~Capitulo Tres~
Flores amarillas, cabellos dorados, ojos celestes, mirada distraída, olor tuti-fruti y por último, nargles. Todo eso en conjunto caracteriza a Luna Lovegood. Su Luna.
A Theodore le importan muy pocas cosas: sus amigos, la música… y ella. Luna, esa peculiar muchachita perteneciente a la casa de Ravenclaw, logró conquistar el corazón del reservado, extraño y solitario Theodore Nott. El cómo lo había logrado aún era un misterio, el mismo muchacho aún busca la respuesta.
El Slytherin se había imaginado en muchas ocasiones el gran momento del beso. Su primer beso sería con ella. En el fondo se reprendía por comportarse como un Hufflepuff pero era inevitable no hacerlo al pensar en la rubia.
Y sin embargo… todos sus sueños estúpidos Hufflepuffientos se habían ido al demonio. ¡Maldito karma! Pensó. Sonó un click en su cerebro. ¡Potter lo estaba besando! ¡Dándole su primer beso! ¡El que se supone era de Luna!
Lo apartó bruscamente.
Harry le envió una mirada desconcertada. En cambio, él se reprendió por lo estúpido que había sido.
Su primer beso no fue con su Luna, fue con el estúpido de Potter, un chico y de Gryffindor, ¡Genial! y si eso no era suficiente tenía que agregar que ni siquiera se había enterado de cómo fue.
Theodore estaba enfadado.
-¿Draco estás bien? – preguntó Harry.
El Slytherin gruñó.
-¿Te duele algo? – El Gryffindor se abalanzó sobre él y comenzó a manosearlo para revisar si no tenía algo herido – madame Pomfrey me dijo que ambos caímos al vacío y….
Potter hablaba y hablaba, manoseaba y manoseaba. Theodore solo quería que el maldito león lo dejara en paz. Estaba comenzando a sentirse mal. Realmente mal.
-…además estaba preocupado por ti, no me dejaban verte y…
Potter siguió con su verborrea, cada vez se acercaba más a él, Theodore se dio cuenta que el Gryffindor lo volvería a besar.
-¡No! – lo detuvo rápidamente.
-¿Qué pasa Draco?
Draco, Draco, Draco. Theodore se sintió mareado e incluso violado. No podía fingir ser alguien más.
-Escucha, Potter.
-¿Potter? – Harry frunció el ceño.
Theodore repasó internamente todos aquellos posibles apelativos con los cuales Malfoy se referiría al león.
-Emh… Harry… león… ¿amor? – el Slytherin se estaba poniendo nervioso y definitivamente eso no era buena señal.
-¿Seguro que estás bien? – Musitó Harry – te notó… diferente. ¿Es por el medicamento? ¿Tendrás fiebre?
El león se acercó nuevamente a él, Theodore se apanicó.
-¡Cabeza! – gritó Nott, apartándose – dolor de cabeza… tengo, tengo que irme – y salió prácticamente corriendo.
Y no dejó de correr hasta quedar plantado frente a la pared que lo conducía a la sala común.
-¡Por Salazar! – murmuró.
Nunca, jamás, en su vida había salido prácticamente huyendo de alguna situación. Se sintió estúpido. Un maldito Hufflepuff. Si su padre supiera cómo se estaba comportando seguramente lo desheredaría. Un Slytherin huyendo de un Gryffindor, ¿Quién lo diría?
Tenía que hablar con Dumbledore, no podía seguir el jueguito. No podían obligarlo. No podían…
-¡Theo! – Alguien se colgó de él, el Slytherin se tensó y rogó porque no fuera el pesado de Potter - ¡Discúlpame! Estaba tan preocupada por ti que…
-Ya Pansy, déjalo respirar, lo vas ahogar – gruñó Blaise, alejándola del muchacho - ¿todo bien? – le preguntó a Theodore.
El aludido suspiró resignadamente.
-Madame Pomfrey y Dumbledore contaron todo sobre el tema de Potter, en cuanto se enteraron de lo que pasaba en su inútil cabeza, frente al Gran Comedor – explicó Pansy - ¡Es horrible que nos obliguen a seguirle el jueguito al idiota ese!
Los tres entraron a la sala común.
-Si te hubiera ocurrido a ti, no sé si también te apoyaría como lo hace con él – refunfuñó la muchacha.
Theodore no estaba de ánimos para seguir escuchando las quejas de sus amigos, ellos no podrían estar peor que él, decidió que entre más pronto se zafara de ellos más temprano se iría a la cama y olvidaría esa pesadilla que estaba viviendo. ¡Por Salazar! Ni cinco minutos había pasado con Potter y con eso tuvo suficiente para arruinarle su primer beso.
-¿Theodore? – Pansy tocó suavemente su hombro – tranquilo, sabemos por lo que estás pasando.
Eso era mentira. Ellos no tenían ni la más mínima idea de lo que le ocurría.
-Teddy esta dudando de tus palabras, amor – Blaise hizo un puchero - ¿seguro que estás bien? – Le lanzó una mirada preocupada – en este punto, cuando te llamo de esa manera, normalmente es cuando te descolocas.
-Es mejor dejarlo descansar – sugirió Pansy, Theodore agradeció internamente esas palabras. Ansiaba por irse a la cama y ver la situación desde otro punto de vista.
-Mañana hablaremos – aseguró Blaise.
Theodore asintió y se giró para irse hacia las habitaciones cuando un iracundo Draco Malfoy entró a la sala común.
-¡Tú, maldita serpiente! – vociferó el rubio. Todos voltearon hacia con el rubio - ¡Theodore Nott! – aclaró para que los demás volvieran a sus propios asuntos.
-Parece que Draco ya se enteró – musitó Pansy.
El rubio llegó hasta Theodore con pasos enérgicos.
-¡Me confunde contigo! ¡Contigo! - gritó indignado – puedo incluso soportar que me confunda con la maldita comadreja, pero contigo ¡NUNCA!
Theodore frunció el ceño, desconcertado. Sabía que no le caía muy bien a algunos alumnos del colegio, pero a Draco lo consideraba su amigo… o al menos a algo parecido a eso. Por eso le extrañaba la manera de cómo había reaccionado ante la confusión. Tampoco era que él brincaba de gusto porque lo confundiera con el rubio.
-Tranquilo, Draco – le dijo Blaise – ve el lado positivo de las cosas, hace días querías terminar con Potter y…
-¡Me niego! – Acortó el rubio – el único que terminará aquí con Potter seré yo.
-Para Potter, ese es Theodore y tú eres él – expresó Pansy mientras se miraba las uñas.
El rubio la fulminó con la mirada mientras dejaba salir un improperio, Blaise salió en defensa de su novia. Theodore dejó que el trío siguiera su riña, prefirió sentarse en el sofá, no se estaba sintiendo nada bien. Un elfo domestico apareció frente a él, le extendió sus pequeñas manos, en una traía un par de pastillas y en la otra un vaso con agua.
-Madame Pomfrey dice que se tome estas pastillas – el elfo temblaba como gelatina.
Theodore recibió las pastillas y el elfo se desapareció. Comenzó a tomarse los medicamentos.
-… y tú – lo señaló Draco, Theodore enarcó una ceja mientras seguía bebiendo agua – más te vale que no lo termines y actúes como si fueras yo. Y te lo advierto Nott, nada de besos, caricias, mimos y, sobretodo, nada de sexo.
En una reacción nada sofisticada, Theodore escupió el agua. Se sintió enrojecer.
-No te atrevas pasarte de listo – le amenazó – si cruzas la línea Nott, te arrepentirás.
Con un movimiento majestuoso, el rubio se dirigió hacia las habitaciones.
-¿Qué demonios ocurre con él? – Pansy frunció el ceño, cruzándose de brazos.
-Me pregunto cómo reaccionaría Draco si en verdad le interesara Potter.
-Es su orgullo lo que habló hace momentos, entonces – explicó Pansy – y no sé qué demonios le teme si a Theodore le…
Pansy y Blaise siguieron hablando de Malfoy o al menos eso le pareció a Theo. Aún estaba algo perturbado por las palabras del rubio y no eran precisamente sus amenazas (ni siquiera le preocupaban), si no a lo que se había referido. ¿Había dicho sexo? ¿Sexo con Potter? ¡Por Salazar! ¡Ni siquiera había dado su primer beso!
Y hablando de beso…
Theodore se cubrió el rostro con las manos. Que Salazar se apiadara de él. Prometió no volver a tener pensamientos Hufflepuffcientos si cuando despertara a la mañana siguiente todo volvía a la normalidad.
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