No me olvides…
Capitulo Trece:
Kingsley Shacklebolt
El ministro escudriñó con la mirada la hoja de
pergamino que descansaba sobre su escritorio. Dos años atrás había llegado a su
poder y aun no le daba solución a la petición escrita.
-Señor ministro – llamó la secretaria – ya llegó.
-Hazlo pasar.
Minutos después, un hombre de piel morena hizo acto de
presencia.
-Zabini – saludó.
-Kingsley – respondió. El recién llegado se sentó.
-He leído tu comunicado – el mayor señaló hacia el
pergamino.
-Ya estaba preocupado – reconoció – Hace dos años que
inicié el trámite.
El ministro se levantó, caminó de un lado a otro
dentro de la oficina.
-La razón por la que no has recibido noticias es
porque aún no he decidido qué haré.
-No es difícil, señor – frunció el ceño – Severus
Malfoy es mi hijo y quiero su custodia.
-Sé que es tu hijo – reconoció – no es posible
realizar el trámite… al menos no en estos momentos.
-¿Qué quiere decir?
El ministro volvió a sentarse.
-Dawlish me ha dicho que Potter está detrás de ti, por
eso te he estado manteniendo oculto en los últimos meses.
-No es que Potter y yo congeniemos precisamente –
aclaró – desde que me metí con Malfoy ha estado detrás de mí.
-Esta vez te busca para interrogarte – confesó – no
estamos seguros, pero te está vinculando con el ataque al departamento de Nott.
-Eso es ridículo – expresó – ni siquiera he estado en
ese lugar.
-Como sea. Potter te busca – dijo – es mejor
mantenerte en perfil bajo y un reclamo de custodia no es precisamente algo que
pase desapercibido. Ya tendrás tiempo para estar con tu hijo.
Blaise gruñó. Salió de la oficina sin despedirse. Dos
malditos años estuvo con la incertidumbre de la espera y nada había valido la
pena.
*****
Lucius leía el profeta tranquilamente al menos eso
aparentaba, en realidad estaba preocupado. Ya habían transcurrido dos años
desde el ataque y Draco aún se mantenía en coma. Potter no había tenido muchos
avances al “visitar” los recuerdos del rubio. Y él aun esperaba alguna notificación
de parte de Zabini por la custodia de Severus. Lo que eso le llevaba a la
conversación pendiente que tenía con Theodore, quien le aseguraba que Severus
no era hijo de Blaise.
-Abuelo Lu, ¿hoy puedo visitar a mi papá? – la voz del
pequeño Severus lo sacó de sus pensamientos.
-Tenemos que consultarlo con Potter o Theodore –
Lucius observó detenidamente a su nieto – Severus, ¿Qué te ha pasado en la
mejilla?
El menor desvió la mirada.
-Fue una mandrágora, en la clase de Herbología – se
levantó rápidamente – tengo que hacer deberes.
El mayor lo siguió con la mirada hasta verlo
desaparecer de su campo visual. Lucius comenzó a sospechar que Severus tenía un
“abusador” en el colegio; esa era la tercera vez en dos meses que el pequeño
regresaba a casa con un moretón en el rostro. El sonido de una aparición lo
sacó de su ensimismamiento.
-Theodore, ¿Cómo les fue? – preguntó, ansioso.
-Aún no lo sabemos – reconoció – Granger y yo hemos
puesto en marcha un nuevo tratamiento, sin embargo para ver la reacción de
Draco necesitamos esperar al menos 48 horas.
Lucius suspiró.
-No se desanime – el ojiazul lo miró fijamente – Draco
pronto estará con nosotros.
-¿Cuándo? – Preguntó, desesperado – han transcurrido
dos años y no hay mejora.
-Mientras haya actividad cerebral y reflejos innatos,
hay esperanza, Lucius – confesó.
-Tengo que ser fuerte – se dijo así mismo. Theodore lo
observó fijamente, el rubio lucía más mayor de lo que en realidad era.
-¿Y los niños?
-Arriba, haciendo sus deberes – Lucius observó las
llamas de la chimenea – estoy preocupado por otro tema: Zabini. Desde su carta
no he tenido noticias de él.
-Y no las tendrá – confesó el ojiazul – Blaise está
siendo buscado por Potter, ha logrado vincularlo con el ataque.
-¿Zabini? – Lucius alzó una ceja – él estaba en la
mansión ayudando a Draco, ¿crees que tenga relación con los atacantes?
-No lo sabemos. Potter lo busca para interrogarlo.
Algo me dice que sí está relacionado de lo contrario tendríamos noticias de él.
Lucius apretó la mandíbula, estaba realmente enojado
por toda esa situación.
-Ese maldito no puede ser el padre de Severus –
expresó.
-No lo es – el castaño frunció el ceño.
-El certificado de ADN dice…
-Sé lo que dice – acortó – Lucius, le aseguro que
Blaise Zabini no es el padre de Severus – Theodore lo miró fijamente. El mayor agrandó los ojos.
-Entonces… su padre es…
-Así es… - afirmó.
-¿Por qué el certificado de ADN dice lo contrario? –
el castaño suspiró largamente.
-Temo que el ataque que hubo hacia su hijo es solo una
pequeña parte del complot que se ha hecho contra él.
-Dices que… ¿Qué tratas de decir?
-No quiero alarmarlo, Lucius, tampoco quisiera
especular. Sin embargo; he estado analizando algunas cosas y estoy casi seguro
que el ataque está relacionado con la separación de Draco y Potter.
-¿Qué ganaban con eso?
-No lo sé, pero tiene que ver con la Poción de la
Gripe Muggle.
Lucius iba a preguntar algo más cuando los niños
entraron corriendo hasta con ellos.
-¡Papi! – Lizzy abrazó a Theodore.
-¡Ey! ¿Cómo les fue en clases? – Interrogó a ambos
pequeños - ¿Qué te pasó en la mejilla? – el castaño examinó el rostro de Severus.
-Fue una mandrágora – respondió, incomodo, ante el
ceño fruncido de Lizzy.
-¿Tienen hambre? – interrogó Lucius.
-¡Sí! – respondieron al unísono.
*****
Harry se dejó caer en la silla, suspiró largamente. Se
sentía tan cansado, sobre todo cuando llevaba a cabo el hechizo para visitar
los recuerdos de Draco. Ese día fue el más contradictorio que tuvo. Los recuerdos
que visitó fueron de la infancia del rubio.
El ojiverde observó la fotografía que descansaba en su
escritorio, era del pequeño Scorpius. Era increíble el parecido que tenían
ambos rubios en esa edad. Un sonido bastante familiar, proveniente de la
chimenea lo hizo salir de sus cavilaciones. Se dirigió hacia allá.
-¿Ron? – llamó al reconocer entre las llamas a su
amigo pelirrojo.
-Hola, Harry – saludó – tengo buenas noticias, hemos
recibido varias alertas del paradero de Zabini. Al parecer lo han visto cerca
de Hogsmeade. Mañana iré a buscarlo. Llevaré a Terry.
-¡Perfecto! – El ojiverde sonrió – ten mucho cuidado.
No hay que levantar sospechas.
-Lo tendremos – aseguró.
-¿Cómo sigue Hugo? – quiso saber.
-Emh… aun enfermo… Hermione prefiere que se quede en
casa unos días más, ya sabes cómo es de sobreprotectora – restó importancia.
-Es prevención, Ron. La conjuntivitis se contagia con
el contacto directo.
-Cierto – musitó, sintiendo un poco de remordimiento
por mentir sobre la verdadera enfermedad de su hijo – tengo que irme, te
mantendré informado con el tema de Zabini.
-Gracias, hasta mañana.
-Hasta mañana – respondió. Ron salió de la chimenea.
-¿Y? – preguntó Hermione, quien lo veía del otro lado
de la habitación.
-No ha sospechado nada – respondió.
La muchacha suspiró, aliviada.
-He tenido que decirle que Hugo tiene conjuntivitis y
no Gripe Muggle.
-Y yo darle una pista falsa de Zabini.
-Debemos continuar así – aconsejó la muchacha.
-Me siento horrible engañándolo.
-No lo estamos haciendo del todo – aclaró – estoy
ayudando a Malfoy a recuperarse.
-En dos años no has tenido avances.
-Nott y yo hemos puesto en marcha un nuevo
tratamiento. Este tiene que funcionar.
Y Hermione esperaba que así fuera, una vez Draco
despierto sería sencillo hacerlo involucrarse nuevamente con la poción de la
Gripe Muggle. Y así salvar a todos aquellos enfermos, incluido Hugo. Una vez su
hijo sano, les diría la verdad a ambos.
Ron y Hermione habían aceptado unirse a la causa de
Augustus Pye, juntos podrían llegar a la solución de la Gripe Muggle y si para
eso tenía que seguir mintiendo a Harry, así lo haría.
*****
Kingsley se paró frente a la mujer que estaba sentada
en el suelo.
-¿Cómo va la investigación de las criaturas mágicas? –
se burló.
La rubia lo fulminó con la mirada.
-Tu marido sospecha – le lanzó un pedazo de pergamino y
una pluma – has que se le borren esas estúpidas ideas o me veré obligado a
silenciarlo para siempre.
Luna agrandó los ojos.
-Han transcurrido más de seis meses desde la última
vez que le escribiste – le recordó – nada de trucos, Lovegood, piensa bien lo
que le escribirás, no tengo que recordarte lo que le puedo hacer al maldito mortífago
y a tu mocosa, ¿cierto?
-No es necesario – habló por primera vez.
Kingsley sonrió, recordando el cómo se las había
ingeniado para hacer participar a Luna en su complot contra Malfoy.
-Buenos
días, señor ministro – saludó la rubia.
-Buenos
días, señorita Lovegood. Adelante.
La
muchacha se sentó frente al ministro.
-He
recibido tu solicitud de presupuesto para la investigación – le anunció -
¿piensas encontrar más criaturas mágicas?
-Esa
es la intensión, señor – respondió – estoy segura que aún hay más especies sin
registrar.
-Por
supuesto – Kingsley le sonrió – he considerado aceptar tu solicitud.
-Eso
sería muy considerado de su parte, señor – agradeció – estoy casi segura que en
menos de un año tendré resultados favorables.
-Lo
sé – afirmó el mayor – la situación es la siguiente, señorita Lovegood. Este es
el presupuesto que se le autoriza – le extendió un pergamino en donde Luna leyó
una muy generosa cantidad de oro. Esta no solo cubriría los gastos de la
investigación, sino que también podría remodelar su oficina – es solo la mitad,
la otra parte se le dará al regresar.
La
rubia agrandó los ojos, eso era demasiado oro.
-El
único requisito que se le pide, aparte de excelentes resultados, es que la
investigación dure mínimo cinco años sin intervalos de descanso.
-¿Cinco
años? – Luna parpadeó un par de veces – Eso es… un largo tiempo, señor.
Reconoció,
lo cierto era que estaba esperando esta oportunidad desde tres años atrás, pero
el precio que le pedía a cambio era demasiado.
-Lo
sé. Esas son las condiciones, Lovegood.
-Tendré
que consultarlo – confesó.
-Por
supuesto, su familia es muy importante, ¿cierto? – Sonrió, Luna presintió algo
extraño – sería una lástima que de pronto su entorno familiar se viera…
desintegrado, tal como sucedió a Malfoy.
-¿Señor?
-Son
cinco años, Lovegood. Cinco años en los que usted, voluntariamente, se irá a investigar criaturas mágicas. Y le
aseguro que en su ausencia, ese mortífago, que usted gentilmente llama esposo,
no perderá su licencia de medimago y no caerá en Azkaban por un delito
relacionado con su oscuro pasado, no olvidemos a Lizzy, esa pequeña que pronto
irá al colegio, no querrá que pierda clases por estar en un orfanato mágico,
porque eso sucede cuando pierden la custodia de un hijo.
Luna
respiraba agitadamente mientras escuchaba las palabras del ministro.
-Entonces…
¿acepta el presupuesto? – le sonrió de lado.
Luna terminó de garabatear en el pergamino, se lo
entregó al ministro.
-No fue tan difícil, ¿cierto? – Luna lo fulminó con la
mirada.
Kingsley salió de la oficina de Dawlish, sonriendo de
lado. A unos cuantos metros de distancia pudo ver a Harry, quien se encontraba
hablando con uno de sus subordinados.
-¡Que ingenuo eres, Potter! – susurró.
Separar a Malfoy de Potter fue más sencillo de lo que
esperaban. Enfocarse en Draco y hacer que se centrara en la Poción contra la
Gripe Muggle era el verdadero objetivo. Tenían que acomodar las cosas para que
todo fuera posible. Separar a Lovegood de Nott era una de las tantas cosas para
lograrlo. El hecho que Severus fuera hijo de Blaise Zabini les resultó mucho
mejor.
Kingsley volvió a sonreír, atando la carta de Luna en
la pata de una lechuza.
-Llévasela a Theodore Nott.
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