**Capítulo Once**
El
día del banquete había llegado, la habitación de los Slytherin estaba atiborrada
de alumnos que iban y venían, cada uno metido en sus propios asuntos… al menos
la mayoría.
-¿Qué
haces aquí? – preguntó el único Gryffindor de esa habitación.
-Por
si no lo sabías, Weasley, ÉSTA es MI habitación – gruñó Blaise dirigiéndose
hasta su cama.
-Pero…
-¡Shhht!
– con una señal de mano, el moreno lo hizo callar, se tumbó en su cama – Oh,
sí, te amo… - abrazó y besó a su almohada – te he extrañado tanto…
-Blaise,
cariño, te recuerdo que hemos venido hasta acá por alguien no a que tengas un
orgasmo con tu cama – recordó la morena.
-¡¿Qué
haces aquí?!
-¿No
te sabes otra pregunta, Weasley? – reprochó Malfoy, lanzándole a la cara lo
primero que tuvo al alcance.
-¡Oye!
-Nos
vemos en el Gran Comedor – anunció Draco hacia sus amigos, dirigiéndose hacia
la salida siendo seguido por el pelirrojo.
Pansy
y Blaise, al verse solos, intercambiaron miradas. La muchacha se dirigió hacia
la única cama que tenía las cortinas corridas. Suspiró antes de volverlas a
correr.
-Qué
– espetó el muchacho que se encontraba tumbado en la cama. Podía sentir la
mirada penetrante de sus amigos sobre él.
-Qué
modales, Nott – gruñó Blaise, a quien no
le pareció la forma en que le respondió a su novia.
-Hemos
venido por ti – la voz de Pansy fue tranquila.
-No
tengo planes de salir – el aludido se dio la vuelta, dándole la espalda a
ambos.
Blaise
rodó los ojos.
-Esa
no es una opción – advirtió Pansy, no hubo respuesta del otro - ¡Theodore Nott!
Levántate ahora mismo de esa maldita cama. No me hagas hacerlo por ti.
Theodore
se cubrió la cabeza con la almohada, amortiguando así los gritos de la
muchacha.
-¡Perfecto!
– gruñó Pansy, subiéndose a la cama.
-¿Qué
demonios…? – Theodore parpadeó un par de veces, vio a su amiga sentada a su
lado.
-Si
no vas al banquete nosotros tampoco.
-¿Qué?
– Blaise lloriqueó, Pansy lo fulminó con la mirada.
-Nos
quedaremos aquí – musitó.
-Pansy…
– Theodore gruñó.
-Nada
me hará cambiar de opinión salvo que vayas al banquete con nosotros.
-No.
-De
acuerdo – Pansy se acomodó aún más sobre su lugar – Cariño, siéntate a mi lado
– Blaise a regañadientes, se sentó a su lado.
-Qué
haces – gruñó el dueño de la cama al ver a su amiga sacar un estuche de
cosméticos.
-Las
Gryffindors me han enseñado…
-¿Las
Gryffindors? – Blaise alzó una ceja.
-He
visto que hacen cosas bonitas a sus uñas de los pies, le llaman algo así como
“Pelicano”… y eso es lo que haremos – Pansy comenzó a sacar varios instrumentos
del estuche. Blaise hizo cara de borreguito apaleado hacia el castaño.
-Solo
tienes que hacer presencia en el Gran Comedor, una hora, media hora, lo que tú
quieras, Teddy, por favor… - suplicó – Créeme masajes en sus manos es algo
bueno pero no querrás hacerlo en sus pies.
Pansy
frunció el ceño y fingió no escucharlo, Theodore en cambio comenzó a enumerar
los pros y los contras de esa actividad. Masajes en los pies definitivamente no
era un buen pro.
-Solo
media hora – anunció, levantándose de su cama. Pansy sonrió triunfante y Blaise
suspiró, aliviado.
Quince
minutos llevaba en ese lugar y ya sentía que el aire le faltaba. Todo su
alrededor era diversión, felicidad, risas… igual que aquella noche de hace
nueve años. Los demás tenían motivos para reír, pero él no. Él no podía
celebrar, no cuando esa fecha le recordaba que le habían arrebatado lo que más
quería en ese mundo.
A
lo lejos vio bailar a Pansy y Blaise, quienes de vez en cuando desviaban sus
miradas hacia con él. Theodore no podía culparlos, después de todo él los había
preocupado. Sabía que su actitud de los últimos días no fue la misma de
siempre, ese día fue la prueba de ello, se había encerrado en su cama y no
había salido de ahí. Eso alarmó a sus
amigos.
-Hola
– la voz de Potter se coló hasta sus pensamientos – Pansy y Blaise me han
mandado contigo, en realidad fue Pansy la que me insistió.
Theodore
frunció el ceño, viendo a sus amigos, después cayó en cuenta que Potter se
refería Granger y Weasley.
-Ron
y Hermione habían estado un poco extraños, ahora sé la razón – el Gryffindor
señaló con la cabeza a Pansy y Blaise – Son novios, creí que tardarían más tiempo
en reconocer lo que sentían el uno por el otro.
El
Slytherin sabía que la noche solo empeoraría, con Potter a su lado sería sin
duda una velada horrible. Tal vez si fingiera dolor de cabeza lograría
escabullirse de ese lugar, no tenía que esforzarse mucho, la sola presencia de
Potter le causaba malestar.
-¿Quieres
ir a otro lugar? – Harry se levantó, extendiéndole la mano.
-De
hecho…
-¡Excelente!
– el Gryffindor lo arrastró hacia las afueras del castillo.
Cinco
minutos después, Harry había detenido su caminata.
-¿Qué
hacemos aquí? – Theodore estaba nervioso, Potter lo había llevado hasta la
orilla del lago.
-Supongo
que no tengo ánimos de festejar y sé que tú tampoco – el Gryffindor se encogió
de hombros.
El
castaño lo observó fijamente, definitivamente cada vez conocía menos al
muchacho que tenía frente a él. Harry sacó su varita.
-Hermione
me enseñó un hechizo nuevo – explicó – Me dijo que lo usaría en una cita, ahora
sé que era para estar con Ron – el Gryffindor comenzó a hacer movimientos
bruscos con la mano - ¡Agua…! no, espera, así no era.
El
león se quedó pensativo. Theodore al ver el extraño movimiento que había estado
haciendo Potter reconoció el hechizo. Pansy se lo había mostrado antes de
hacerlo con Blaise.
-¿Agualuz?
– le preguntó.
-¡Ese!
– el ojiverde comenzó nuevamente con movimientos bruscos.
-Así
no es – gruñó el ojiazul, acercándose.
-Claro, que sí – Harry hizo caso omiso.
-Potter – Theodore le detuvo la mano.
-No,
espera…
Ambos
comenzaron a forcejear, trastabillaron un par de veces, pero ninguno dejó de
moverse, continuaron en su lucha por apoderarse de la varita hasta que sus pies
se enredaron. Tropezaron, cayeron y rodaron hasta llegar al lago. . Estando en
el agua, seguían luchando por el control de la varita.
-¡Potter…!
– gruñó el Slytherin. En serio, ¿Qué tan terco podía llegar a ser ese muchacho?
-¡Sé
hacerlo! – El ojiverde no cedía – Sé hac… ¡Draco!
En
cuestión de segundos, Theodore desapareció del campo visual del león. Harry se
sumergió y pudo ver cómo un pequeño grindylow se empeñaba en arrastrar al
ojiazul hacia el fondo del lago.
Theodore
le lanzó un hechizo a la criatura y ésta quedó paralizada momentáneamente,
Harry le lanzó otro por precaución. Aprovechando el aturdimiento de la
criatura, cada uno por su lado nadó hasta la superficie.
-¿Estás
bien? – Theodore escuchó a Potter preguntar.
Gruñó
como respuesta, limpiándose la cara.
Ambos
nadaron hasta la orilla. Salieron a trompicones por el agua y se quitaron
algunas plantas que se habían adherido a ellos.
Theodore
se quitó el exceso de agua con sus manos, pudo observar cómo un resquicio de
vaho se escapaba de sus labios entreabiertos.
-Creo
que tengo algo en mi cara – Nott giró hasta donde se encontraba el león,
efectivamente había algo en el rostro del moreno.
Theodore
sonrió de lado al ver al moreno tratando de quitarse el obstáculo de su vista.
-¿Son
algas? – Preguntó Harry, aún tratando de tener visión – Creo que he perdido mis
gafas porque no veo nada – se tentó el rostro – No, espera, sí las tengo me
acabo de picar un ojo y…
El
Slytherin esta vez se carcajeó, sorprendiendo al Gryffindor e incluso a él
mismo. Theodore no pudo evitarlo, Potter se veía tan gracioso: escurriendo agua
por todos lados y cubierto no solo de algas —las cuales le cubrían los cristales
de sus anteojos— sino también de lodo. Era una imagen tan ridícula, tan
graciosa, tan fuera de sí. Y él, Theodore, sonriendo. Tan diferente al muchacho
que días atrás había estado sumido en la tristeza por la pérdida de su madre.
Definitivamente era un cuadro tan bizarro que el Slytherin no pudo evitar
reírse de la situación.
Harry
lo observó detenidamente, una vez libre de las algas. Era la primera vez que
veía a Draco reír de esa manera. Se veía tan distinto que no pudo evitar
contagiarse de la risa. Se quitó las últimas algas que tenía encima de la
túnica.
Ambos
se observaron en silencio. Potter era un desastre, ni siquiera había hecho un
buen trabajo con las algas, aún tenía una sobre sus cabellos negros.
-Te
faltó una – Theodore se acercó para quitársela.
-Gracias
– murmuró el ojiverde, sonrojándose ante la mirada penetrante del otro
muchacho. Por alguna extraña razón la mirada de Draco lo hacía sentirse demasiado nervioso.
-Gracias
a ti – susurró el Slytherin.
Ambos
siguieron mirándose. Harry se acercó lentamente a los labios de Theodore, éste
no hizo nada para impedírselo. Se besaron. Suave y dulce, conociéndose. Se
separaron lentamente, sin despegar sus miradas. En el rostro de Potter se leía
claramente una interrogación.
-¿Qué
ocurre? –interrogó Theodore.
-Nada
– Harry le sonrió, pero definitivamente algo pasaba.
Nott
hizo un movimiento de mano y de su varita salieron lucecitas blancas,
rodeándolos, como si de pronto ambos estuvieran, literalmente, entre las
estrellas.
-¡Este
es el hechizo! – exclamó Harry sonriendo, observando su alrededor.
*0*0*0*0*
-¿Cómo
estás? – preguntó Pansy, preocupada.
Los
tres se encontraban en la biblioteca.
-Vimos
cómo Potter te sacó del Gran Comedor – explicó Zabini – Y nos preocupamos
cuando no volvieron. Creímos que se habían caído otra vez de las escaleras.
-¡Blaise!
– regañó Pansy, dándole un manotazo en el hombro.
-Entonces,
¿cómo te fue?
Theodore
los observó detenidamente, mientras los recuerdos llegaban a su mente. La
verdad era que después de todo, no fue una velada horrible, sino una muy buena.
Sonrió de lado, sin darse cuenta de ello.
-¿Así
de bien, eh? – Blaise le guiñó el ojo.
Theodore
frunció el ceño, borrando la sonrisa.
__________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario