sábado, 9 de agosto de 2014

Capitulo IV



Lay it down slow




Capítulo IV
Dolor en tu corazón.

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Si sientes dolor en tu corazón,

¿Por qué no lo compartes conmigo?

Y esperamos y veremos si es la mitad de lo que solía ser.

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Esa noche, Andy la pasó en blanco. No pudo conciliar el sueño. La propuesta de Chris no hizo más que empeorar las cosas. ¿Por qué solo a él le pasaban estas cosas? Rodó por cuarta vez en su cama, mientras los recuerdos lo invadían lentamente…

Regresaba de su guardia del fin de semana, por fin era lunes y él solo esperaba poder desparramarse en su cama y dormir, si es que Chris no se hubiera adelantado y en esos momentos fuera él el dormido en su cama. Apenas hubo dado vuelta a la llave y abierto la puerta cuando alguien más lo empujó y metió a su departamento.

-¿Qué…? ¡Señor Belkis! – Andy se asustó, la última vez que había estado tan cerca del mayor no había sido precisamente para un abrazo cariñoso, el muchacho aun recordaba el golpe en su mejilla.

-Eres difícil de encontrar – reconoció el mayor – No tanto para mi hijo.

Andy no le despegó la mirada, si el señor Belkis estaba ahí, definitivamente no era para algo bueno. No habían terminado en buenos términos la última vez.

-Creí que… te había quedado claro que no te quería ver cerca de mi hijo – el mayor se paseaba de un lado a otro, observando el lugar - ¿Necesitas un incentivo para hacerlo? – lo miró fijamente.

El muchacho ojiazul no le despegaba la mirada. No le sorprendió que el señor Belkis estuviera al tanto de las reuniones que tenía con su hijo. Si estaba ahí, en su departamento, era porque incluso, sabía algo más que eso.

-No quiero que lo veas, que lo recibas, que le dirijas la palabra, que lo mires, que lo toques… - se acercaba lentamente a él mientras Andy se le alejaba a cada paso que el mayor daba – …que lo ames – el muchacho tocó con pared.

-No… no lo…

-¡No mientas! – El mayor dio un golpe en la pared, muy cerca del rostro del muchacho, quien cerró fuertemente los ojos – Sé que los señores Burbage no tienen un buen concepto de ti, así que…

-¿Qué? – Andy sintió ahogarse por falta de aire. El mayor sonrió de lado al obtener la atención de su objetivo.

-Si haces cualquier cosa que te he mencionado con respecto a mi hijo Christopher, te juro que nunca volverás a ver a tu hermana – comenzó alejarse de él lentamente hasta quedar al pie de la puerta – Sabes muy bien que cumplo mis promesas, Andrew.

Salió del departamento.

Por primera vez en su vida, odió a su padre, al señor Morgan. Si no hubiera cometido los crímenes, su realidad sería otra. Dejó de lamentarse y decidió hacer algo al respecto. La verdad era que estaba tan desesperado que hizo lo último que quería hacer. Pedirle ayuda a Chris. No le diría toda la verdad, esa en lo que el señor Belkis cumple su palabra y le ha quitado la única posibilidad de estar con su hermana, le diría que los Burbage han decidido no dejarlo ver a Hannah y él necesita un buen abogado para poder anular la orden del juez.

Dos horas después llegó a la casa de Chris, estaba tan centrado en ver a su amigo que no se percató que en el lugar se estaba llevando una gran celebración hasta que estuvo frente a Danelly, vestida de novia.

-¿Andrew? – lo llamó, ciertamente ella no esperaba verlo en ese lugar - ¿Qué haces aquí?

El muchacho se iba a preguntar lo mismo, pero recordó que él era el intruso en ese lugar, el que debería estar a kilómetros de distancia, sobre todo del señor Belkis.

-¿Buscas a mi esposo? – La respuesta lo desconcertó en demasía – Ahí viene – señaló justo detrás de él. Andy se dio la vuelta para encontrarse al esposo.

-¿Chris?

-Andy… – el ojiazul no era el único desconcertado por su presencia en ese lugar - ¿Qué haces aquí?

-Te… casaste…

Susurró, realmente lo desconcertaba. El día anterior Chris parecía estar dispuesto a cancelar todo y no estar preparando su boda.

-Sí, lo hizo – respondió Danelly por él, abrazándolo – Es maravilloso, ¿cierto?

Ambos no se despegaban las miradas, Andy estaba aún procesando la información. Chris por otro lado, habría preferido que su amigo no hubiera descubierto de esa manera su casamiento.

-Nos dejas a solas, Danelly – pidió Chris.

-No olvides… nuestro trato – le susurró al oído y le dio un casto beso en los labios antes de alejarse de ellos.

Chris odió cada acción y palabra.

-Andy… yo…

-No, no tienes que decir nada – desvió la mirada.

-Perdóname.

-¿Por qué? Porque te casaste con tu novia – el ojiazul negó con la cabeza – es mejor… que me vaya…

-Andy, espera – lo tomó del brazo - ¿Qué necesitas?

Chris sabía que si Andy se arriesgaba a ir hasta su casa era porque era algo importante y urgente, no arriesgaría por nada el convenio que mantenía con los Burbage ni tampoco se atrevería a que su padre cumpliera con su amenaza.

-Nada… - lo miró a los ojos, dispuesto a decirle todo, pero se arrepintió de inmediato. Se soltó del agarre – nada…

Salió del lugar lo más rápido que pudo.

***********

Cuando Andy llegó a su departamento estaba demasiado distraído, tanto que no se había percatado que una persona lo había estado siguiendo desde que salió de la casa de Chris. Se sacudió la cabeza, en un intento vano de olvidar lo que había presenciado media hora atrás. Se centró en lo más importante. Buscar la manera de anular la orden de restricción. Y como caído del cielo, llegó la respuesta a su mente. ¡Eso es!

Se dirigió hacia el estudio, en busca de un libro en donde guardaba un documento muy importante. Una carta poder en donde la señora Minerva Montoya, una señora de gran influencia y la última persona que tuvo su tutoría antes de cumplir la mayoría de edad, había escrito un ultimátum el cual él podía usarlo para cualquier circunstancia, incluso para anular una orden de restricción.

Mientras buscaba el documento llamó por teléfono a la única persona que sabía no le fallaría.

-Señora Carlota, tengo algo que podría ayudar a quedarme con la custodia de Hannah.

-¿Qué es?

-Una carta poder hecha por la señora Montoya, la que me dejó antes de morir – explicó.

-Habías dicho que no podías usarla.

-Tengo que intentarlo, es lo único que me queda – revisó un par de libros y al verificar que no estaba dicho documento, los dejó de lado.

-De acuerdo, iré a buscarte. Estoy a media hora de tu departamento.

-Gracias – colgó y se dirigió hacia el armario.

¿En dónde había quedado la carta poder?

-Piensa, Andy, piensa – se dijo mientras se dirigía hacia su recamara. Recordó que la última vez que tuvo el documento a la mano estaba investigando en un libro grande y pesado en qué circunstancias podría hacer uso de ese documento.

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Solo lo separaba de su objetivo un par de escaleras. La verdad era que el último lugar en donde pensó que lo encontraría era precisamente en una boda. Andy no era de esas personas que se entretenía en eventos sociales, sobre todo cuando tenía muchos enemigos dispuestos a machacarlo a golpes por ser el hijo del famoso “Asesino y Violador de rubias”.

Estuvo alrededor de media hora esperando a que saliera, pero era evidente que el muchacho no saldría de su escondite.

-Maldito bastardo – gruñó cuando consultó la hora.

Se dirigió hacia el departamento. Cada paso que daba la furia lo invadía cada vez más. Golpeó la puerta con furia un par de veces hasta que alguien vino a abrirla.

-Señora Car… - no le dio tiempo de terminar la oración, le embistió la puerta ocasionando que el muchacho cayera por el impulso.

-Maldito bastardo – escupió.

-¡Señor Monjaráz! – Andy palideció al reconocerlo, se levantó rápidamente - ¿Qué… qué hace aquí?

Eso no hizo más que enfadar al recién llegado.

-“¿Qué hago aquí?” – repitió con resentimiento cada palabra. Se acercó peligrosamente al muchacho, quien retrocedía conforme el otro avanzaba, se sintió en un macabro deja vu – que, “¡¿Qué hago aquí?!” – le aventó al rostro lo primero que tuvo al alcance. Por suerte, Andy pudo esquivar el florero de cerámica que Hannah le había regalo en su cumpleaños anterior.

-Señor Mon…

-¡Cállate! – el aludido acortó la distancia que los separaba, acorralando a Andy contra la pared.

Andy tenía miedo. No había nadie más peligroso en el mundo que una persona llena de dolor, de resentimiento y con aires de venganza. Y todo eso, era el señor Monjaráz.

-Mi Lizzy… - sus grandes manos se cerraron en el cuello de Andy – tú, maldito bastardo. Tú la mataste… – apretó más su agarre. Andy hizo un gesto de dolor – la engañaste, le hiciste creer que la querías. La enamoraste solo para llevarla a tu casa y así tu padre pudiera… - lo soltó bruscamente, Andy cayó de rodillas, tosiendo a falta de aire - ¡Maldito bastardo! – le dio una patada en el abdomen.

Andy sabía de lo que hablaba el padre de Lizzy, sin embargo; su relato no se acercaba a lo más mínimo de la verdad. Era cierto que la muchacha tenía su novio, Julián Spiller, también era cierto que Lizzy había terminado su relación con él. No, no fue por Andy, fue porque Julián Spiller no solo era novio de ella, también era novio de Julieta, la chica de intercambio. Lizzy comenzó a convivir más  con Andy desde que los habían asignado como compañeros de laboratorio. No les negaré que al muchacho le atraía la jovencita, cualquiera lo haría, era bonita, de largos cabellos dorados y mirada verde. Andy nunca se animó a decirle algo, ¿Qué posibilidades tenía?

Las ironías de la vida, era que tenía muchas posibilidades, porque a ella sí le atraía el muchacho. No se lo dijo porque recién salía de una corta relación. No quería volver salir lastimada. Nunca le dijo nada a Andy, obviamente si se lo dijo al padre y al ex novio, porque ellos si estaban al tanto de sus sentimientos hacia el muchacho.

Y sí, Lizzy fue en una ocasión a la casa de Andy, porque a éste se le había olvidado el libro de ciencias en el laboratorio y fue a entregárselo personalmente. Desaforadamente en esa ocasión no solo vio a su objeto de interés, también conoció al padre. Al señor Morgan.

-Te haré pagar cada uno de los sufrimientos de mi Lizzy – el mayor levantó a Andy y lo mantuvo sujeto fuertemente por los hombros.

-Por fav…

-¡Cállate! – Lo zarandeó bruscamente – los forenses me explicaron con detalle cada uno de los golpes que mi hija presentó. Incluso recrearon la escena…

Andy nunca se imaginó lo que vendría… aun cuando una vez lo soñó.

-¿Sabes qué fue lo primero que hizo tu asqueroso padre? – No le dio tiempo para responder – La aventó contra la mesa – llevó a cabo la acción, arrojó al muchacho contra la mesa de madera.

Andy cayó, golpeándose en la frente en el proceso. La sangre no se hizo esperar, pronto comenzó a escurrirse por su cara. El señor Monjaráz fue hasta con él lo contuvo en el suelo manteniendo el pie derecho sobre su espalda.

-Tu asqueroso padre le pareció excitante el tener sumisa, así tal cual estás en estos momentos, a mi inocente Lizzy.

El corazón del muchacho latía con demasiada fuerza, tenía un mal presentimiento a toda esa situación.

-Lamento que mi pa…

-¡Cállate! – el mayor golpeó la espalda con el pie que lo mantenía cautivo, Andy gimió del dolor.

El muchacho pudo sentir al señor Monjaráz sobre él, utilizando las manos para arrebatarle sus prendas inferiores.

-Y así sin más… violó a mi hija… - al muchacho le invadió un escalofríos.

No me atrevo a describir lo que Andy pasó en esos momentos. No hay palabras que se asemejen a lo que en realidad pasó. Solo sé que, después de eso él ya no fue el mismo. Nadie merece ser tratado de esa manera, me atrevería a decir que ni siquiera el señor Morgan. Nosotros no somos verdugos de nadie, no está en nuestras manos el hacer justicia. El padre de Andy enfrentó las consecuencias una vez que se le comprobaron todos sus crímenes. Lo sentenciaron a muchos años de prisión sin posibilidad de salir bajo fianza. A los seis meses fue encontrado muerto en su celda. Un familiar lejano de una de sus víctimas pagó para que lo mataran. Y aun así, hubo gente que opinaba que lo que le ocurrió no fue castigo suficiente y extendieron su aberración hacía con el hijo, que según a su parecer, iba por el mismo camino del padre…

Y con esa mentalidad, fue como el señor Monjaráz nunca descansó hasta ver que se le hacía justicia a su hija. Siempre tuvo la idea que el culpable de la muerte de Lizzy fue Andy, porque si no fuera por el muchacho su hija jamás hubiera conocido al padre. Él tenía que pagar. Él tenía que pasar por todo lo que su hija sufrió en sus últimos momentos… todo.

El señor Monjaráz jadeó, dejándose caer sobre Andy.

-Tu asqueroso padre mantuvo cautiva a mi hija por tres días… y se aseguró de violarla cada que tenía oportunidad – Andy tenía la mirada perdida, sus lágrimas resbalaban lentamente – Por suerte, no soy tu asqueroso padre…

El señor Monjaráz se levantó, disfrutando del momento. Su venganza por fin estaba siendo llevada. Andy no era consciente de lo que ocurría a su alrededor, se había desconectado desde el momento en que el mayor había comenzado a violarlo. Ni siquiera se había percatado que estaba nuevamente vestido.

-Al tercer día, tu asqueroso padre ya había encontrado una nueva víctima. A mi Lizzy ya no la necesitaba, ¿Sabes lo que hizo?

El mayor levantó al muchacho obligándolo a mirarlo a los ojos.

-Con un cuchillo, tal como este – le mostró el objeto, parecía recién afilado y salido de la cocina – la apuñaló una… - la hola afilada se incrustó en el abdomen de Andy, el muchacho pudo ver en los ojos del señor la maldad pura – y otra…  - el cuchillo salió y entró nuevamente en el cuerpo del muchacho – y otra vez…

A esas alturas Andy ya no podía mantenerse de pie, el mayor se aseguró que aún no cayera.

-Si encuentro a tu hermanita… la pequeña Hannah – le susurró al oído. Sacó el cuchillo del interior del muchacho – le haré exactamente lo mismo… - El señor Monjaráz no se molestó en seguir sosteniéndolo. Andy cayó de rodillas y en cuestión de segundos al suelo.

No supo exactamente cuánto tiempo pasó. Ni cuándo el señor Monjaráz se fue de su departamento, solo tenía algo en mente. Advertir a los Burbage que su hermana corría peligro. Trató de arrastrarse y así llegar hasta donde había arrojado el teléfono momentos atrás. Cada segundo que pasaba se le dificultaba respirar, la vista se le nublaba y las fuerzas se le acababan…

-Andy… siento haberme tardado y… ¿Andy? ¡Andy! – La señora Carlota corrió a auxiliarlo - ¡Resiste!

El tiempo se le acababa y aun no le advertía sobre el peligro que corría su hermana.

-Han… ah…

-Ya viene la ayuda, trata de resistir…

-Han… Han… - se sentía inútil, no podía pronunciar bien las palabras, los parpados cada vez se le hacían pesados y aún no le había dicho a la señora Carlota sobre Hannah.

-Resiste, Andy… resiste…
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