Tu historia fue conmigo
Capitulo Diez:
Inesperado
Ron
salió de entre las llamas verdes que invadieron la red flú, se sacudió la
túnica una vez que estuvo lejos de la chimenea. Iba retrasado, lo sabía;
tampoco era que se había esforzado precisamente para llegar puntual. Al lugar
que iba prefería no ir, pero como lo había dicho antes, ÉL no haría que su vida
cambiara. Había decidido dejar a Blaise en el pasado y esa era la oportunidad
perfecta para demostrar que podía seguir adelante incluso teniendo cerca al
moreno. Podía demostrarse a sí mismo que era capaz de actuar indiferente
estando ambos en el mismo sitio.
Caminó
lentamente por la central de chimeneas, con las manos dentro de los bolsillos.
Si lograba sobrevivir ese día, Neville le debería un gran favor, después de
todo se dirigía hacia la inauguración de su boticaria.
-¡Ron!
– el pelirrojo cayó en cuenta que alguien tenía rato llamándolo.
-Lo
siento.
Terry
lo miró fijamente, el pelirrojo no supo interpretar su mirada.
-No
te estaba escuchando, vamos un poco retrasados. Neville se enojará – se
disculpó.
-Esto
no está bien – soltó el castaño. El pelirrojo se detuvo.
-¿Qué?
-Tú
y yo – se encogió de hombros – Tienes que leer esa nota y…
-Terry…
- el pelirrojo se acercó hacia él – Estoy contigo, te elegí a ti. Vamos.
El
castaño se dejó conducir hasta el momento en que Ron se detuvo en seco,
haciendo que tropezara con él.
-¿Estás
bien? – quiso saber, el pelirrojo se veía realmente sorprendido, como si
hubiera visto un fantasma…
Y
lo era, un fantasma de su pasado. Por la puerta lateral iba entrando Blaise,
tomado de la mano de un muchacho alto y castaño, quien llevaba en sus brazos al
hijo del Slytherin. El moreno se abrazó del castaño, quien a su vez le susurró
palabras al oído… ¿Qué le estaría diciendo?, ¿Por qué se iban juntos? Se supone
que Blaise debería estar en la fiesta de inauguración de la boticaria de
Neville. ¿Quién era ese tipo?
-¿Ron?
El
pelirrojo sacudió la cabeza y se enfocó en Terry.
-¿Seguro
que estás bien?
-Sí,
vamos – tomó con más fuerza la mano de Terry y ambos se dirigieron hacia la
boticaria de Neville.
[...]
Dos
horas atrás, antes que Blaise se dirigiera hacia la central de chimeneas se
encontraba en la boticaria, cuidando del pequeño Bilius mientras Draco recibía
a los invitados. El rubio jamás esperó que el primero en llegar fuera precisamente
Harry Potter.
-¿Draco?
Esa
voz…
El
rubio sintió paralizarse, se dio la vuelta lentamente. El verlo nuevamente le
hizo rememorar esa última vez que lo vio. En Grimmauld Place con Corner… dentro de él.
-Harry…
Después
de meses sin verlo, ahí estaba frente a él.
-Hola
– saludó el ojiverde, temiendo que el que tenía frente a él fuera un espejismo
y no el auténtico Draco – ¿Podemos hablar?
-Tú
y yo no tenemos nada de qué hablar, Potter – el rubio endureció el rostro.
-Por
favor – el ojiverde puso su mejor cara de perrito apaleado, esa a la que Draco
le era irresistible negarse.
-Solo
un minuto – siseó, después de todo el hecho de hablar con el moreno no
significaba que le perdonaría lo que le había hecho, ¿cierto?
Ambos
se dirigieron hacia la parte trasera de la boticaria, siendo observados por un
muchacho alto y castaño.
-¿Y
bien? – urgió el rubio, entre más rápido se alejara de Potter mejor.
-Sé
que con un ››lo siento‹‹ no solucionaré las cosas, pero… en verdad lo siento,
fui un idiota, Draco – Harry le lanzó una mirada de arrepentimiento y el rubio
lo sabía.
-El
idiota fui yo – Draco lo miró fijamente a los ojos – Te defendí, todo el
tiempo, incluso cuando Theodore me insinuó que algo me estabas ocultando.
El
ojiverde pasó saliva trabajosamente, ¿Theodore le había contado al rubio de su
infidelidad?
-¿Sabes
lo que más me duele? Que te puse a ti antes que a él – Draco endureció su
rostro – Te creí a ti, te defendí y tú… tú te revolcabas con Corner.
-Draco…
-Dejé
de hablarle, lo ignoré durante mucho tiempo. ¿Sabes lo que significa eso?
-Lo
siento…
-Yo
también – siseó, con odio – Siento haber estado contigo, Potter.
-Perdóname.
-Tendrás
suerte si él lo hace conmigo – Harry pudo ver el rencor y el dolor en la mirada
de Draco. Sabía que le costaría ganarse su perdón. Si es que alguna vez el
rubio le perdonaría su error.
-Te
amo, Draco – en el ojiverde eran presentes las lágrimas – Te amo…
-Eso
no fue suficiente – el rubio se mantenía impertérrito, internamente se alegraba
de haber llorado lo suficiente los meses anteriores y así no estarlo haciendo
en esos momentos, haciéndolo lucir patético.
-¿Qué
puedo hacer para que me perdones?
-Olvidar
no es fácil… perdonar tampoco – Draco se giró, dejando a Harry solo.
[...]
-Bienvenidos,
amigos – Neville ofreció la mejor de sus sonrisas ante sus amigos y algunos
compañeros de la universidad.
Entre
los invitados estaban Hermione Granger y Luna Lovegood, ningún conocido más… o
eso le pareció a Blaise, pero él estaba seguro que habría un invitado más,
Neville se lo había confirmado la noche anterior y eso no hizo más que aterrar
al moreno. Su miedo se hizo presente hasta en esos momentos, cuando vio la
realidad frente a sus ojos, en cuanto asoció el nombre de Granger junto con el
de Él. Ronald Bilius Weasley.
Blaise
se encontraba en el interior de la boticaria, acababa de llevar a su pequeño
Bilius y a Toto al jardín trasero. Al
asomarse y ver al público todo se derrumbó. Se encontraría con su lindo Bilius,
esta vez no se trataría de una casualidad como sucedió meses atrás en el
hospital. No, esta vez se verían y sería a consciencia. Al moreno le comenzó a
faltar el aire, de pronto el local le pareció demasiado pequeño, asfixiante…
-¿Estás
bien? – su mirada se nubló, pero aun así pudo escuchar la voz lejana de
Theodore.
Se
aferró fuertemente a él, arrastrándolo lejos de ese lugar que cada vez lo
sentía peligroso.
¿Qué le diré al verlo?
-Blaise,
¿estás bien?
¿Me odiará por haberle dicho que era un
ladrón?
-Tranquilo,
respira lento…
¿Qué
le diré de Bilius?
-Respira
lento, Blaise – la voz de Theodore era cada vez más lejana.
¿Y si le confieso todo? Sí, tengo que
explicarle todo, ¿todo?, ¿le diré todo?
Su
respiración aumentó considerablemente.
¿Le contaré del hechizo que me obligó
hacer Francis?
-¡Blaise!
– la voz de Theodore se coló en sus pensamientos.
-¿Theodore?
– el moreno parpadeó un par de veces, estaba seguro que por un segundo vio al
castaño hacer un gesto de dolor.
-Respira
lento – aconsejó, él obedeció.
-No
puedo… no puedo verlo… - sus piernas flaquearon y ambos terminaron sentados en
el suelo – No… puedo…
-Está
bien, tranquilo – solo entonces se dio cuenta que se mantenía fuertemente
sujeto a los brazos de su amigo, lo soltó rápidamente.
-Lo
siento – jadeó.
-No
te preocupes – tranquilizó – ¿Estás mejor?
Blaise
suspiró largamente, normalizando su respiración.
-¿Qué
me pasó?, Eso fue… eso fue… ¿qué fue eso? – preguntó, desconcertado.
-Un
ataque de pánico – explicó.
Asintió.
-Todo
me vino a la mente – susurró – No puedo verlo, no sabría qué decirle, él cree que…
- “amo a Francis”, las palabras
murieron en sus pensamientos. Se llevó ambas manos al rostro.
-No
tienes que quedarte si no quieres – Blaise lo miró fijamente – Neville
entenderá.
-Puedes…
-Por
supuesto – el castaño lo ayudó a incorporarse, el moreno vio a su alrededor y se
dio cuenta que habían terminado en el cuarto de suministros, cuando salieron de
éste se toparon con Gordon, quien los observó de manera curiosa. Ambos lucían
desordenados de las ropas.
-¿Estás
bien? – se dirigió hacia Blaise, quien aún lucía pálido.
-No.
-Lo
llevaré a casa – informó el castaño.
Gordon
giró su mirada hacia Neville quien aún estaba dándoles la bienvenida a los
invitados.
-Puedo
hacerlo yo – se ofreció.
-¿Y
Draco?
-Está
hablando con el chico Potter – Blaise y Theodore intercambiaron miradas.
-Supongo
que ya era hora que hablaran esos dos – opinó el moreno – Me iré con Gordon,
Theodore. Neville te necesitará.
-¿Seguro?
-Sí,
gracias. Me llevaré a Bilius.
-Iré
por él – se ofreció Gordon, encaminándose hacia donde se encontraba el pequeño.
-¿Estarás
bien? – se quiso asegurar el castaño.
-Lo
estaré, gracias – le sonrió.
[...]
Cuando
Draco regresó a la celebración Neville ya había concluido su discurso.
-¿Y
Gordon? – preguntó a Theodore.
-Ha
llevado a Blaise a casa – respondió, sonriéndole a lo lejos a su prometido,
quien se encontraba conversando con los recién llegados.
-¿Le
ha pasado algo? – el rubio se preocupó.
-Un…
ataque de pánico.
-Weasley
– susurró, al ver al aludido al lado de Neville.
-Así
es – Theodore le dio un sorbo a su bebida – Tenemos que hablar con Gawain. No me gusta su silencio – confesó – Desde hace
meses que no nos ha dado ningún reporte sobre el asunto de Morseferth.
-No
responde mis cartas desde que me fui a Francia, tengo pensado hacerle una
visita a su oficina y reclamarle.
-Me
parece perfecto – sonrió de lado.
-¿Han
visto a Blaise? – Neville llegó hasta su lado.
-Se
ha ido a casa – informó el rubio, el recién llegado no indagó más, sospechaba
la razón por la que el moreno se había ido. Se sintió culpable por ello,
Theodore, al interpretar su sentir, lo abrazó por los hombros.
-¿Por
qué no me das un recorrido por este lugar? – le dio un casto beso en los
labios, Neville se sonrojó.
Ambos
se dirigieron hacia la puerta en donde más invitados llegaban. Draco suspiró
largamente y sin despegar la mirada de cierto muchacho ojiverde se tomó el último
trago de su bebida.
Terry
hizo un gesto de dolor que supo disimular muy bien, no quería admitirlo pero la
cabeza comenzaba a dolerle mucho.
-¿Dónde
se encuentra Neville? – le preguntó a Ron, quien saludaba a Hermione.
-Lo
vi en la entrada saludando a Luna – informó la castaña, sonriéndole.
El
castaño la observó con curiosidad, ¿Por qué esa muchacha le hablaba con tanta
confianza?, ¿Era amiga de Ron?, ¿Por qué se le hacía familiar?
-¿Quién
eres? – Hermione parpadeó un par de veces, desconcertada. Ron lo miró con
extrañeza.
-Es
Hermione – recalcó el pelirrojo, observándolo fijamente.
Terry
lucía desconcertado.
¿Hermione?,
¿Quién demonios era Hermione?
El
muchacho se dio cuenta de las miradas preocupadas que le enviaban Ron y esa tal
Hermione.
-Era
broma – sonrió, tratando de convencerlos – Por supuesto que es Hermione.
La
muchacha sonrió, borrando rastro de preocupación. El pelirrojo no hizo lo
mismo, él sí se preocupó. Sabía que algo andaba mal en Terry, el medimago
Burbage le habló de los síntomas que podía presentar su novio a causa del
tumor. La pérdida de memoria era uno de ellos. Ron lo conocía perfectamente y
sin duda Terry no estaba bromeando.
[...]
-Estoy
muerto – Neville se dejó caer en la cama – Me alegra que todo haya terminado.
Theodore
le sonrió, acostándose a su lado.
-¿Blaise
está mejor?
-Sí,
el hecho que mañana será su primer día de trabajo lo ha distraído un poco de
todo lo que ha ocurrido hoy.
Neville
gruñó.
-¿Qué
pasa?
-Me
siento mal, no debí presionar a Blaise para que fuera a la inauguración.
-Era
inevitable – el Slytherin bostezó.
-¿Qué
cosa?
-Blaise
y Ron, en cualquier momento tendrán que hablar – cerró los ojos mientras se
masajeaba el puente de la nariz.
-Supongo.
-Mañana
Draco y yo iremos a visitar a Gawain – Neville endureció el rostro – No hemos
tenido noticias de Morseferth, tengo la impresión que nos quiere alejados del
asunto todo lo que pueda.
-Tienes
razón – susurró – Nos dijo que nos avisaría cuando se abriera, ¿Cómo lo llamó?
– cerró los ojos para recordar – Cierto, El grupo de aurores especializados
para la futura captura de Francis Morseferth...
[…]
-…
y el hecho que estén considerando que Francis escapará de la prisión nos da una
idea de la magnitud de la situación y el que no nos mantengan informados no me
deja tranquilo – Draco soltó todo el argumento que venía estado ensayando desde
hacía meses.
El
jefe de aurores suspiró larga y tendidamente, temía que en cualquier momento
los muchachos le reclamarían su silencio ante la situación.
-Es
hora que nos incluyan en la investigación – ordenó Theodore – Somos el objetivo
principal de Morseferth y lo primero que hará al salir de prisión será ir en
nuestra búsqueda, sobre todo por Blaise.
El
ministro de magia endureció el rostro, sabía que ambos muchachos tenían razón,
sin embargo aún no era el momento para revelar lo que habían descubierto.
-Queremos
respuestas y no nos iremos sin ellas – Draco sentenció, cruzándose de brazos.
-Muchachos,
entiendo su preocupación – reconoció el jefe de aurores – Y si no les he
informado nada con respecto a la investigación es porque aún no tenemos nada
relevante, pero en cuanto lo tengamos serán los primeros en saber. Tienen que
confiar en mí.
-Disculpa
si te ofendo al decirte que no lo hago – rugió el rubio.
-¿Qué
es lo que saben hasta ahora? ¿Al menos ya saben de qué Pacto Mágico se trata?
-Aún
estamos en ello.
-¿Y
qué han estado haciendo todo este tiempo? ¡¿Tejer?! – Draco se levantó,
molesto. Odiaba no saber nada – ¡Ese loco desquiciado se puede escapar y ustedes
ni siquiera tienen idea de cómo neutralizarlo! Sería tan sencillo que un
maldito dementor le diera el beso.
-Sabes
que eso no podemos hacerlo – razonó el ministro – no sabemos si la vida o la
cordura de Morseferth esté ligada con el pacto.
-¡Demonios!
– el rubio pateó la silla.
-Al
menos dígannos que están seguro de algo – gruñó Theodore, con la poca paciencia
que le quedaba.
El
ministro se levantó de su escritorio y se dirigió hasta un archivero del cual
sacó una gran caja, la puso sobre el escritorio ante las miradas curiosas de
Draco y Theodore, el mayor sacó una fotografía.
-Señor…
-Los
muchachos tienen razón, Gawain – suspiró, aun sosteniendo la fotografía en sus
manos – Deben de saber a qué se enfrentarán.
-¿Qué
es eso? – quiso saber Draco.
El
ministro de magia dejó al descubierto la fotografía. En ésta había tres
muchachos, dos de ellos eran rubios y el tercero moreno. Draco identificó
rápidamente al primero.
-Es
mi padre – susurró.
-El
que está a su lado es el padre de Blaise – comentó Theodore - ¿Quién es el
tercero?
Ambos
muchachos observaron expectantes a los mayores.
-Francis
Morseferth – Draco parpadeó un par de veces y Theodore frunció el ceño.
[...]
Harry
se dejó caer en su cama maldiciéndose una y otra vez.
-Draco…
- susurró, sintiéndose cada vez más un idiota. Era de esperarse que el rubio no
lo hubiera querido perdonar a la primera, él le había hecho mucho daño – No me
olvides, Draco.
El
ojiverde se dirigió hacia el bar de su habitación y se sirvió una copa de
whisky de fuego mientras la imagen de Draco y ese chico castaño, un tal Gordon,
se iban juntos de la celebración. ¿Estarían juntos? Le dio un trago largo a la
bebida. ¿Draco había dejado de amarlo? Otro trago más. No, Draco no pudo
haberlo olvidado así de fácil. Un trago más. ¿O sí?
-No,
no puede – dejó salir enojado, sirviéndose un poco más de ese whisky.
[...]
-¿Mi
padre conoció a Francis?
-No
solo eso, eran mejores amigos – confesó el ministro.
Theodore
observó detenidamente la fotografía: Lucius, Francis y Derek parecían muy unidos.
No le pasó desapercibido el hecho que Francis era el único que abrazaba a
Derek.
-Algo
ocurrió entre ellos. No sabemos exactamente qué, pero ese motivo los hizo
alejarse.
-Supongo
que sea lo que los haya separado es el motivo principal de la venganza que nos
tiene – opinó el castaño – Sin embargo, hay algo que aun no entiendo. ¿Dónde
entro yo o mi padre en su venganza?
El
ministro le enseñó una segunda fotografía donde se encontraban dos jóvenes
sonrientes.
-Ese
es mi padre – expresó Theodore.
-¿Quién
es el otro hombre? – interrogó Draco.
-Alfred
Morseferth – respondió Robards – el padre de Francis.
Ambos
muchachos trataron de asimilar las novedades.
-Si
observamos bien las fotografías; Theodore, Blaise e incluso yo somos casi
idénticos a nuestros padres.
El
ministro y Robards intercambiaron miradas, los muchachos estaban llegando a las
mismas conclusiones que ellos.
-Tengo
la ligera sospecha que Francis ve en nosotros a nuestros padres – opinó
Theodore.
-Exacto
– afirmó el ministro – Y el motivo por el que Derek, Francis y Lucius se
separaron involucra a Alfred y a Albert.
[...]
Terry
veía el anuario de Hogwarts cuando Ron entró a la habitación.
-Hola
– saludó el castaño, cerrando el libro – Llegas temprano.
-No
tuve clases – el pelirrojo se encogió de hombros.
-¿Estás
bien? – Terry lo vio detenidamente, sabía que algo preocupaba al pelirrojo,
desde días atrás lo notaba distraído.
-Sí…
no – el castaño alzó una ceja – Estoy preocupado.
-¿De
qué?
-De
ti.
-¿Yo?
– frunció el ceño.
-¿Has
ido a tus citas con Burbage? – el castaño rodó los ojos.
-Estoy
bien, no he tenido dolores de cabeza desde hace mucho tiempo – reconoció – no
tienes que preocuparte por mí.
-Lo
hago, porque no quieres hacer el tratamiento.
-No
me voy a operar – dejó salir seriamente.
-Terry…
- el aludido se levantó de su lugar.
-No
lo haré – salió de la habitación.
Ron
suspiró largamente, tratando de entender el porqué del comportamiento del
castaño. Su mirada la dejó clavada en el anuario de su antiguo colegio, frunció
el ceño al ver que un separador sobresalía del libro.
-Pero…
¿qué? – Ron estaba desconcertado, al abrir el libro vio que éste tenía
anotaciones en algunas fotografías. Una en particular le llamó la atención.
Hermione sonreía, en la parte de abajo tenía escrito: Hermione Jane Granger,
Gryffindor, mejor promedio de la generación. Y en la parte superior, escrito a
mano decía: Mejor amiga de Ron y Harry, es la chica que saludó en la
inauguración de Neville, está en la clase extra de la Academia de Aurores.
Al
pelirrojo se le formó un nudo en la garganta, lo que temía estaba pasando. Su
novio comenzaba con la pérdida de memoria.
-Terry…
[...]
-¿Cuándo
piensas contarle a Neville de lo que hablamos con el ministro y Robards? –
Draco indagó, se encontraba recostado en el sofá mientras devoraba una manzana.
-¿Cuándo
dejarás de comerte mi desayuno? – contraatacó el castaño.
-¿Te
pusieron a dieta? – Se burló – ¿Es por el enlace?
-No,
no me pusieron a dieta – gruñó Theodore – Y le diré cuando pase el Enlace, no
quiero preocuparlo.
-Hace
dos meses fuimos con el ministro y Robards, ¿no crees que se enojará por
haberle ocultado tanto tiempo esta información?
-No
se enojará si yo se la digo.
-Como
digas – le dio la última mordida a la manzana – ¿Cómo le va a Blaise con la
mudanza?
-Ya
casi termina.
-¿Y
con el trabajo?
-Sería
más sencillo si leyeras las cartas, Draco – lo asesinó con la mirada – No creas
que te pondré al tanto de los dos últimos meses solo porque te dio pereza leer
nuestras cartas.
-Accio manzana – el castaño alcanzó a
esquivar el fruto verde – Están deliciosas – reconoció el rubio – ¿Dónde las
compran?
-Buenos
días, niños.
-¿Niños? Madre, ya tenemos barba – Cissa
alzó una ceja ante la expresión irónica de su hijo – Y uno está por casarse dentro
de dos días.
-Buenos
días, Cissa – respondió Theodore, dándole un beso en la mejilla.
-¿Cómo
va todo?
-Lo
tienes todo cubierto. No sé qué hubiéramos hecho sin ti – confesó el castaño.
-Yo
sí – gruñó el rubio – Lo viví los últimos dos meses, ¿recuerdas?
-Draco,
cariño, no estés celoso – la mujer le dio un casto beso en la frente – Te dejé
con buena compañía, ¿cierto Gordon? – el aludido, quien entraba en esos
momentos a la cocina con bolsas de mandado en cada mano, asintió.
-Podrá
ser buena compañía, pero mal cocinero, sin ofender Gordon.
-¿Es
mi imaginación o estas más gruñón de lo acostumbrado?
-Le
he dado la noticia – anunció Theodore.
-Vamos,
cariño, serás el padrino de bodas cuando me case yo – le sonrió, Draco frunció
el ceño.
-¿Te
vas a volver a casar?
-No
– le dio un casto beso en la frente, dejándolo desconcertado.
-Tengo
que irme a trabajar – anunció el castaño – Se quedan en su casa. Draco, no te
acabes mis manzanas.
-Seguro
– le dio la última mordida - ¿Ya se fue?
-Si
– anunció Cissa.
-¡Perfecto!
Gordon trae las cosas, comenzaremos.
-¿Comenzar
exactamente qué, Draco? – La rubia preguntó perspicaz.
-La
despedida de soltero de Theodore, madre – el rubio sonrió, lanzando un Accio silencio hacia la última manzana.
[...]
-Ya
está dicho, nos llevaremos a Neville a este lugar – el pelirrojo sonrió
abiertamente.
Harry
y Terry miraron a Ron no muy convencidos.
-¿Qué
ocurre? ¿No les agrada la idea?
-Es
un karaoke – aclaró el ojiverde.
-¡Es
perfecto! Apuesto que Neville jamás ha visitado un lugar como ese – volvió a sonreír.
-¿Y
cuándo piensas llevar a cabo tu gran celebración?
-Hoy
mismo, en la noche.
-¿Y
el novio lo sabe?
-¿Theodore?
– Terry frunció el ceño.
-Me
refiero a Neville – Harry rodó los ojos, tenían más de una hora tratando de
ponerse de acuerdo.
-Esa
es la idea, Neville no tiene idea de nada – Ron volvió a sonreír, acción que
preocupó en demasía a sus amigos.
[...]
-Esto
es serio – confesó Theodore – Algo trae entre manos – Blaise sonrió de lado –
No te burles… espera ¿sabes algo?
-No.
Ambos
se encaminaron hacia la recepción, se encontraban en San Mungo.
-Relájate,
Theodore – recomendó.
-No
puedo, sobre todo cuando Draco se acaba mis manzanas – esta vez el moreno no
pudo reprimir su sonrisa – Qué – espetó el castaño.
-Son
los nervios, Theo. Te enlazas en dos días. Relájate, todo saldrá bien, aunque
Draco se acabe tus manzanas.
El
aludido gruñó.
-Las
manzanas no me preocupan – musitó.
Blaise
detuvo su caminata haciendo que Theodore tropezara con él.
-Mañana
comenzaremos con el turno vespertino – soltó el moreno.
-¿Qué?
– Theodore lo miró desconcertado.
-Hoy
es el último día en el que trabajaremos en el turno matutino porque mañana
comenzaremos las clases en la Universidad Mágica – el castaño seguía aturdido –
Así que, en teoría estaremos muy ocupados, sobre todo por el Enlace, y terminar
la mudanza y…
-¿Estás
bien? – Theodore no entendía nada, sobre todo por cómo actuaba Blaise.
-Además
esta Toto, tengo que llevarlo a su
vacunas y Bilius también está por…
-Hola,
Blaise – una muchacha de grandes ojos color miel, le sonrió abiertamente.
-Hola…
Myrtle, ¿Cómo te va? – le brindó una sonrisa exagerada, la muchacha se sonrojó,
Theodore alzó una ceja.
-Muy
bien… nos vemos… - Myrtle continuó su camino – Adiós, Theodore.
-Adiós
– se despidió, desconcertado. El castaño miró de hito en hito a la muchacha,
quien ya estaba llegando a la recepción y luego a su amigo - ¿Qué fue eso?
-Me
ha invitado a salir – dejó salir.
-Y
ella sabe que tú, eres…
-Sí,
lo sabe – susurró – Me dijo que ella puede hacerme, tú sabes…
-No,
no lo sé.
-Hacerme
hetero – confesó, bajito. Theodore soltó una sonrisa.
-¡Esto
es serio!
-Solo
dile que no te interesa.
-Ella
es… tenaz.
-¿Quién
lo diría, Blaise? Tienes trabajando casi dos meses y ya te llueven
pretendientes.
-No
soy el único – le señaló con la cabeza a Burbage, quien se encontraba del otro
lado del pasillo.
-Pero
eres el único soltero.
-Soltero,
pero mi corazón tiene dueño.
-Y
respecto a eso…
-Estoy
listo para verlo. Esta vez no habrá ataque de pánico – afirmó. Theodore le
sonrió de lado.
[...]
Solo
el sonido de gotas de agua cayendo se escuchaba en ese lugar. Francis se
acurrucó más en la cama. En esa época del año, esa área de Azkaban era la más
fría. El sonido de un chasquido le advirtió que alguien había ingresado al área.
-Francis.
El
aludido se levantó y sigilosamente se acercó hasta la persona que lo llamó.
-Ya
está listo, el plan va en marcha.
-¿No
sospechan nada?
-Nada
– aseguró el joven.
-Perfecto.
-Muy
pronto saldrás de aquí.
Francis
sonrió de lado.
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