**Capitulo veintitrés**
Theodore
tenía una sonrisa de lado en su rostro. Se sentía feliz. Y esa nueva sensación
era muy agradable, se estaba acostumbrando.
-¿Cómo
se encuentra mi pichoncito enamorado?
– Pansy llegó a su lado, sentándose.
El
muchacho borró la sonrisa, frunciendo el ceño.
-¿Pichoncito enamorado? – recalcó Blaise,
alzando una ceja.
-Es
un decir… - la muchacha rodó los ojos - ¿Dónde está tu novio? – quiso saber,
buscándolo con la mirada por toda la biblioteca.
El
slytherin sintió algo cálido en su pecho cuando Pansy pronunció la palabra
“novio”.
-¡Por
Salazar, Pansy! Estás más emocionada tú que ellos dos – se quejó el moreno.
-No
estés celoso, cariño – le dio un beso en la mejilla - ¿Vendrán a Hogsmeade con
nosotros, verdad?
-¿Piensas
espantarle el novio tan pronto? Ayer apenas iniciaron su relación y ya quieres…
-¿Quién
les dijo que él y yo somos novios? – Theodore entrecerró los ojos, haciéndose
el desentendido – Les han mentido.
-Theo,
Theo, Theo… - Pansy suspiró largamente – tu cara lo dice todo. Luces más
contento que antes y tu mirada es diferente. Además, Harry y tú venían juntos,
tomados de la mano, de la Torre de Astronomía.
El
slytherin parpadeó un par de veces.
-Entonces,
¿lo son o no lo son?
-Si…
- murmuró, sonrojado.
-¡Genial!
*****
Theodore
tocaba la melodía de su madre. Recordó las palabras de Pansy y le dio la razón.
Estaba feliz. A su mente viajó aquel momento en que le reveló a Harry sus
sentimientos.
Harry tenía la boca abierta, su reciente declaración lo había dejado atónito. ¿Él su
primer beso? Se sintió orgulloso de ello… pero luego recordó que no fue un gran
beso… solo un piquito. Se sintió preocupado, ¿le habrá gustado?
-Es cierto – Theodore se levantó.
Harry lo miró sin comprender.
-Me gustas. Supongo que después de pasar mucho tiempo
a tu lado y saber realmente cómo eres…
-Tal vez... tal vez tengas el síndrome de Estocolmo –
opinó el gryffindor – o quizás…
-No – Theo sonrió, recordando que él dijo exactamente
esas palabras a Pansy – en verdad lo estoy, no quería admitirlo, pero esa es la
verdad. No tengo porque seguir negándolo – se encogió de hombros.
-Oh… - el ojiverde se quedó sin habla,
sorprendentemente.
Theodore suspiró largamente.
-Tú también a mí, pero eso ya lo sabes… – murmuró el
león - ¿Qué hacemos, ahora? Draco… él… emh…
El slytherin frunció el ceño, sumó dos más dos y todo
tuvo sentido. La conversación que había mantenido en la mañana con Malfoy ahora
todo tenía sentido. De manera indirecta le había “dado permiso” para salir con
Harry. Le dio a entender que no habría problemas si ambos lo querían intentar.
-Ya pasaron los cinco minutos – musitó Harry,
levantándose – en verdad, espero, que algún día me perdones.
-Será difícil confiar en ti. Me mentiste – aclaró.
-Todos lo hacemos. Reconozco que mi mentira fue grave,
pero he aceptado mi error y estoy tratando de remediarlo.
-Tienes razón. Yo también he mentido. Con la música
del coro, con respecto a ti. Admito que tuve mis sospechas que algo andaba mal pero
no quise avanzar más porque por primera vez sentí que le importaba a alguien.
-Le importas a muchas personas, Theodore. Y soy una de
esas personas – Harry se sonrojó.
-Una parte de mi quiere… creerte.
-Esta vez no te defraudaré, prometo ser sincero…. Y no
caerme por unas escaleras.
Sonrió. Theodore hizo lo mismo, sintiendo el
cosquilleo bullir en su estómago.
-¿Amigos? – Harry le extendió la mano.
Theodore observó la mano del muchacho por un par de
segundos. ¿Amigos? ¿Cómo demonios puedes ser amigo del chico que te gusta y
sabes que eres correspondido?
-¿Novios? - propuso Theodore, extendiendo también su
mano. Harry se sonrojó.
La verdad no se esperaba esa propuesta, pero Theodore
tenía un punto. Ambos se querían, ¿Por qué no intentarlo?
-Sí – respondió, aceptando la mano del slytherin.
-Si de pronto comienzo a divagar es por tu culpa –
reprochó. Harry alzó una ceja – solo tú haces que hable sin parar por ninguna
razón en particular… como en estos momentos, ¿Qué demonios me pasa?
-Es el efecto de la Luna de queso – sonrió de lado.
Theodore
terminó de tocar la melodía de su madre.
-¿Qué
tal?
-Precioso
– opinó Harry – tocas precioso. ¿Me enseñarás algún día a tocar de esa manera?
Theodore
se quedó en silencio, asintió mientras le hacía señas para que se sentara a su
lado.
El
resto de la tarde se la pasó practicando en el piano. El slytherin no se cansaba
de repetirse lo feliz que se sentía al lado de Potter.
*****
Los
días siguientes fueron pasando de manera rápida. Harry aprendió las notas básicas
del piano, Hermione y Ron se reunían de vez en cuando con ellos en el jardín
trasero. Malfoy cumplió su palabra, no parecía molestarle su relación. Todo
parecía estar en la normalidad nuevamente.
-No
sé, creo que no podré hacerlo – expresó el slytherin.
-Ya
se lo confirmaste al profesor Flitwick, no puedes retractarte.
-Lo
sé.
-Tocas
muy bien, no tienes que preocuparte.
-Eso
dices porque te he dejado escuchar, Pansy.
-Lo
digo porque es verdad. Admito que antes tocabas increíble pero ahora lo haces perfecto – la muchacha le sonrió –
Potter te hace bien.
-Sí…
- murmuró el muchacho, sin ser muy consciente de ello. Pansy le sonrió.
-Toca
otra para mí – le pidió – dijiste que serían tres.
-Con
esta será la quinta, Pansy.
-¡Por
favor! – le puso ojitos de borrego a medio morir. Theodore rodó los ojos,
comenzó nuevamente.
*****
Harry
y Theo se besaban. Se encontraban en la torre de astronomía. Habían ido a ver
las estrellas, pero de un momento a otro se encontraban besándose.
Harry
pasó sus brazos por el cuello de Theodore, enterrando sus dedos en los castaños
cabellos de su novio. Le encantaba Potter, le gustaba cada centímetro de su
piel, su sabor, su calor…
Volvió
a besarlo, el gryffindor deslizó sus manos hasta el abdomen del otro y comenzó
a acariciarlo por debajo de su camisa. El castaño sintió una descarga eléctrica
con el roce de su novio.
-Harry…
- jadeó – Ha-Harry… yo no… yo nunca…
El
aludido lo observó. El slytherin tenía los labios y las mejillas sonrojadas.
-Oh…
lo siento – se disculpó rápidamente al interpretar el gesto de circunstancias
que el slytherin tenía. Theodore se acostó completamente en el suelo,
separándose de Harry.
-No
lo hagas, no es tu culpa.
Harry
se acurrucó en el cuerpo del slytherin.
-Me
estoy acostumbrando a esto – murmuró el
castaño.
-No
te preocupes, esperaré – aseguró Harry.
Theodore
le dio un casto beso en los labios.
-A
esto si estoy acostumbrado – le sonrió de lado, sintiendo las famosas mariposas
revolotear dentro de su estómago – Y aún sigo hablando sin ninguna razón
aparente. A eso no creo poder acostumbrarme.
-Yo
sí, me encanta escuchar tu voz.
El
slytherin gruñó.
-Por
cierto, ya sé cuál es el hechizo – el slytherin enarcó una ceja. Harry
sonriente levantó la varita y de ésta salió una chispa color plateada. Comenzó
a caer nieve lentamente, una nieve cálida ocasionando un ambiente íntimo y
romántico.
Theodore
sonrió feliz.
Definitivamente
se acostumbraría a eso.
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