Aclaraciones:
(*)One-Shot inspirado en un capitulo de Phineas y Ferb. (La balada de
barba fea)
-Está escrito en primera persona, Teddy.
-No es necesario leer la historia “El muchacho de ojos tristes” para
entenderlo.
-Este One-Shot no interfiere o cambia nada en la historia de “El
muchacho de ojos tristes”. 
EL MUSGO
AZUL
[Teddy]
¿Cuántas veces llevábamos ese día discutiendo?, ¿cuatro?, ¿diez?,
¿siete? No lo sé. Solo recuerdo haber azotado la puerta de mi habitación con
demasiada fuerza después de haber discutido con mi hermano mayor, Konny. Desde
que se ha convertido en mi tutor, hace tan solo tres años atrás, se ha vuelto
insoportable. 
Mis padres murieron en un accidente de automóvil hace seis años, mi
hermano tendría unos quince años y yo once, por ser menores de edad quedamos al
cuidado del mejor amigo de mi padre, Spencer. Pasó el tiempo y con ello vino la
mayoría de edad de Konny, reclamando así mi tutoría y haciéndose cargo de mí y
del negocio familiar, el Lemus Cinema.
Se supone que con mi hermano mayor de tutor las cosas mejorarían,
tendría más libertad, menos regaños, más aumento en la mesada de los domingos,
pero nada de eso hubo, fue todo lo contrario: terminé con más restricciones. Y
por si fuera poco, Sebastián (el mejor amigo de mi hermano) le da la razón en
todo. ¿Quién se cree? ¿A caso el ser socio del Lemus Cinema también le da
ciertos beneficios para opinar sobre mi tutoría? Grr. El que sea un año mayor
que Konny, no le da suficiente experiencia como para saber más cosas de la
vida, ¿qué hay de diferencia en un año? Quizás aprendió a ir al baño solito
antes que Konny o aprendió a decir malas palabras antes que mi hermano, pero
eso no le da derecho. Definitivamente, no.
No tiene caso que siga quejándome, lo vengo haciendo desde el primer día
en que mi hermano es mi tutor, así que no habrá diferencia. Me quejo, él se
queja, nos quejamos mutuamente, Sebastián interviene, lo ignoramos, Lali (la
señora del servicio) también entra en escena y al igual que Sebas también la ignoramos… y así
seguimos por un buen rato quejándonos hasta que uno de los dos termina yéndose
a su habitación, finalizando la discusión dando un portazo. 
Lo que me lleva a la situación de estos momentos. Otra discusión, ya ni
recuerdo del porqué, ahh, ya lo recuerdo, la comida. Mi hermano es un cocinero
espantoso y se ofende cada vez que se lo recuerdo. 
-Teddy, ¿podemos hablar? – esa es la voz de Sebastián, seguramente
quiere que haga las paces con mi hermano, no sé porqué pero tengo la sensación
que ese chico está enamorado de mi hermano, aunque él jura y perjura que está
enamorado de Sanny, una chica que trabaja de secretaria en el colegio donde
estudio. Pero a mí no me convence, si tanto la quiere… ¿Por qué no es su novia?
-No – le respondo, pero Sebastián vive en el mundo del revés, le dices
‘no’ y para él es un ‘si’, aunque si le hubiera dicho ‘si’ algo me dice que de
todas formas hubiera entrado.
-¿Qué harás mañana? – me pregunta, sentándose a un lado de mi.
Enarco una ceja, en son de duda. Creí que vendría con uno de sus tantos
sermones sobre los “lazos de hermandad” y esas cosas.
-¿Por qué?
-Acamparemos en el bosque – sonríe abiertamente, haciendo relucir unos
hoyuelos en sus mejillas.
-¿Konny irá con nosotros? – le pregunto.
-¡Por supuesto! Ese es el plan.
Lo pienso unos segundos.
-De acuerdo.
-Genial, le daré la noticia a tu hermano – Sebastián sale de la
habitación.
Acampar en el bosque no es mala idea. Hace años, cuando mis padres
vivían, lo hicimos durante una semana. Fueron los mejores días a mis ocho años,
Konny y yo siempre andábamos de un lado a otro. Nadábamos en el río, buscábamos
la comida, prendíamos la fogata, contábamos historias de terror… en realidad
Konny lo hacía yo me limitaba a esconderme bajo su regazo.
Ambos dormíamos en la misma casa de campaña, recuerdo que la noche me
daba miedo porque se escuchaba todo tipo de ruidos, así que me dormía siempre
abrazado en el cálido cuerpo de mi hermano.
De lo emocionado que estaba la noche anterior por ir a acampar, no pude
conciliar el sueño pronto y terminé durmiéndome 
a altas horas de la madrugada. Atribuyo a ello a que en estos momentos
unas enormes ojeras adornan mis ojos.
-¡Ey! Lindos ojos – se burla Sebastián, en cuanto entro a la cocina.
Gruño. 
-¿Listo para acampar? – me pregunta Konny.
Ni parece que el día anterior quería asesinarme. Y no se lo recuerdo, no
me gusta estar enojado con mi hermano.
-¿A qué hora nos iremos? – quiero saber.
-Después del desayuno – estoy a punto de responderle algo cuando
rápidamente me interrumpe – Y nada de que “no tengo hambre”.
-¡Pero es verdad!
-Si no desayunas no vas a acampar y punto – Sentencia. 
Lo fulmino con la mirada mientras comienzo a cucharear el plato de
cereal que hay frente a mí. A Konny le encanta manipularme, chantajearme… ¿desde
cuándo se convirtió en un dictador? ¡Lo detesto!
-Iré por unas cosas a la habitación, en cuanto baje y termines de
desayunar, nos vamos – mi hermano se levanta y antes de llegar a la puerta
Sebastián le alcanza.
-Te acompaño.
Frunzo el ceño ligeramente al ver al mejor amigo de mi hermano
abalanzarse sobre su espalda. 
Después de una lucha entre Sebastián y yo por ocupar el lugar del
copiloto, termino sentándome en la parte trasera del auto de mi hermano.
Mientras que ellos conversan amenamente los fulmino con la mirada, sobre todo
al copiloto, ¿Qué no sabe que ese es mi lugar cuando son viajes largos?, ¿a
caso Sebastián se ha olvidado que a mí me gusta guiar a mi hermano con el mapa?
Asesino con la mirada a Sebastián, mientras internamente me imagino que
él es atacado por abejas asesinas después de ser perseguido por un enorme oso.
Aunque también es tentadora la imagen de verlo nadar rápidamente mientras un
cocodrilo lo persigue.
Sonrío maliciosamente. Oh, qué dulce es la imaginación. 
-¡Teddy! – la voz de mi hermano me saca de mi ensimismamiento.
-¿Qué?
-¿Estás durmiendo? – se burla Sebastián.
-Sí, soñaba que un cocodrilo te comía lenta y dolorosamente – dejo salir
solemnemente.
Sebastián frunce el ceño de manera graciosa.
El bosque Hamilton es muy famoso por su gran tamaño, pero sobre todo por
su flora y fauna. Unos años atrás hicieron algunas remodelaciones para que las
personas pudiéramos acampar y sin morir en el intento. 
-Hemos llegado – anunció lo obvio Sebastián.
Muevo la cabeza negativamente mientras bajo del auto. 
Comenzamos a desempacar, mientras mi hermano comienza a armar la casa de
campaña, Sebastián hace el intento de hacer la fogata, y como es de suponerse,
no puede hacerlo sin la ayuda de mi hermano. A veces me pregunto si todo lo
hace con la intensión de llamar la atención de Konny. 
Lo fulmino con la mirada mientras que esta vez me imagino que las abejas
anteriores no conforme con haber picoteado a Sebastián le avisan a la colmena
vecina, éstas comienzan a perseguirlo hasta hacerlo caer nuevamente en el lago
donde el cocodrilo anterior lo esperaba ansioso. Esta vez no es solo un
cocodrilo, ahora son dos y Sebastián nada de un lado a otro… y está vez se
encuentra a un hipopótamo malhumorado.
-¡Teddy!
-¿Qué…?
-¿Estás bien? – mi hermano pone su mano derecha en mi frente. Parpadeo
un par de veces mientras siento extrañas sensaciones en mi estomago – creo que
no fue buena idea venir a acampar…
-¡Claro que lo es! – Sebastián y yo intercambiamos miradas al descubrirnos
decir a coro esa respuesta.
Konny frunce el ceño de una manera graciosa.
-Es mejor que vayan por agua, se me olvidó empacarla – confiesa el mejor
amigo de mi hermano.
-¿Qué?
-Dime que estas bromeando – le exige Konny.
Sebastián se encoje de hombros.
Konny y yo movemos la cabeza negativamente al mismo tiempo en señal de
reprobación.      
Mi hermano a regañadientes va por los baldes para ir a recoger el agua.
-Es mejor que te acompañe Teddy, tienes muy mal sentido de la
orientación – le recomienda Sebastián.
-Me llamo Ted, troglodita – le
corrijo.
-Konny te llama ‘Teddy’, ¿Por qué yo no?
-Porque… porque… - no se me ocurre alguna respuesta hiriente en estos
momentos, maldición.
-Yo sé perfectamente cómo regresar al campamento – gruñe mi hermano.
-¿Y también en dónde se encuentra el rio?
-mmm – Konny entrecierra los ojos – andando, Teddy.
-Claro.
-¡Ey! Te ha llamado “Teddy”.
-Es un privilegio de hermano mayor – dejo salir solemnemente. 
Sebastián sonríe de una manera extraña, como que esperaba una respuesta
similar.
-¡No se olviden de no tocar el musgo naranja, el musgo azul si pueden,
el naranja NO…!
Caminamos en silencio por todo el sendero. Mi hermano va adelante,
supuestamente guiándome hacia el rio. Es gracioso pensar que él cree que tiene
todo bajo control cuando en realidad estamos desviándonos del camino. 
-Emh… ¿Konny? – Le llamo – el rio queda hacia el norte.
Veo a mi hermano detenerse.
-Ya lo sé, solo estoy… revisando los caminos…
Sí, claro. ¿Ya dije lo orgulloso que es mi hermano?
Segundos después de emprender nuestro camino, Konny se desvía hacia el
norte. Sonrío levemente. 
-Espera – me dice, aunque no muy a tiempo, tropiezo con él.
-Auch – me quejo, desde el  suelo
- ¿Qué fue eso?
Recorro con la mirada el alrededor. No encuentro nada.
-Musgo azul – me dice.
-¿Y qué? – frunzo el ceño, levantándome del suelo.
-Sebastián dijo algo del musgo azul.
-Que no lo toquemos – le informo.
-Eso dijo del musgo naranja…
-No, fue del azul.
-Naranja.
-¡Azul! – Me exaspero – dijo que no nos acercáramos al musgo azul y al
naranja sí.
-¿Y por qué me iba acercar al musgo naranja? Es pegajoso y huele raro.
-¿Y cómo sabes eso?
-Porque… hace rato lo toque sin querer – me confiesa enseñándome la mano
derecha – y no me ha pasado nada.
-¡¿Qué?! Un momento, espera, si dices que no ha pasado nada entonces
estoy en lo correcto – le sonrío.
-Te ves lindo sonriendo – me dice lanzándome una mirada extraña – no sé
porque a veces eres tan gruñón.
Se da la vuelta y comienza a caminar, dejándome demasiado confundido.
-¿Lindo?, ¿gruñón? – enarco una ceja.
Continuamos caminando por el sendero. Se detiene bruscamente.
-Me he perdido, ¿alguna idea de a dónde vamos? – me pregunta.
-Emh… 
Seré sincero, no he prestado atención a nada, he estado caminando de
forma automática. En mi cabeza retumba la palabra “lindo”, ¿Konny dijo que era
lindo? Las tripas danzan alegremente en mi estomago.
-¿Teddy?
-En realidad, no tengo idea.
Mi hermano tiene una sonrisa boba en su rostro y su mirada se ha
oscurecido.
-Te ves realmente lindo cuando no tienes idea de nada.
-Comienzas a asustarme – confieso.
-Te ves lindo cuando comienzas a asustarte – se acerca a mí.
Retrocedo. De acuerdo, mi límite de la cordura comienza hacerse
presente. 
-¿Konny?
-Mi nombre se escucha lindo cuando sale de tu linda boca – sonríe,
estúpidamente.
Definitivamente algo no anda bien. Algo hace click en mi cerebro. ¡El
musgo naranja!
-Era el musgo naranja el que no debías de tocar – le informo.
-¿En serio? – acaricia mi mejilla con su mano derecha.
Con el solo contacto siento cómo una carga eléctrica invade todo mi
cuerpo. Me estremezco. ¡Qué raro!
-Konny…
Paso saliva trabajosamente cuando lo veo acercarse lentamente hacia mí.
El corazón comienza a latir rápidamente, las tripas vuelven con su danzón, mi
respiración aumenta al triple… Konny está cada vez más cerca de mí…
-¿Es un lunar nuevo? No te lo había visto – entrecierra los ojos,
observando mi mejilla.
-¿Qué…? 
Parpadeo un par de veces, desconcertado. Hubiera jurado que mi hermano
estaba dispuesto a besarme. ¿O mi mente retorcida es la que ha llegado a esa
conclusión?
¡Un momento! ¿Besado? 
No, no, no. Esto está mal, ¿cierto? No me puede gustar mi propio
hermano. Eso sería algo morboso. El solo hecho que me gusten los chicos me hace
sentir sucio, el que me guste Konny sería algo enfermizo.
-¡Teddy, andando! – Mi hermano me llama – puedo escuchar el rio, ¡vamos!
Y es verdad, incluso lo puedo escuchar desde donde estoy. Hubiera jurado
que segundos atrás no escuchaba más que la melodiosa voz de Konny. ¿Melodiosa? 
Sacudo la cabeza ligeramente. Olvídalo,
Teddy. No pienses en cosas raras. Me digo internamente. Al tener esos
pensamientos me llevan a lugares que después no quiero recordar. Ya me pasó en
una ocasión, en el colegio en la piscina.
¿Cómo se llamaba ese chico? ¡Dennis! Un chico pelirrojo. Ambos fuimos
castigados después de clases. Nos mandaron a limpiar la alberca. Él se mojó y
terminó sacándose la camisa del uniforme dejando al desnudo su torso. No podía
dejar de mirarlo y él se dio cuenta de ello. Una cosa llevó a la otra y
terminamos liándonos en la orilla de la piscina. Esa fue mi primera vez. Y fue
con un chico. 
Quise olvidar el asunto. Preferiría pensar que todo eso fue un pequeño
desliz y me auto convencí que lo mío eran las chicas. Como es de esperarse no
funcionó, antes de esa experiencia en la piscina ya me atraían los chicos. 
Suspiro largamente. 
Hoy a mis diecisiete años aún no estoy seguro que me gusten los chicos.
Hay una muchacha muy linda en mi salón de clases, Julieta, tuve una cita con
ella la semana pasada y he de decir que, aunque le di un beso, no sentí ni la
cuarta parte de lo que sentí minutos atrás con mi hermano.
Eso sí que es un problema. No me puede gustar mi hermano. No.
-Creo que me daré un chapuzón, el agua está deliciosa – mi hermano comienza
a quitarse la ropa.
-¡Espera, Konny! – demasiado tarde, su playera cae en mi rostro.
 ¿Cómo fue que llegamos tan pronto
al rio?
Parpadeo, confundido. Últimamente hago esto. Confundirme. Konny dijo que
me veía lindo cuando me confundía…
No, Teddy, no pienses en
eso.
Es difícil pensar de manera coherente cuando frente a mí está mi
hermano, semidesnudo, en el rio. 
-¡Entra al agua! – me grita, riéndose.
Niego con la cabeza, furtivamente.
-¡Vamos!
Vuelvo a negar.
Konny sonríe. Sale del agua, lentamente. O, ¿solo yo lo estoy viendo
salir en cámara lenta? En cómo las diminutas gotas de agua resbalan por su
abdomen,  en cómo su cabello húmedo se
adhiere a su rostro, en su sonrisa mostrando su perfecta dentadura, en su
mirada… su mirada azulada que… ¿me empapa?
-¡Konny! – le reclamo.
Él sonríe.
-Lo siento, pero parecías hipnotizado. Tuve que mojarte.
Gruño.
-Regresemos al campamento, Sebastián debe estar preocupado por nosotros.
-¿Quién? – ah, claro, el troglodita.
-No te cae bien, ¿cierto?
-Me ha ganado el asiento del copiloto, ¿tú qué crees?
Comienza a vestirse nuevamente. Me decepciono. 
Cuando llegamos al campamento, Sebastián sonríe abiertamente.
-¿Cómo les ha ido con el agua?
-Konny se ha dado una ducha – informo.
-Eso quiere decir que les ha ido muy bien – observo a mi alrededor, no
soy el único, también mi hermano lo hace.
-¿Por qué solo hay una tienda de campaña?
-No he traído la mía – deja salir, ensanchando su estúpida sonrisa – y
no he subido la de Teddy.
-Soy Ted, ¿Qué?, ¿Cómo que nos ha traído mi casa de campaña?
-Otra cosa más – Sebastián sube al automóvil de Konny – tengo que hacer
algo importante en el Lemus Cinema, así que… ¡Los veré en tres días!
-¡Oye…! – reclamamos al unísono 
mi hermano y yo.
-¿Escuchaste eso? – le pregunto a mi hermano.
Sebastián se fue hace dos horas, dejándonos solos. Nota mental: asesinar
a Sebastián en cuanto lo tenga a la vista.
-No es nada, seguramente es un oso o un…
-¡¿Un oso es un nada para ti?! 
-Bromeaba, Teddy. Por supuesto que no hay osos en este lugar… espero.
-Si tu plan es asustarme lo has conseguido – murmuro.
Konny niega con la cabeza, mientras sonríe. Últimamente sonríe mucho. Se
ve lindo cuando sonríe. Definitivamente.
-¿Te pasa algo?
-¿Qué?
-Por alguna extraña razón… estás más extraño de lo normal, ¿seguro que
estás bien? – se acerca a mí.
-Si… - le respondo casi sin aliento.
-Deberías entrar a la carpa – señala la tienda de campaña.
-Es tuya.
-¿Piensas que soy tan malvado que te dejaré dormir afuera con los osos?
-Hace unos momentos confirmaste que no hay osos en estos lares.
-No deberías creer todo lo que te digo.
-No… supongo que no me veo lindo cuando luzco confundido.
-Eso sí debes creer – me dice viéndome a los ojos.
-No dije eso, ¿cierto?
-Yo creo… - se acerca más a mí – que sí…
Trago saliva.
-Eres lindo cuando te ves asustado – puedo sentir su respiración muy
cerca de mí.
-Entonces…. ¿no dormiré afuera? – el corazón bombardea a todo lo que da
en mi pecho.
-No. Ven.
Me ofrece su mano, la acepto. Me levanta, lentamente. No dejo de
observarlo mientras me conduce hacia la tienda de campaña.
Nervioso, no es el término que utilizaría para describir cómo me siento
en estos momentos. Mi hermano se encuentra a un lado de mí, acariciando mi
mejilla lentamente mientras su otra mano acaricia mi muslo derecho. 
-Bésame – le murmuro y con ello pierdo mi último estibo de cordura.
¡Qué demonios que sea mi hermano! ¡Qué importa si esto está mal! Lo
acepto, mi hermano me atrae como hombre. No puedo evitarlo. Además, tengo la
sensación que no soy el único que piensa igual. Konny siente lo mismo por mí, o
en estos momentos no estaría haciendo lo que se supone no debe hacer. Y
también, aunque me es difícil de aceptar, Sebastián tenía conocimiento de esto,
sino no nos hubiera dejado solos. O mejor dicho, no hubiera propuesto el venir
a acampar.
Konny corta la poca distancia que hay entre los dos y une sus labios con
los míos. Sus labios expertos tocan los míos. Comenzamos con un vaivén suave,
puedo sentir cómo mi hermano entra en mi boca, su lengua comienza a dominar la
mía…
-Konny – jadeo al sentirlo sobre mí.
Con mis piernas rodeo el cuerpo que está encima, mientras mi hermano
reparte caricias y besos por todo mi cuerpo. Esto es realmente excitante, mi
intimidad comienza a despertarse y me alegra saber que no es la única, puedo
sentir la erección de mi hermano haciendo presión sobre nuestros cuerpos.
Es maravilloso que esto esté pasando, porque en realidad está pasando.
Mi hermano me ama de la misma forma en la que yo lo amo. Sus besos, las
caricias y esas palabras susurradas a mi oído son prueba de ello. 
Me dejo llevar por las sensaciones provocadas por Konny. Solo es
cuestión de segundos para que él y yo seamos uno solo… 
Cierro los ojos.
-¡Oh, Konny! Te amo, te amo… 
-¡Sebastián, ya despertó! - ¿Qué?, ¿Sebastián?
Abro los ojos rápidamente.
-¿Cómo te sientes? 
Parpadeo un par de veces, desconcertado. Observo a mi alrededor. No es
la casa de campaña de Konny. Es la mía, ¿Qué demonios está pasando aquí?
Segundos atrás estaba con Konny haciendo… 
Siento mis mejillas calientes.
-¿Teddy?
-¿Qué, qué ha pasado?
-Musgo naranja – dice Sebastián – has tocado musgo naranja.
-¿Qué? ¡Eso no es verdad!
-Sí lo es – confirma mi hermano.
-¿En qué momento? – parpadeo un par de veces.
-Cuando te advertí del musgo azul.
Repaso en mi mente ese momento. Recuerdo la advertencia pero… ¡Es
cierto! Konny se detuvo para advertirme y yo al no fijarme choqué con él y caí
al suelo. Entonces…
-¿Y qué ocurrió?
-Pues… comenzaste a comportarte extraño – me explica Konny – y después
te desmayaste.
-Sí, murmuraste cosas… interesantes…
- Sebastián sonríe, burlonamente – El musgo naranja te hace ver alucinaciones.
-¿Qué cosas murmuré? – pregunto espantando, espero que no sea lo que
estoy pensando.
-Nada importante – ataja Konny – mejor descansa otro rato más, en la
tarde regresamos a casa.
-¿Qué?, ¿Por qué? ¿Ya es domingo?
-Así es. Seguiré empacando las cosas – Sebastián sale de la tienda. 
¡Qué estúpido! ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? He desperdiciado todo
un fin de semana prácticamente durmiendo. 
Me muerdo el labio inferior.
Todo lo que se supone estaba pasando fue solo un sueño. Por supuesto,
solo en mis sueños Konny podría corresponderme.
Siento mis ojos humedecerse, muerdo con más fuerza mi labio inferior
para amortiguar un gemido de dolor. 
Me siento realmente patético. Solo a mí se me ocurre pensar en amor y
hermano en una sola oración.
-¿Teddy, estás bien?
Me pregunta mi hermano, agacho la cabeza para que no vea que estoy a
punto de llorar. No quiero que me vea de esta manera, no quiero sentir su
rechazo, no quiero…
Me lanzo a sus brazos, llorando.
-Konny… yo… yo…
-Shhh – mi hermano me abraza, puedo sentir su abrazo fraternal. Es todo
lo que podré tener de él. 
Los minutos pasaron y con ello la calma. He dejado de llorar pero no de
abrazar a mi hermano, si lo hago tendré que regresar a la cruel realidad. A esa
en donde Konny y yo estamos separados por todas la leyes. En donde mi hermano
tendrá su otra mitad en alguna parte, quizás una bella muchacha universitaria.
Un mundo nada agradable.
Konny me separa lentamente de él y con ello mis esperanzas.
-Teddy… mírame – con timidez alzo mi mirada hasta topar con la de él.
Mi hermano me limpia los rastros de lágrimas con la yema de sus dedos. 
-Perdóname por no haberme dado cuenta antes – me dice – creí que… solo
era yo. Me sentía tan mal por tener estos pensamientos con respecto a ti que…
-¿Qué…?
Konny me ve directamente a los ojos.
-Yo también te amo…
-¿Qué…?
Busco en la mirada de Konny un atisbo de mentira o burla. No lo hay. ¿En
verdad ha dicho eso?, ¿no estoy alucinando por el musgo? ¡¿Konny me ama?! ¡Un
momento!, ¿dijo ‘yo también’?
-¿Escuchaste... todo?
-La última frase – Y tenía que ser en donde le confieso mis
sentimientos, genial. Qué demonios, Konny ha dicho que me ama.
Lo veo acercase a mi lentamente y sin más, me besa.
Y esta vez, no es un sueño. 
FIN
Mayo 2012 
 
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario