viernes, 25 de mayo de 2018

Capitulo Trece: Kingsley Shacklebolt

No me olvides…


Capitulo Trece: 

Kingsley Shacklebolt



El ministro escudriñó con la mirada la hoja de pergamino que descansaba sobre su escritorio. Dos años atrás había llegado a su poder y aun no le daba solución a la petición escrita.
-Señor ministro – llamó la secretaria – ya llegó.
-Hazlo pasar.
Minutos después, un hombre de piel morena hizo acto de presencia.
-Zabini – saludó.
-Kingsley – respondió. El recién llegado se sentó.
-He leído tu comunicado – el mayor señaló hacia el pergamino.
-Ya estaba preocupado – reconoció – Hace dos años que inicié el trámite.
El ministro se levantó, caminó de un lado a otro dentro de la oficina.
-La razón por la que no has recibido noticias es porque aún no he decidido qué haré.
-No es difícil, señor – frunció el ceño – Severus Malfoy es mi hijo y quiero su custodia.
-Sé que es tu hijo – reconoció – no es posible realizar el trámite… al menos no en estos momentos.
-¿Qué quiere decir?
El ministro volvió a sentarse.
-Dawlish me ha dicho que Potter está detrás de ti, por eso te he estado manteniendo oculto en los últimos meses.
-No es que Potter y yo congeniemos precisamente – aclaró – desde que me metí con Malfoy ha estado detrás de mí.
-Esta vez te busca para interrogarte – confesó – no estamos seguros, pero te está vinculando con el ataque al departamento de Nott.
-Eso es ridículo – expresó – ni siquiera he estado en ese lugar.
-Como sea. Potter te busca – dijo – es mejor mantenerte en perfil bajo y un reclamo de custodia no es precisamente algo que pase desapercibido. Ya tendrás tiempo para estar con tu hijo.
Blaise gruñó. Salió de la oficina sin despedirse. Dos malditos años estuvo con la incertidumbre de la espera y nada había valido la pena.

*****

Lucius leía el profeta tranquilamente al menos eso aparentaba, en realidad estaba preocupado. Ya habían transcurrido dos años desde el ataque y Draco aún se mantenía en coma. Potter no había tenido muchos avances al “visitar” los recuerdos del rubio. Y él aun esperaba alguna notificación de parte de Zabini por la custodia de Severus. Lo que eso le llevaba a la conversación pendiente que tenía con Theodore, quien le aseguraba que Severus no era hijo de Blaise.
-Abuelo Lu, ¿hoy puedo visitar a mi papá? – la voz del pequeño Severus lo sacó de sus pensamientos.
-Tenemos que consultarlo con Potter o Theodore – Lucius observó detenidamente a su nieto – Severus, ¿Qué te ha pasado en la mejilla?
El menor desvió la mirada.
-Fue una mandrágora, en la clase de Herbología – se levantó rápidamente – tengo que hacer deberes.
El mayor lo siguió con la mirada hasta verlo desaparecer de su campo visual. Lucius comenzó a sospechar que Severus tenía un “abusador” en el colegio; esa era la tercera vez en dos meses que el pequeño regresaba a casa con un moretón en el rostro. El sonido de una aparición lo sacó de su ensimismamiento.
-Theodore, ¿Cómo les fue? – preguntó, ansioso.
-Aún no lo sabemos – reconoció – Granger y yo hemos puesto en marcha un nuevo tratamiento, sin embargo para ver la reacción de Draco necesitamos esperar al menos 48 horas.
Lucius suspiró.
-No se desanime – el ojiazul lo miró fijamente – Draco pronto estará con nosotros.
-¿Cuándo? – Preguntó, desesperado – han transcurrido dos años y no hay mejora.
-Mientras haya actividad cerebral y reflejos innatos, hay esperanza, Lucius – confesó.
-Tengo que ser fuerte – se dijo así mismo. Theodore lo observó fijamente, el rubio lucía más mayor de lo que en realidad era.
-¿Y los niños?
-Arriba, haciendo sus deberes – Lucius observó las llamas de la chimenea – estoy preocupado por otro tema: Zabini. Desde su carta no he tenido noticias de él.
-Y no las tendrá – confesó el ojiazul – Blaise está siendo buscado por Potter, ha logrado vincularlo con el ataque.
-¿Zabini? – Lucius alzó una ceja – él estaba en la mansión ayudando a Draco, ¿crees que tenga relación con los atacantes?
-No lo sabemos. Potter lo busca para interrogarlo. Algo me dice que sí está relacionado de lo contrario tendríamos noticias de él.
Lucius apretó la mandíbula, estaba realmente enojado por toda esa situación.
-Ese maldito no puede ser el padre de Severus – expresó.
-No lo es – el castaño frunció el ceño.
-El certificado de ADN dice…
-Sé lo que dice – acortó – Lucius, le aseguro que Blaise Zabini no es el padre de Severus – Theodore  lo miró fijamente. El mayor agrandó los ojos.
-Entonces… su padre es…
-Así es… - afirmó.
-¿Por qué el certificado de ADN dice lo contrario? – el castaño suspiró largamente.
-Temo que el ataque que hubo hacia su hijo es solo una pequeña parte del complot que se ha hecho contra él.
-Dices que… ¿Qué tratas de decir?
-No quiero alarmarlo, Lucius, tampoco quisiera especular. Sin embargo; he estado analizando algunas cosas y estoy casi seguro que el ataque está relacionado con la separación de Draco y Potter.
-¿Qué ganaban con eso?
-No lo sé, pero tiene que ver con la Poción de la Gripe Muggle.
Lucius iba a preguntar algo más cuando los niños entraron corriendo hasta con ellos.
-¡Papi! – Lizzy abrazó a Theodore.
-¡Ey! ¿Cómo les fue en clases? – Interrogó a ambos pequeños - ¿Qué te pasó en la mejilla? – el castaño examinó el rostro de Severus.
-Fue una mandrágora – respondió, incomodo, ante el ceño fruncido de Lizzy.
-¿Tienen hambre? – interrogó Lucius.
-¡Sí! – respondieron al unísono.

*****

Harry se dejó caer en la silla, suspiró largamente. Se sentía tan cansado, sobre todo cuando llevaba a cabo el hechizo para visitar los recuerdos de Draco. Ese día fue el más contradictorio que tuvo. Los recuerdos que visitó fueron de la infancia del rubio.
El ojiverde observó la fotografía que descansaba en su escritorio, era del pequeño Scorpius. Era increíble el parecido que tenían ambos rubios en esa edad. Un sonido bastante familiar, proveniente de la chimenea lo hizo salir de sus cavilaciones. Se dirigió hacia allá.
-¿Ron? – llamó al reconocer entre las llamas a su amigo pelirrojo.
-Hola, Harry – saludó – tengo buenas noticias, hemos recibido varias alertas del paradero de Zabini. Al parecer lo han visto cerca de Hogsmeade. Mañana iré a buscarlo. Llevaré a Terry.
-¡Perfecto! – El ojiverde sonrió – ten mucho cuidado. No hay que levantar sospechas.
-Lo tendremos – aseguró.
-¿Cómo sigue Hugo? – quiso saber.
-Emh… aun enfermo… Hermione prefiere que se quede en casa unos días más, ya sabes cómo es de sobreprotectora – restó importancia.
-Es prevención, Ron. La conjuntivitis se contagia con el contacto directo.
-Cierto – musitó, sintiendo un poco de remordimiento por mentir sobre la verdadera enfermedad de su hijo – tengo que irme, te mantendré informado con el tema de Zabini.
-Gracias, hasta mañana.
-Hasta mañana – respondió. Ron salió de la chimenea.
-¿Y? – preguntó Hermione, quien lo veía del otro lado de la habitación.
-No ha sospechado nada – respondió.
La muchacha suspiró, aliviada.
-He tenido que decirle que Hugo tiene conjuntivitis y no Gripe Muggle.
-Y yo darle una pista falsa de Zabini.
-Debemos continuar así – aconsejó la muchacha.
-Me siento horrible engañándolo.
-No lo estamos haciendo del todo – aclaró – estoy ayudando a Malfoy a recuperarse.
-En dos años no has tenido avances.
-Nott y yo hemos puesto en marcha un nuevo tratamiento. Este tiene que funcionar.
Y Hermione esperaba que así fuera, una vez Draco despierto sería sencillo hacerlo involucrarse nuevamente con la poción de la Gripe Muggle. Y así salvar a todos aquellos enfermos, incluido Hugo. Una vez su hijo sano, les diría la verdad a ambos.
Ron y Hermione habían aceptado unirse a la causa de Augustus Pye, juntos podrían llegar a la solución de la Gripe Muggle y si para eso tenía que seguir mintiendo a Harry, así lo haría.

*****

Kingsley se paró frente a la mujer que estaba sentada en el suelo.
-¿Cómo va la investigación de las criaturas mágicas? – se burló.
La rubia lo fulminó con la mirada.
-Tu marido sospecha – le lanzó un pedazo de pergamino y una pluma – has que se le borren esas estúpidas ideas o me veré obligado a silenciarlo para siempre.
Luna agrandó los ojos.
-Han transcurrido más de seis meses desde la última vez que le escribiste – le recordó – nada de trucos, Lovegood, piensa bien lo que le escribirás, no tengo que recordarte lo que le puedo hacer al maldito mortífago y a tu mocosa, ¿cierto?
-No es necesario – habló por primera vez.
Kingsley sonrió, recordando el cómo se las había ingeniado para hacer participar a Luna en su complot contra Malfoy.

-Buenos días, señor ministro – saludó la rubia.
-Buenos días, señorita Lovegood. Adelante.
La muchacha se sentó frente al ministro.
-He recibido tu solicitud de presupuesto para la investigación – le anunció - ¿piensas encontrar más criaturas mágicas?
-Esa es la intensión, señor – respondió – estoy segura que aún hay más especies sin registrar.
-Por supuesto – Kingsley le sonrió – he considerado aceptar tu solicitud.
-Eso sería muy considerado de su parte, señor – agradeció – estoy casi segura que en menos de un año tendré resultados favorables.
-Lo sé – afirmó el mayor – la situación es la siguiente, señorita Lovegood. Este es el presupuesto que se le autoriza – le extendió un pergamino en donde Luna leyó una muy generosa cantidad de oro. Esta no solo cubriría los gastos de la investigación, sino que también podría remodelar su oficina – es solo la mitad, la otra parte se le dará al regresar.
La rubia agrandó los ojos, eso era demasiado oro.
-El único requisito que se le pide, aparte de excelentes resultados, es que la investigación dure mínimo cinco años sin intervalos de descanso.
-¿Cinco años? – Luna parpadeó un par de veces – Eso es… un largo tiempo, señor.
Reconoció, lo cierto era que estaba esperando esta oportunidad desde tres años atrás, pero el precio que le pedía a cambio era demasiado.
-Lo sé. Esas son las condiciones, Lovegood.
-Tendré que consultarlo – confesó.
-Por supuesto, su familia es muy importante, ¿cierto? – Sonrió, Luna presintió algo extraño – sería una lástima que de pronto su entorno familiar se viera… desintegrado, tal como sucedió a Malfoy.
-¿Señor?
-Son cinco años, Lovegood. Cinco años en los que usted, voluntariamente,  se irá a investigar criaturas mágicas. Y le aseguro que en su ausencia, ese mortífago, que usted gentilmente llama esposo, no perderá su licencia de medimago y no caerá en Azkaban por un delito relacionado con su oscuro pasado, no olvidemos a Lizzy, esa pequeña que pronto irá al colegio, no querrá que pierda clases por estar en un orfanato mágico, porque eso sucede cuando pierden la custodia de un hijo.
Luna respiraba agitadamente mientras escuchaba las palabras del ministro.
-Entonces… ¿acepta el presupuesto? – le sonrió de lado.

Luna terminó de garabatear en el pergamino, se lo entregó al ministro.
-No fue tan difícil, ¿cierto? – Luna lo fulminó con la mirada.
Kingsley salió de la oficina de Dawlish, sonriendo de lado. A unos cuantos metros de distancia pudo ver a Harry, quien se encontraba hablando con uno de sus subordinados.
-¡Que ingenuo eres, Potter! – susurró.
Separar a Malfoy de Potter fue más sencillo de lo que esperaban. Enfocarse en Draco y hacer que se centrara en la Poción contra la Gripe Muggle era el verdadero objetivo. Tenían que acomodar las cosas para que todo fuera posible. Separar a Lovegood de Nott era una de las tantas cosas para lograrlo. El hecho que Severus fuera hijo de Blaise Zabini les resultó mucho mejor.
Kingsley volvió a sonreír, atando la carta de Luna en la pata de una lechuza.
-Llévasela a Theodore Nott.




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