domingo, 10 de agosto de 2014

Capitulo III



Lay it down slow


Capítulo III
Pesadillas.

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Y si lo sueños no se hacen realidad

Me aseguraré de que tus pesadillas desaparezcan.

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Andy llegó rápidamente hacia los juzgados, lamentablemente la suerte no estaba de su lado. El juez Duncan había salido de emergencia de la ciudad. El muchacho cada vez se sentía desesperado, las puertas de las esperanzas se le cerraban lentamente y esa no sería la única en cerrársele en esos días.

Llegó a su departamento casi a la media noche, estaba agotado y hambriento. Era de esperarse, después de todo solo contaba en su estómago con el emparedado que se había devorado en la mañana. Y, nuevamente, el cansancio le ganó al hambre. Se dirigió hacia su cama y se dejó caer boca abajo, a pesar de estar agotado, no consiguió dormir; le preocupaba su hermana. Sabía que por más que hiciera algo, no iba a poder recuperarla. No tenía las influencias con las que contaba la señora Burbage, ni los contactos suficientes para poder, al menos, aplazar la orden de restricción.

Sintió ardor y picor en sus ojos azulados, se mordió el labio inferior para impedir gemir de la rabia y la impotencia que le hacía sentir toda esa situación. Al final no pudo lograrlo. Lloró de dolor, de impotencia, de amargura, de soledad…

***********

Sintió cosquillas en su mejilla derecha, al abrir los ojos descubrió a Lola frente a él.

-Hey… - saludó con voz ronca.

-Lola, quedamos que no lo ibas a despertar – regañó un muchacho alto desde el marco de la puerta.

-¿Qué haces aquí, Chris? – preguntó Andy, sentándose en la orilla de la cama.

-Visitándote – le sonrió.

El muchacho ojiazul lo observó detenidamente.

-Me quedé preocupado – reconoció el recién llegado, se acercó lentamente – no me llamaste en la tarde.

-Lo dices como si eso hiciera siempre – Andy se talló los ojos.

-¿Todo bien? – Chris se acuclilló frente a él.

Si Andy hubiera respondido con sinceridad a esa simple pregunta, tal vez… solo tal vez todo pudo ser diferente. Sin embargo; en definitiva esa no fue una sencilla pregunta y posiblemente Andy consideró todo antes de responder un:

-Sí.

Les contaré el motivo por el cual Andy no quiso involucrar a Chris en sus asuntos. Todo se remota a cuando el joven Morgan fue asignado al cuidado de la familia Belkis. Después del incidente con el señor Monjaráz, el padre sustituto de Andy decidió cambiarlo de colegio, lo inscribió en el que estudiaba su primogénito. Y durante un año todo pareció marchar a la perfección. Pero no siempre todo es miel sobre hojuelas, Andy lo sabía.

Ocurrió una noche. Andy solía tener pesadillas, todas fáciles de olvidar, excepto una. En ésta, Andy era separado de su hermana y un familiar cercano a las víctimas de su padre vengaba la muerte de su ser querido a través de él. Había algunas diferencias, pero el final siempre era el mismo. Una mamá depresiva le disparaba directo en la cabeza. O un tío furioso lo molía a golpes. O un padre desquiciado lo asfixiaba con sus gruesas y fuertes manos...

La de esa noche fue más aterradora, esta vez no se trató de un papá desquiciado, ni de un tío furioso, en esta ocasión se trataba del señor Monjaráz, quien presa del dolor y de la venganza no solo había golpeado a Andy, sino que se encargó de hacerle saber lo que le hizo el señor Morgan a su hija. Andy despertó gritando; estaba sudoroso y desconcertado.

-¡Andy! – gritó Chris, sosteniéndolo fuertemente de los hombros.

El aludido tardó un par de minutos en poder asimilar que lo que había presenciado había sido una pesadilla.

-Todo está bien – Chris le susurró, secando sus lágrimas con la yemas de los dedos – solo fue una pesadilla.

-Se… sintió tan… real – musitó, desviando la mirada.

-Nadie te hará daño, Andy. Lo prometo.

Chris tardó alrededor de una hora para poder tranquilizar a Andy. Y para ese tiempo ya pasaba de la media noche.

-Y esta es… Danelly – Chris señaló con su dedo índice hacia la fotografía de una jovencita de cabellera rubia.

-Tu novia – Andy sonrió.

-¿Qué? ¡Esa… esa… escoba con ojos! – Chris se sacudió la cabeza, dejando de lado el anuario escolar que desde hace rato estaban viendo – primero me doy un tiro en la cabeza.

-Vamos, te gusta – el ojiazul presionó – te he visto cómo la miras.

-Si le crecieran un poco más… tal vez dejaría de parecerse a una escoba – se burló, imitando el andar de la muchacha. Andy se carcajeó.

-Ya te veré, Chris.

-¿Qué insinúas? ¿Qué me casaré con ella? – Se lanzó sobre Andy, comenzando una lucha amistosa - ¿Cómo sabes que no me gustan otras cosas?

Andy logró zafarse de los largos brazos de su compañero de cuarto.

-Cierto, tú no serás el de la iniciativa, ella lo será – lo tentó un poco más – Ella te exigirá que se casen y tú accederás – carcajeó.

Chris se lanzó nuevamente sobre él, ambos cayendo en la cama del primero. Los muchachos reían por lo absurdo de la situación. Tal vez, si años después descubrirían que parte de lo que dijeron esa madrugada se convertiría en realidad, solo tal vez no lo hubieran dicho. Aún si estuvieran bromeando.

-¿Te rindes? – presionó Andy, se encontraba sobre Chris, sus brazos se extendían a lo largo de los de su amigo, acorralando sus manos.

-Aún no has ganado – reclamó.

-Olvidas que sé tú punto débil – sonrió con malicia. Chris odiaba que le tocaran las orejas, tal vez porque un tiempo atrás, su institutriz solía jalárselas cada vez que cometía una travesura.

-Tienes las manos ocupadas – aclaró – ¿cómo lograrás tu cometido?

-Con mi lengua – Andy se lamió los labios.

-¿Qué? – Chris hizo un gesto de repugnancia. Odiaba más esa acción porque le recordaba a un primo mayor que solía molestarlo de esa manera – ¡No, no, no, espera, espera…!

Chris se removió de su lugar mientras Andy dirigía su lengua hacia su oreja derecha.

-¡Qué demonios está pasando aquí! – los muchachos fueron sorprendidos por los señores Belkis y por el prefecto del colegio.

Esa inocente acción, porque solo era eso, no había nada mal intencionado, hizo que Andy pagara un precio muy alto.

-Papá, no es lo que crees – trató de explicar Chris una vez de pie a un lado de la cama. A su lado, Andy estaba preocupado. Probablemente sabía lo que vendría a continuación.

-No me vas a decir qué fue lo que vi, Christopher – el señor Belkis se acercó peligrosamente hacia Andy, quien retrocedió asustado - ¡Tú, maldito mocoso!

-Señor… yo… - un golpe directo hacia su mejilla, esa en la que horas atrás Chris le había secado las lágrimas, lo hizo silenciar.

-¡No! ¡Basta, papá! – Chris trató de detenerlo, pero el prefecto y su madre lo detuvieron.

-¿Qué querías hacerle a mi hijo? ¡¿Violarlo?! – el señor Belkis lo zarandeó fuertemente. Andy no se defendió, sabía que lo que dijera no habría alguna diferencia, no le creerían por más que él y el mismo Chris lo explicaran.

Lo que sucedió después ya se lo imaginarán. Los señores Belkis ya no quisieron que Andy siguiera bajo su custodia y mucho menos en el mismo colegio de su hijo. Andy fue trasladado a otro hogar, uno muy lejos de donde residían los Belkis. Andy y Chris no se volverían a ver hasta cuatro años después.


-Si no me dices qué es lo que ocurre, no puedo ayudarte – Chris lo vio a los ojos.

-¿Quién dijo que necesito ayuda? – Andy se levantó de su lugar. Solo lo protegía, no quería causarle problemas a víspera de la tan esperada boda.

-Andy…

-¿Qué es lo que buscas, Chris? ¿Qué haces aquí, realmente?

-Tú lo sabes bien – lo miró de frente.

-Eso no es posible, te casarás.

-Si me dices que todo sigue igual, que aún sientes lo mismo. Cancelaré todo.

-No puedes hacer eso – Andy se desesperó – No puedes…

-¿Amarte?

-La última vez no nos fue muy bien. Perdimos la oportunidad.

-Parece que el destino nos volvió a unir.

-Para una amistad, no para algo que no supimos aprovechar.


Y eso era verdad. No pudieron, no supieron o no quisieron ver que algo realmente bello pudo haber pasado entre ambos. Chris tenía razón en una parte, el destino se encargó de reunirlos. Habían transcurrido cuatro años desde el incidente de la habitación. Andy estudiaba en la Universidad de Medicina de la Ciudad, un año atrás había cumplido la mayoría de edad y por lo tanto ya no necesitaba estar bajo la custodia de nadie. La señora Carlota le había ayudado a alquilar un departamento cercano al domicilio en donde su hermana menor vivía.

Ese día, que parecía que el destino estaba empeñado en reunirlos, Andy iba en camino hacia su primera clase. Estaba emocionado por todo  lo que había logrado desde su independencia. El semestre recién comenzaba y todo parecía ir bien… al menos hasta el mediodía.

Andy se quedó en una glorieta a descansar, hojeaba las páginas del libro de Anatomía Humana recién sacado de la biblioteca cuando un par de zapatos entró en su campo visual, frunció ligeramente el ceño. Su mirada subió hasta toparse con el recién llegado.

-Tanto tiempo – saludó.

Andy no lo reconoció, pero estaba más que claro que el otro muchacho sí lo conocía a él.

-Supongo – devolvió el saludo, cerrando el libro y preparándose para escabullirse.

-¿No sabes quién soy, cierto?

La alarma interior del muchacho ojiazul se activó inmediatamente, prefirió salir de ahí antes que las cosas pudieran salir mal.

-No – respondió, avanzando, una mano se cerró en su brazo izquierdo impidiéndole continuar.

-¿Te vas? Si aún no te he dicho quién soy.

-Sin ánimos de ofender, no me interesa – Andy trató de zafarse del agarre sin resultado alguno.

-Spiller – salpicó el captor, Andy no mostró señas de reconocimiento – Julián Spiller – aclaró.

No hubo gran diferencia, el muchacho ojiazul no lograba ubicarlo.

-Por supuesto, no soy un maldito violador y asesino en serie como para que recuerdes mi nombre.

La furia invadió a Andy, lo empujó con todas sus fuerzas, logrando zafarse del agarre de su captor. Avanzó lo más que pudo, sin embargo Julián no se daría por vencido tan fácilmente. Se lanzó sobre él ocasionando que ambos cayeran al suelo. ¿Les he mencionado que Andy no es precisamente un chico musculoso? Él se vio envuelto en innumerables atracos, ninguno pudo ganar, y esta pelea no fue la excepción.

Julián logró dominarlo. Estaba sobre él, sentado en su abdomen y con ambas manos mantenía presas, una a cada lado de la cabeza, las de Andy.

-Elizabeth Monjaráz – le susurró al oído y entonces Andy pudo identificarlo. Julián fue novio de Lizzy. La muchacha más bonita del colegio donde Andy estudiaba - ¿Ya lo recuerdas?

Andy seguía luchando para zafarse del agarre de su captor, pero todo lo que hacía era en vano.

-Lizzy era mi novia hasta que tuviste la fantástica idea de enamorarla, ¿y para qué, Andy? ¿Para qué tu padre la violara y la asesinara? – el muchacho ojiazul podía ver el resentimiento acumulado en los ojos de su ex compañero.

-No, no fue así.

-¿No? Yo solo sé que Lizzy murió por tu culpa – Julián escupió en su cara – Tu maldito padre la violó, seguramente la dominó así tal cual te tengo dominado a ti… - sonrió con malicia, sobre todo cuando vio que llamó la atención de varios estudiantes que ya comenzaban a rodearlos – Dime… ¿tu padre hizo esto con ella? – rozó su entrepierna con la de Andy, quien se sintió enrojecer por la humillación que estaba pasando.

-Idiota – gruñó, haciendo un esfuerzo sobrehumano para quitarse a su captor.

-¿Qué pasa? ¿No te gustó? Te aseguro que a Lizzy tampoco le gustó.

-Te voy a…

No terminó la oración, alguien más se encargó de liberarlo de su captor. No supo muy bien cómo ocurrió todo, pero cuando menos se dio cuenta solo estaban él y el buen samaritano que llegó a auxiliarlo.

-Te encanta llamar la atención, ¿cierto? – le sonrió un muchacho alto y de grandes ojos color miel.

-¿Chris? – Andy no podía creer que se trataba de su ex compañero de habitación.

-El mismo que viste y calza – agrandó su sonrisa.

Después de ese día, se volvieron inseparables. Chris ya era mayor de edad así que sus padres no podían impedirle tener amistad con Andy.


-Ni siquiera pudimos iniciarlo… – musitó Chris.

-Eso es mucho mejor – Andy bajó la mirada – No se puede recuperar algo que nunca se tuvo.

-Ahora lo podemos hacer.

-Chris, te casarás con Danelly y…

-Eso no pasará, Andy. Yo no la amo. No haré algo que me arrepentiré el resto de mi vida. Es por eso que he estropeado cada oportunidad para no dar fecha a la boda. Tenías razón. Lo acepto – lo miró fijamente a los ojos.

-Si cancelas… Chris, pondrás a tu padre en tu contra.

-No me importa. Siempre y cuando te tenga a ti.

-No me tendrás – le aseguró – lo único que me importa ahora es mi hermana. No hay nadie más en mi vida.

-Andy…

-Lo siento, Chris – El muchacho ojiazul le dio la espalda – es mejor que te vayas…

Chris nunca entendió el motivo del porqué Andy lo alejó de él. Eran tantas cosas por las que el joven Morgan estaba pasando que tal vez lo último en lo que se preocupaba era el ser feliz, no cuando a su hermana estaban por alejarla para siempre de él o tal vez por el peligro que lo exponía al estar a su lado. Tal vez ambas, tal vez ninguna. Tal vez una tercera causa. Chris nunca lo sabría.

Belkis salió del departamento de su amigo, no sin antes pedirle que no olvide sus palabras y que piense la propuesta.

Cuando Chris llegó a su casa, se dirigió rápidamente hacia su habitación y se dejó caer sobre su cama, tratando de asimilar lo recién ocurrido en el departamento de Andy. Le había propuesto intentarlo, en verdad lo había hecho. Cerró fuertemente los ojos, aclarando sus ideas y esperando encontrar una solución a lo que se avecinaba. Si Andy aceptaba tenía que buscar la manera de romper con Danelly sin que sus familias se vieran envueltas en una guerra de demandas o de disolver una asociación de años de trabajo e investigación. Si Andy rechazaba la propuesta pero le daba un indicio o alguna señal de que en algún momento se podría dar algo entre ambos, Chris se la jugaría y aún así rompería con su novia.

-Hasta que te has dignado a venir – la voz de Danelly se coló hasta sus pensamientos.

Chris se levantó de la cama rápidamente que casi siente romperse la columna vertebral por el impulso.

-¿Qué haces aquí? – la chica levantó una ceja.

-Tenemos que hablar – el tono utilizado en la frase hizo que Chris mantuviera la esperanza de que tal vez sea ella quien quiera romper con él. ¡Que dulce es la ignorancia y la inocencia, mis estimados lectores!

-Dime – respondió Chris, la muchacha cerró la puerta de la habitación, haciendo del ambiente tenso.

-Estoy cansada de fingir que no pasa nada – la mirada que le lanzó fue fría y malévola al parecer del muchacho – Ambos sabemos la realidad de esta situación.

-Danelly… - la muchacha lo silenció con una seña de mano.

-No nos hagamos tontos, Christopher. Entre tú y yo no hay nada de nada, salvo aquel estúpido trato que nuestros padres hicieron por nosotros hace tres años.

Chris lo veía venir, Danelly estaba dándole un sermón pero al final de éste vendría la ruptura. Podría intentarlo con Andy.

-Así que, no le daré tantas vueltas al asunto. Si tú y yo nos casamos, nuestros padres ganan los muchos millones que acordaron con nuestra unión. Yo no te amo y es más que evidente que tú no me amas. Así que, haremos lo siguiente…

El muchacho se preparaba para escuchar tan anheladas palabras, que no pudo evitar el que se asomara un resquicio de media sonrisa.

-Nos casaremos. Mañana.

-¿Qué? – Chris frunció el ceño, levantándose rápidamente - ¿te volviste loca?

-Loca no. Inteligente, Chris.

-No me amas. Odias este arreglo tanto como yo y aun así te quieres casar, ¿estás demente?

-Si dejas de insultarme te explicaré como están las cosas.

-Explícame, pero nada de lo que me dirás hará que la respuesta a esa propuesta sea positiva.

-No te hagas ilusiones, Christopher – la muchacha sonrió de lado, se sentó en la silla de la esquina, cruzando las piernas – Andy.

El muchacho quedó de piedra al escuchar el nombre de su amigo en los labios de Danelly. Sabía que fuera lo que dijera no sería nada bueno.

-Lo amas. Sé que es así, no intentes negarlo. Todas esas veces que te escapaste… – antes de que el muchacho replicara, comenzó a mencionar las ocasiones – en nuestro primer aniversario, en la cena de navidad, el día de los enamorados y otras fechas de relevancia… te fuiste con él. Al principio me hice la desentendida, después simplemente comencé a ignorar… pero todo tiene su límite. Yo ya estoy en números rojos. Me cansé de hacerte creer que soy una estúpida.

-¿Qué quieres?

-Ya lo dije.

-¿Por qué quieres casarte, si sabes que no te amo?

-Por la misma razón que nuestros padres hicieron este trato, por la misma razón por la que tú te empeñas en estar al lado de Andrew. Por amor.

-Has dicho que no me amas.

-Al dinero…

Chris le envió una mirada de total desconcierto. Danelly podría ser muchas cosas, pero no una interesada y mucho menos en el dinero, no cuando su familia encabezaba la lista de las cinco familias más ricas de la ciudad.

-Al casarme contigo, obtendré fama, fortuna y un estatus que me lanzará directamente a lista de las muchachas más deseables de todo el país.

El muchacho no podía creer todo lo que escuchaba, la Danelly que tenía frente a él no se parecía a la muchacha sencilla y carismática que él había conocido en el colegio ocho años atrás de la cual él había sentido cierta atracción.

-¿Y que gano yo, Danelly? ¿Qué te hace pensar que aceptaré tal propuesta?

-Aceptarás, tal como lo hizo Andy hace tres años.

-¿Qué? – Chris sentía que en cualquier momento le daría un ataque, no estaba muy seguro si quería escuchar la respuesta a esa pregunta.

-¿Sabías que no soy la única persona que sabe que amas a Andy? – la mucha sonrió mordazmente  mientras Chris se sentaba lentamente en la cama, tenía la certeza de quién era la otra persona a la que se estaba refiriendo la muchacha – tu padre lo sabe.

Chris le lanzó una mirada de impotencia.

-¿Por qué crees que hizo el trato con mi padre? No solo te escapabas de mí, ¿cierto? – Danelly se levantó y se dirigió hasta con él – Hace dos años en Navidad, en esa en la que te escapaste para irte con Andrew, tu padre vino a visitarme. Tuvimos… una charla muy interesante. Ambos concluimos en algo. Andrew era el problema.

-¿Qué?

Chris se levantó, sorprendiendo instantáneamente a la muchacha, quien se recuperó rápidamente.

-Me prometió que él ya no sería más problema mío. Tu padre fue a hablar con él. No sé qué le habrá dicho pero no parece haber hecho efecto sus palabras, así que… mi padre también fue a hablar con él.

-¿Qué…? – Las palabras  se le atoraron en la garganta - ¿Qué le hicieron?

-Nada, Andrew está vivo.

-No me refiero a eso – la sujetó del brazo fuertemente - ¿Qué le hicieron?

Y ahí estaba la respuesta a su pregunta. Esa era la razón por la que Andy se negaba a estar con él. Su padre y el señor Beraud eran los responsables de su decisión.

-¡Habla! – la zarandeó levemente.

-Si no se alejaba de ti, le anularían el acuerdo que tiene con los señores Burbage.

La soltó rápidamente, como si su piel quemara. Millones de imágenes viajaron a su mente, en todas aparecía Andy animándolo a casarse, pidiéndole que se fuera del departamento, sermoneándolo por dejar plantada a su novia… la última imagen tuvo mucho más sentido. Ahora sabia el motivo del porqué lo alejó.

-Si anulan el trato, eso significa que nunca podrá ver a su hermana – susurró – es su única familia, se desvive por ella, solo puede verla cada tres semanas por una hora y amenazan con quitarle su tiempo, ¿Cómo…? ¿Cómo pudiste prestarte a algo tan… vil?

La muchacha suspiró cansinamente, la conversación se estaba alargando más de lo necesario.

-La oferta o amenaza, como quieras llamarla, aún está en pie. Y ahora te la diré a ti. Te casas conmigo o tu querido Andrew se queda sin su hermana para siempre – le hizo un puchero, en su mirada había un destello de triunfo y malicia.

-Eres una…

-Piensa muy bien las siguientes palabras, Christopher – su semblante cambió – haremos una nuevo trato.

-No hago tratos con personas como tú – salpicó con odio.

-¿Seguro? – Lo miró directamente a los ojos – te ofrezco lo siguiente, te casas conmigo, tenemos un heredero. Y te podré dar la libertad de estar con tu querido Andrew, siempre y cuando no seas visto en público con él. Ambos tendremos la pantalla de los esposos enamorados y un hermoso hijo. Pero en nuestra casa, cada quien vivirá su vida como quiera, con la única condición de no ser vistos con otras personas en público. ¿Lo tomas?

Chris la odiaba, tanto como cada palabra que salía de su boca.

-Tendrás a tu Andrew. Pero primero te casarás conmigo – simplificó.

-¿Qué hay con el convenio de los Burbage?

-Aún está en pie – le sonrió – Chris, todo se resuelve con nuestra boda. Si nos casamos, hablaré con mi padre y con el tuyo para que no procedan con los Burbage. Y yo mantendré el trato que te he dado.

Chris ni siquiera lo pensaría, la respuesta a todo ese maquiavélico plan era un NO rotundo, sin embargo no podía hacerle eso a Andy. Aun no podía borrar la mirada de desilusión y de dolor del día anterior que mantuvo después de la visita (si eso se le podía llamar visita) que le hizo a su hermana. No podía imaginarse la vida de Andrew sin Hannah. Y si se casaba con Danelly, se alejaría definitivamente de él, no podría estar con Andy, no podía ofrecerle lo que su novia le estaba proponiendo. Serlo su amante. Si llegara a aceptar la oferta sería para que a Andy no lo alejaran de su hermana.

-¿Y bien?

La miró directamente a los ojos.

-Acepto.


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