**Capítulo dieciocho**
Por
primera vez en su vida, los minutos se le hicieron eternos, esa fue la hora más
larga en la que había vivido y no entendía el motivo, de hecho la lista de
“cosas que no entendía” se extendía cada vez más. Lo curioso era que todo era
con respecto a Potter.
-¡Hola!
– Saludó el gryffindor – creí que no vendrías.
El
slytherin se encogió de hombros. Si se hubiera ido del lugar probablemente no
hubiera regresado. Y lo habría hecho de no ser por Malfoy.
-¿Vamos?
– Harry invitó, Theodore asintió.
Se
dirigieron hacia el bosque prohibido. A Nott no le sorprendió que el león lo
quisiera llevar a ese lugar, después de todo los alumnos hacían caso omiso de
las advertencias del director. Mientras se adentraban cada vez más, el
slytherin recordó que en una ocasión él y Potter habían coincidido en ese lugar
varios años atrás. Y si su memoria no fallaba…
-Aquí
es – era el mismo lugar al que Harry lo había llevado en esos momentos.
Era
un pequeño claro que se encontraba en el lado este del bosque prohibido.
Theodore lo miró desconcertado. ¿Potter lucía nervioso o era su imaginación?
¿Por qué precisamente a ese lugar lo había llevado?
-Lo
descubrí hace unos años mientras vagaba, aunque en esa ocasión fue sin querer y
con… - carraspeó nervioso – tuve que regresar y recordar mi pasos para poder
encontrarlo nuevamente.
-Yo…
conozco este lugar – musitó el ojiazul.
-Entonces…
adiós sorpresa – sonrió nerviosamente.
Ambos
decidieron sentarse al pie de un enorme árbol. Observaron a los pájaros volar
alrededor de las copas de los árboles, algunos bajaban hasta el claro para
refrescarse un poco.
-Es…
hermoso este lugar, ¿cierto?
-Lo
es – reconoció el muchacho, no por nada lo estaba considerando como uno de sus
tantos lugares favoritos.
-Me
alegra estar aquí contigo – confesó Harry, viéndolo fijamente, sonrojándose
ligeramente.
-A
mí también – le respondió, sin embargo, Theodore no despegó la mirada del
claro.
-Lamento
haber sido una molestia las últimas semanas.
-En
realidad… - esta vez, Theodore lo vio fijamente – en realidad no lo fuiste del
todo.
Harry
asintió, con una ligera sonrisa. Se le veía nervioso.
-Puedo…
¿puedo darte un beso? – Theodore se sorprendió. Eso era nuevo, Potter no solía
pedir permiso para hacer las cosas, simplemente las hacía.
-Si…
- una voz extraña salió del slytherin.
Harry
se acercó lentamente. Theodore lo podía ver llegar. El hormigueo se intensificó
y la taquicardia, que hasta ese momento era un síntoma nuevo, se unió. El
slytherin cerró los ojos en cuanto sintió los labios de Potter sobre los suyos.
Comenzaron con suaves movimientos, reconociéndose o tal vez conociéndose, no lo
sabía. Era la primera vez que se besaban de esa manera. Tan suave, tierna…
tímidamente. Se separaron lentamente.
Ambos
se observaron fijamente. Y sin pensarlo mucho, y por primera vez, fue Theodore
quien regresó el beso. Por única ocasión, el castaño disfrutaba de Potter, ese
beso junto con el hormigueo y esa nueva sensación en su pecho solo hacía querer
besar más y no despegarse del gryffindor.
*0*0*0*0*
El
camino de regreso lo hicieron lo más lento posible, como si ambos en verdad no
quisieran regresar, pero lo inevitable llegó y pronto se vieron en los jardines
del colegio.
-Llegamos
– anunció, desilusionado, Potter.
-Sí
– susurró Theodore.
-¿Puedo
pedirte una última cosa?
-Pareciera
que te estas despidiendo, ¿Vas a algún lado, Potter?
-¿Dos
cosas? – Corrigió – no, no voy a ningún lado… pero Dumbledore dice que mañana
me hará la última prueba y pueda que algo no salga bien y…
-De
acuerdo, ¿Cuáles son esas dos cosas?
-¿Puedes
llamarme Harry otra vez?
-Puedo
hacerlo.
El
gryffindor sonrió.
-¿Y
la segunda cosa? – el león se mordió el labio inferior.
-Me
podrías tocar una canción en el piano.
Theodore
lo escudriñó con la mirada por un largo tiempo.
-De
acuerdo – respondió al fin.
-Está
bien, entiendo que no quieras porque… ¿has dicho “de acuerdo”?
El
slytherin asintió.
-Gracias
– el ojiverde sonrió.
Ambos
se dirigieron hacia el cuarto piso en donde se encontraba el piano. El
slytherin se dirigió hacia el instrumento, invitó a Potter a sentarse a su
lado.
Theodore
se decidió a tocar la canción que su madre le enseñó. Pasó su mano izquierda
sobre el teclado y en cuestión de segundos sus manos comenzaron a reproducir la
melodía.
Harry
lo observó detenidamente, el slytherin tenía esa mirada y esa sonrisa que solo
le había visto en muy contadas ocasiones y le gustaba. Nunca se cansaría de ver
esa expresión en él. Theodore se sentía feliz. Y era poco decir. Nunca había
tocado para nadie, salvo para su madre cuando era pequeño. Esa era la primera
vez que tocaba frente a alguien y por alguna extraña razón se alegraba que
fuera con Potter.
Cuando
dejó de tocar, observó fijamente al muchacho.
-Tocas
increíble – confesó el ojiverde.
-Gracias…
Harry – el aludido sonrió.
-Esa
canción es hermosa.
-Me
la enseñó mi madre – sus palabras salieron por sí solas.
-¿Ella
también toca el piano? – “Tocaba” se abstuvo de decir. Recordándose que él era
Draco para el muchacho de al lado. Y entonces se percató que el ojiverde en
ningún momento lo había llamado así desde… ¿desde cuándo?
-Sí
– respondió incómodo. Se levantó rápidamente.
Un
dolor en el pecho comenzó a sofocarlo.
-¿Ocurre
algo? – preguntó Harry, alarmado.
-No.
El
gryffindor se puso frente a él. Theodore parpadeó un par de veces.
-Te
amo – confesó Harry.
De
pronto el lugar le pareció reducirse cada vez más, Theodore se sintió
claustrofóbico. “Se lo dice a Malfoy”, se repitió varias veces y lejos de
tranquilizarlo le dolió.
Empujó
ligeramente a Potter y se dirigió hacia el otro extremo de la habitación, se
talló la cara con sus manos, ¿Qué demonios le estaba pasando? Potter ya le
había dicho eso antes y no parecía molestarle, ¿Por qué ahora sí?
-¿Estás
bien? – Harry se preocupó.
-No,
emh, sí – se enredó con las palabras. Tratando de regular su respiración.
-¿Seguro?
-Sí
– el slytherin se irguió lentamente – sí – le respondió más tranquilo.
Harry
exhaló aliviado.
-
Theodore, me has dado un susto.
El
aludido agrandó los ojos, encaró a Potter.
-¿Qué
has dicho? – frunció el ceño.
-Que
me has dado un susto – repitió.
-Antes
de eso.
-Que
si estabas bien – Harry fue quien frunció el ceño esta vez.
-No.
Me has llamado por mi nombre – en Theodore comenzaba a reflejarse el enojo.
-No
recuerdo haber dicho “Draco” – el gryffindor comenzaba a ponerse nervioso.
-Exacto,
porque me has llamado “Theodore”.
-No
– lo negó rotundamente.
-Lo
has hecho – Theodore repasó en su mente los últimos momentos y cada cosa
parecía encajar. El claro, la música, la omisión del nombre del rubio…
-No,
yo no…
-¡Has
estado burlándote de mí! – lo fulminó con la mirada.
-¡No,
no es eso!
-¿Te
divertiste, Potter?
-Theodore,
yo… lo siento, yo…
El
slytherin estaba enojado, fulminaba con la mirada al gryffindor quien lo miraba
de manera suplicante.
-Theodore…
yo…
-¡Lo
sabía! – una voz conocida invadió el lugar.
-Draco…
- murmuró Harry.
-Sabía
que ambos se estaban burlando de mi – salpicó, mostrándoles la pluma de notas
que Harry le había regalado a Theodore en su supuesto aniversario.
Ambos
muchachos veían al rubio jugueteando con la pluma.
-Se
ha cumplido tu deseo – Draco se dirigió
hacia el ojiverde.
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