**Capítulo Nueve**
“No quiero volver a
discutir contigo por él”. Lo que le había dicho Potter días atrás no lo dejaba
tranquilo, sobre todo porque Malfoy lo había negado. Ahí había algo y él quería
saberlo.
-Son tantas cosas… - dijo Malfoy en cuanto llegó a la
habitación acompañado de Blaise – Lo primero, obvio, será tener sexo.
-Tú solo piensas en eso, Malfoy – gruñó Zabini,
cansado de escuchar al rubio de todos sus encuentros sexuales. A Blaise no le
molestaría escucharlos si los encuentros del rubio fueran con chicas.
-No es mi culpa que Pansy te tenga en abstinencia,
además eso es lo bueno de Potter, se deja hacer de todo – el rubio se dejó caer
en su cama, despreocupadamente.
Theodore siguió fingiendo leer.
-¿Y después de tu dosis de sexo? – Siguió investigando
el moreno – ¿Lo botarás como lo tenías planeado antes de que los cables se le
cruzaran?
-Por supuesto – Malfoy sonrió – no seguiré perdiendo
el tiempo en… ¿a dónde vas? – preguntó a Theo en cuanto lo vio encaminarse
hacia la puerta, malhumorado. El aludido no respondió.
Nott se sentía frustrado. Habían transcurrido quince
días desde que tuvo la charla con Dumbledore (un mes desde el accidente) pero
prefería no contar los días, no quería saber en cuánto tiempo su vida había
cambiado tanto. Se dirigió hacia el cuarto del piano, su música era lo único
que lo podía aliviar de la frustración. En cuanto llegó al segundo piso se
encontró con Potter. El Gryffindor le sonrió de manera sospechosa.
-¡Hola! – Le saludó, Theodore no le respondió – Hace
más de una semana que se han terminado los exámenes y creo que nos merecemos
una buena recompensa por los resultados obtenidos – le sonrió nuevamente.
La alarma interior de Theodore comenzó a sonar,
sospechaba que nada bueno saldría de esa conversación.
-Te tengo una sorpresa – “Oh, oh”. Al Slytherin le llegó a la mente la pequeña conversación
que había mantenido con el profesor Snape.
En especial la frase: “Potter
planea darle una sorpresa al señor Malfoy en cuanto terminen los exámenes”.
-No es necesario – se apresuró a decir.
-Claro que sí. Te veo en la torre de astronomía a la
media noche – “Potter planea tener sexo
con Malfoy, es decir con… usted”. La voz de Snape se coló en su mente.
-No podré ir – se negó rotundamente.
-Te gustará, te lo prometo – Harry le dio un casto
beso en los labios y salió rápidamente del pasillo sin darle oportunidad de
volverse a negar.
Theodore aún seguía de pie, sin moverse, de pronto la
frustración se había transformado en incertidumbre.
*0*0*0*
Faltaban cinco minutos para la media noche. El Slytherin
ni siquiera se había puesto el pijama para dormir, después de su encuentro con
Potter había regresado al dormitorio ignorando a Malfoy y Zabini, quienes aún
conversaban sobre el ojiverde, corrió las cortinas de la cama y ahí se quedó
tumbado, pensando.
Estaba indeciso. Si se animaba a ir a la cita, sería
para averiguar sobre la discusión entre Potter, Malfoy y, aparentemente, él.
Sin embargo; la sorpresa que le había preparado Potter no lo dejaba tranquilo.
Tres minutos para la media noche. Las manos le
comenzaron a sudar. De pronto las figuras que adornaban las cortinas de la cama
le parecieron interesantes, ¿eran serpientes? Comenzó a contarlas.
Uno… eso era lo que faltaba para la media noche, un
minuto. Su pie lo balanceaba de un lado a otro, ansioso. ¿Qué era lo que estaba
haciendo? Cierto, estaba contando las serpientes de la cortina.
Oficialmente era la media noche. Se sentó al pie de la
cama. El corazón latía muy aprisa y Theodore no sabía el motivo… en realidad
sí. ¿Miedo? No, no era miedo. ¡Por Salazar! Era Potter, se vería con el
Gryffindor. ¿Qué más podía hacerle, salvo caerse nuevamente de las escaleras y
llevárselo de corbata en el proceso? Con suerte, los cables de su cabeza
volverían a su sitio.
“Sexo”, la
palabra retumbó en su mente.
Tres minutos. Habían pasado tres minutos desde la
media noche. Theodore sonrió de lado mientras negaba con la cabeza. Se sentía
como un idiota.
“Hechizarlo”.
Eso haría si Potter de pronto quisiera propasarse más de la cuenta. Tan fácil y
sencillo era hacer eso…
Llegó al lugar del encuentro con veinte minutos de
retraso. Potter estaba ahí, sentado donde un mes atrás él mismo estuvo después
del examen de Adivinación. Una parte de él se relajó al ver que el lugar no
estaba ambientado para una velada tan íntima
como para tener sexo.
-Creí que… no vendrías – “También yo”. Pensó el Slytherin. Potter se veía triste. El recién
llegado se sentó a su lado.
Ambos observaron las estrellas, era una noche oscura,
pero la media luna hacia resaltar a las estrellas de una manera indescriptible,
al Slytherin le encantaba verlas, en los últimos días no había tenido
oportunidad de verlas. ¿Cómo había sucedido si a él le gustaba observarlas?
-Son hermosas – murmuró el ojiverde.
-Así es – respondió, sin ser muy consciente de ello.
-Me recuerdan a nuestra primera cita, ¿a ti no?
El Slytherin alzó ambas cejas. Esa era la oportunidad
que estaba esperando.
-Ahora que lo dices, he de confesarte que tengo
algunos problemas de memoria, ya sabes, por el accidente.
-Para suerte tuya, tengo excelente memoria – el
ojiverde le sonrió.
Nott se ahorró su opinión sobre eso.
-Fuimos a Hogsmeade – Harry comenzó a relatarle –
Entramos a la tienda de plumas – un vago recuerdo llegó a la mente de Theodore,
¿Por qué tenía la sensación que él también estuvo ahí? – Visitamos varios
lugares, pero lo más hermoso de esa noche fue al llegar al castillo. Estuvimos
aquí, en este mismo sitio, observando las estrellas.
Harry sonrió, observándolo fijamente. Theodore también
lo miró. Eso sí lo recordaba, mejor dicho, recordaba las quejas de Malfoy al
otro día en el desayuno. Había alegado que su cita había estado más aburrida
que la clase del profesor Binns.
-Tenía planeado hacer otra cosa, pero esta cita me ha
gustado – confesó el Gryffindor.
-A mí también – dejó salir el Slytherin.
-¿Sabes algo más? – Theodore lo miró, expectante – Ya
te lo habita dicho, pero lo diré otra vez, me gusta lo diferente que hay en ti.
Harry se acercó al Slytherin y le dio un beso, esta
vez tardó en despegar sus labios de los del muchacho. Nott se sintió extraño.
-Gracias por venir – El Gryffindor se despidió.
Theodore se quedó estático, inconscientemente, su mano
izquierda llegó hasta sus labios, acariciándolos, mientras una sensación
extraña comenzó a invadirlo.
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