… - “amo a Francis”, las palabras murieron en sus pensamientos. Se llevó ambas manos al rostro.
-No tienes que quedarte si no quieres – Blaise lo miró fijamente – Neville entenderá.
-Puedes…
-Por supuesto – el castaño lo ayudó a incorporarse, el moreno vio a su alrededor y se dio cuenta que habían terminado en el cuarto de suministros, cuando salieron de éste se toparon con Gordon, quien los observó de manera curiosa. Ambos lucían desordenados de las ropas.
-¿Estás bien? – se dirigió hacia Blaise, quien aún lucía pálido.
-No.
-Lo llevaré a casa – informó el castaño.
Gordon giró su mirada hacia Neville quien aún estaba dándoles la bienvenida a los invitados.
-Puedo hacerlo yo – se ofreció.
-¿Y Draco?
-Está hablando con el chico Potter – Blaise y Theodore intercambiaron miradas.
-Supongo que ya era hora que hablaran esos dos – opinó el moreno – Me iré con Gordon, Theodore. Neville te necesitará.
-¿Seguro?
-Sí, gracias. Me llevaré a Bilius.
-Iré por él – se ofreció Gordon, encaminándose hacia donde se encontraba el pequeño.
-¿Estarás bien? – se quiso asegurar el castaño.
-Lo estaré, gracias – le sonrió.

[...]

Cuando Draco regresó a la celebración Neville ya había concluido su discurso.
-¿Y Gordon? – preguntó a Theodore.
-Ha llevado a Blaise a casa – respondió, sonriéndole a lo lejos a su prometido, quien se encontraba conversando con los recién llegados.
-¿Le ha pasado algo? – el rubio se preocupó.
-Un… ataque de pánico.
-Weasley – susurró, al ver al aludido al lado de Neville.
-Así es – Theodore le dio un sorbo a su bebida – Tenemos que hablar con Gawain.  No me gusta su silencio – confesó – Desde hace meses que no nos ha dado ningún reporte sobre el asunto de Morseferth.
-No responde mis cartas desde que me fui a Francia, tengo pensado hacerle una visita a su oficina y reclamarle.
-Me parece perfecto – sonrió de lado.
-¿Han visto a Blaise? – Neville llegó hasta su lado.
-Se ha ido a casa – informó el rubio, el recién llegado no indagó más, sospechaba la razón por la que el moreno se había ido. Se sintió culpable por ello, Theodore, al interpretar su sentir, lo abrazó por los hombros.
-¿Por qué no me das un recorrido por este lugar? – le dio un casto beso en los labios, Neville se sonrojó.
Ambos se dirigieron hacia la puerta en donde más invitados llegaban. Draco suspiró largamente y sin despegar la mirada de cierto muchacho ojiverde se tomó el último trago de su bebida.
Terry hizo un gesto de dolor que supo disimular muy bien, no quería admitirlo pero la cabeza comenzaba a dolerle mucho.
-¿Dónde se encuentra Neville? – le preguntó a Ron, quien saludaba a Hermione.
-Lo vi en la entrada saludando a Luna – informó la castaña, sonriéndole.
El castaño la observó con curiosidad, ¿Por qué esa muchacha le hablaba con tanta confianza?, ¿Era amiga de Ron?, ¿Por qué se le hacía familiar?
-¿Quién eres? – Hermione parpadeó un par de veces, desconcertada. Ron lo miró con extrañeza.
-Es Hermione – recalcó el pelirrojo, observándolo fijamente.
Terry lucía desconcertado.
¿Hermione?, ¿Quién demonios era Hermione?
El muchacho se dio cuenta de las miradas preocupadas que le enviaban Ron y esa tal Hermione.
-Era broma – sonrió, tratando de convencerlos – Por supuesto que es Hermione.
La muchacha sonrió, borrando rastro de preocupación. El pelirrojo no hizo lo mismo, él sí se preocupó. Sabía que algo andaba mal en Terry, el medimago Burbage le habló de los síntomas que podía presentar su novio a causa del tumor. La pérdida de memoria era uno de ellos. Ron lo conocía perfectamente y sin duda Terry no estaba bromeando.

[...]

-Estoy muerto – Neville se dejó caer en la cama – Me alegra que todo haya terminado.
Theodore le sonrió, acostándose a su lado.
-¿Blaise está mejor?
-Sí, el hecho que mañana será su primer día de trabajo lo ha distraído un poco de todo lo que ha ocurrido hoy.
Neville gruñó.
-¿Qué pasa?
-Me siento mal, no debí presionar a Blaise para que fuera a la inauguración.
-Era inevitable – el Slytherin bostezó.
-¿Qué cosa?
-Blaise y Ron, en cualquier momento tendrán que hablar – cerró los ojos mientras se masajeaba el puente de la nariz.
-Supongo.
-Mañana Draco y yo iremos a visitar a Gawain – Neville endureció el rostro – No hemos tenido noticias de Morseferth, tengo la impresión que nos quiere alejados del asunto todo lo que pueda.
-Tienes razón – susurró – Nos dijo que nos avisaría cuando se abriera, ¿Cómo lo llamó? – cerró los ojos para recordar – Cierto, El grupo de aurores especializados para la futura captura de Francis Morseferth...

[…]

-… y el hecho que estén considerando que Francis escapará de la prisión nos da una idea de la magnitud de la situación y el que no nos mantengan informados no me deja tranquilo – Draco soltó todo el argumento que venía estado ensayando desde hacía meses.
El jefe de aurores suspiró larga y tendidamente, temía que en cualquier momento los muchachos le reclamarían su silencio ante la situación.
-Es hora que nos incluyan en la investigación – ordenó Theodore – Somos el objetivo principal de Morseferth y lo primero que hará al salir de prisión será ir en nuestra búsqueda, sobre todo por Blaise.
El ministro de magia endureció el rostro, sabía que ambos muchachos tenían razón, sin embargo aún no era el momento para revelar lo que habían descubierto.
-Queremos respuestas y no nos iremos sin ellas – Draco sentenció, cruzándose de brazos.
-Muchachos, entiendo su preocupación – reconoció el jefe de aurores – Y si no les he informado nada con respecto a la investigación es porque aún no tenemos nada relevante, pero en cuanto lo tengamos serán los primeros en saber. Tienen que confiar en mí.
-Disculpa si te ofendo al decirte que no lo hago – rugió el rubio.
-¿Qué es lo que saben hasta ahora? ¿Al menos ya saben de qué Pacto Mágico se trata?
-Aún estamos en ello.
-¿Y qué han estado haciendo todo este tiempo? ¡¿Tejer?! – Draco se levantó, molesto. Odiaba no saber nada – ¡Ese loco desquiciado se puede escapar y ustedes ni siquiera tienen idea de cómo neutralizarlo! Sería tan sencillo que un maldito dementor le diera el beso.
-Sabes que eso no podemos hacerlo – razonó el ministro – no sabemos si la vida o la cordura de Morseferth esté ligada con el pacto.
-¡Demonios! – el rubio pateó la silla.
-Al menos dígannos que están seguro de algo – gruñó Theodore, con la poca paciencia que le quedaba.
El ministro se levantó de su escritorio y se dirigió hasta un archivero del cual sacó una gran caja, la puso sobre el escritorio ante las miradas curiosas de Draco y Theodore, el mayor sacó una fotografía.
-Señor…
-Los muchachos tienen razón, Gawain – suspiró, aun sosteniendo la fotografía en sus manos – Deben de saber a qué se enfrentarán.
-¿Qué es eso? – quiso saber Draco.
El ministro de magia dejó al descubierto la fotografía. En ésta había tres muchachos, dos de ellos eran rubios y el tercero moreno. Draco identificó rápidamente al primero.
-Es mi padre – susurró.
-El que está a su lado es el padre de Blaise – comentó Theodore - ¿Quién es el tercero?
Ambos muchachos observaron expectantes a los mayores.
-Francis Morseferth – Draco parpadeó un par de veces y Theodore frunció el ceño.

[...]

Harry se dejó caer en su cama maldiciéndose una y otra vez.
-Draco… - susurró, sintiéndose cada vez más un idiota. Era de esperarse que el rubio no lo hubiera querido perdonar a la primera, él le había hecho mucho daño – No me olvides, Draco.
El ojiverde se dirigió hacia el bar de su habitación y se sirvió una copa de whisky de fuego mientras la imagen de Draco y ese chico castaño, un tal Gordon, se iban juntos de la celebración. ¿Estarían juntos? Le dio un trago largo a la bebida. ¿Draco había dejado de amarlo? Otro trago más. No, Draco no pudo haberlo olvidado así de fácil. Un trago más. ¿O sí?
-No, no puede – dejó salir enojado, sirviéndose un poco más de ese whisky.

[...]

-¿Mi padre conoció a Francis?
-No solo eso, eran mejores amigos – confesó el ministro.
Theodore observó detenidamente la fotografía: Lucius, Francis y Derek parecían muy unidos. No le pasó desapercibido el hecho que Francis era el único que abrazaba a Derek.
-Algo ocurrió entre ellos. No sabemos exactamente qué, pero ese motivo los hizo alejarse.
-Supongo que sea lo que los haya separado es el motivo principal de la venganza que nos tiene – opinó el castaño – Sin embargo, hay algo que aun no entiendo. ¿Dónde entro yo o mi padre en su venganza?
El ministro le enseñó una segunda fotografía donde se encontraban dos jóvenes sonrientes.
-Ese es mi padre – expresó Theodore.
-¿Quién es el otro hombre? – interrogó Draco.
-Alfred Morseferth – respondió Robards – el padre de Francis.
Ambos muchachos trataron de asimilar las novedades.
-Si observamos bien las fotografías; Theodore, Blaise e incluso yo somos casi idénticos a nuestros padres.
El ministro y Robards intercambiaron miradas, los muchachos estaban llegando a las mismas conclusiones que ellos.
-Tengo la ligera sospecha que Francis ve en nosotros a nuestros padres – opinó Theodore.
-Exacto – afirmó el ministro – Y el motivo por el que Derek, Francis y Lucius se separaron involucra a Alfred y a Albert.

[...]

Terry veía el anuario de Hogwarts cuando Ron entró a la habitación.
-Hola – saludó el castaño, cerrando el libro – Llegas temprano.
-No tuve clases – el pelirrojo se encogió de hombros.
-¿Estás bien? – Terry lo vio detenidamente, sabía que algo preocupaba al pelirrojo, desde días atrás lo notaba distraído.
-Sí… no – el castaño alzó una ceja – Estoy preocupado.
-¿De qué?
-De ti.
-¿Yo? – frunció el ceño.
-¿Has ido a tus citas con Burbage? – el castaño rodó los ojos.
-Estoy bien, no he tenido dolores de cabeza desde hace mucho tiempo – reconoció – no tienes que preocuparte por mí.
-Lo hago, porque no quieres hacer el tratamiento.
-No me voy a operar – dejó salir seriamente.
-Terry… - el aludido se levantó de su lugar.
-No lo haré – salió de la habitación.
Ron suspiró largamente, tratando de entender el porqué del comportamiento del castaño. Su mirada la dejó clavada en el anuario de su antiguo colegio, frunció el ceño al ver que un separador sobresalía del libro.
-Pero… ¿qué? – Ron estaba desconcertado, al abrir el libro vio que éste tenía anotaciones en algunas fotografías. Una en particular le llamó la atención. Hermione sonreía, en la parte de abajo tenía escrito: Hermione Jane Granger, Gryffindor, mejor promedio de la generación. Y en la parte superior, escrito a mano decía: Mejor amiga de Ron y Harry, es la chica que saludó en la inauguración de Neville, está en la clase extra de la Academia de Aurores.
Al pelirrojo se le formó un nudo en la garganta, lo que temía estaba pasando. Su novio comenzaba con la pérdida de memoria.
-Terry…

[...]

-¿Cuándo piensas contarle a Neville de lo que hablamos con el ministro y Robards? – Draco indagó, se encontraba recostado en el sofá mientras devoraba una manzana.
-¿Cuándo dejarás de comerte mi desayuno? – contraatacó el castaño.
-¿Te pusieron a dieta? – Se burló – ¿Es por el enlace?
-No, no me pusieron a dieta – gruñó Theodore – Y le diré cuando pase el Enlace, no quiero preocuparlo.
-Hace dos meses fuimos con el ministro y Robards, ¿no crees que se enojará por haberle ocultado tanto tiempo esta información?
-No se enojará si yo se la digo.
-Como digas – le dio la última mordida a la manzana – ¿Cómo le va a Blaise con la mudanza?
-Ya casi termina.
-¿Y con el trabajo?
-Sería más sencillo si leyeras las cartas, Draco – lo asesinó con la mirada – No creas que te pondré al tanto de los dos últimos meses solo porque te dio pereza leer nuestras cartas.
-Accio manzana – el castaño alcanzó a esquivar el fruto verde – Están deliciosas – reconoció el rubio – ¿Dónde las compran?
-Buenos días, niños.
-¿Niños? Madre, ya tenemos barba – Cissa alzó una ceja ante la expresión irónica de su hijo – Y uno está por casarse dentro de dos días.
-Buenos días, Cissa – respondió Theodore, dándole un beso en la mejilla.
-¿Cómo va todo?
-Lo tienes todo cubierto. No sé qué hubiéramos hecho sin ti – confesó el castaño.
-Yo sí – gruñó el rubio – Lo viví los últimos dos meses, ¿recuerdas?
-Draco, cariño, no estés celoso – la mujer le dio un casto beso en la frente – Te dejé con buena compañía, ¿cierto Gordon? – el aludido, quien entraba en esos momentos a la cocina con bolsas de mandado en cada mano, asintió.
-Podrá ser buena compañía, pero mal cocinero, sin ofender Gordon.
-¿Es mi imaginación o estas más gruñón de lo acostumbrado?
-Le he dado la noticia – anunció Theodore.
-Vamos, cariño, serás el padrino de bodas cuando me case yo – le sonrió, Draco frunció el ceño.
-¿Te vas a volver a casar?
-No – le dio un casto beso en la frente, dejándolo desconcertado.
-Tengo que irme a trabajar – anunció el castaño – Se quedan en su casa. Draco, no te acabes mis manzanas.
-Seguro – le dio la última mordida - ¿Ya se fue?
-Si – anunció Cissa.
-¡Perfecto! Gordon trae las cosas, comenzaremos.
-¿Comenzar exactamente qué, Draco? – La rubia preguntó perspicaz.
-La despedida de soltero de Theodore, madre – el rubio sonrió, lanzando un Accio silencio hacia la última manzana.

[...]

-Ya está dicho, nos llevaremos a Neville a este lugar – el pelirrojo sonrió abiertamente.
Harry y Terry miraron a Ron no muy convencidos.
-¿Qué ocurre? ¿No les agrada la idea?
-Es un karaoke – aclaró el ojiverde.
-¡Es perfecto! Apuesto que Neville jamás ha visitado un lugar como ese – volvió a sonreír.
-¿Y cuándo piensas llevar a cabo tu gran celebración?
-Hoy mismo, en la noche.
-¿Y el novio lo sabe?
-¿Theodore? – Terry frunció el ceño.
-Me refiero a Neville – Harry rodó los ojos, tenían más de una hora tratando de ponerse de acuerdo.
-Esa es la idea, Neville no tiene idea de nada – Ron volvió a sonreír, acción que preocupó en demasía a sus amigos.

[...]

-Esto es serio – confesó Theodore – Algo trae entre manos – Blaise sonrió de lado – No te burles… espera ¿sabes algo?
-No.
Ambos se encaminaron hacia la recepción, se encontraban en San Mungo.
-Relájate, Theodore – recomendó.
-No puedo, sobre todo cuando Draco se acaba mis manzanas – esta vez el moreno no pudo reprimir su sonrisa – Qué – espetó el castaño.
-Son los nervios, Theo. Te enlazas en dos días. Relájate, todo saldrá bien, aunque Draco se acabe tus manzanas.
El aludido gruñó.
-Las manzanas no me preocupan – musitó.
Blaise detuvo su caminata haciendo que Theodore tropezara con él.
-Mañana comenzaremos con el turno vespertino – soltó el moreno.
-¿Qué? – Theodore lo miró desconcertado.
-Hoy es el último día en el que trabajaremos en el turno matutino porque mañana comenzaremos las clases en la Universidad Mágica – el castaño seguía aturdido – Así que, en teoría estaremos muy ocupados, sobre todo por el Enlace, y terminar la mudanza y…
-¿Estás bien? – Theodore no entendía nada, sobre todo por cómo actuaba Blaise.
-Además esta Toto, tengo que llevarlo a su vacunas y Bilius también está por…
-Hola, Blaise – una muchacha de grandes ojos color miel, le sonrió abiertamente.
-Hola… Myrtle, ¿Cómo te va? – le brindó una sonrisa exagerada, la muchacha se sonrojó, Theodore alzó una ceja.
-Muy bien… nos vemos… - Myrtle continuó su camino – Adiós, Theodore.
-Adiós – se despidió, desconcertado. El castaño miró de hito en hito a la muchacha, quien ya estaba llegando a la recepción y luego a su amigo - ¿Qué fue eso?
-Me ha invitado a salir – dejó salir.
-Y ella sabe que tú, eres…
-Sí, lo sabe – susurró – Me dijo que ella puede hacerme, tú sabes…
-No, no lo sé.
-Hacerme hetero – confesó, bajito. Theodore soltó una sonrisa.
-¡Esto es serio!
-Solo dile que no te interesa.
-Ella es… tenaz.
-¿Quién lo diría, Blaise? Tienes trabajando casi dos meses y ya te llueven pretendientes.
-No soy el único – le señaló con la cabeza a Burbage, quien se encontraba del otro lado del pasillo.
-Pero eres el único soltero.
-Soltero, pero mi corazón tiene dueño.
-Y respecto a eso…
-Estoy listo para verlo. Esta vez no habrá ataque de pánico – afirmó. Theodore le sonrió de lado.

[...]

Solo el sonido de gotas de agua cayendo se escuchaba en ese lugar. Francis se acurrucó más en la cama. En esa época del año, esa área de Azkaban era la más fría. El sonido de un chasquido le advirtió que alguien había ingresado al área.
-Francis.
El aludido se levantó y sigilosamente se acercó hasta la persona que lo llamó.
-Ya está listo, el plan va en marcha.
-¿No sospechan nada?
-Nada – aseguró el joven.
-Perfecto.
-Muy pronto saldrás de aquí.
Francis sonrió de lado.



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