domingo, 28 de julio de 2019

Capítulo 7. No estas invitado a la fiesta.


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Capítulo 7. No estas invitado a la fiesta


El único consuelo de Inés era que cuando le dieran la sorpresa a Lucas se le olvidaría el pequeño incidente y todo volvería como antes. Si. Regresó a la habitación para saber más detalles de la fiesta, porque no le habían dicho en dónde ni a qué hora se llevaría a cabo.
Cuando entró a la habitación Manuel no estaba, supuso que tal vez estaría con los últimos detalles. Decidió esperar pacientemente… hasta que se quedó dormido.

[…]

-¡Perfecto! – Manuel estaba orgulloso de lo que había preparado en tan solo un par de días. No por nada era el experto en organizar fiestas clandestinas, aunque esta no fuera precisamente una.
-Debemos darnos prisa, no tardaran en llegar los invitados – recordó Carlos.
-Cierto – el castaño sonrió.
Se dirigieron hacia la habitación del mayor, en cuanto entraron se encontraron a Inés dormido, Manuel gruñó. Carlos en verdad no entendía a su amigo.
-Observa – el dueño de la habitación sonrió macabramente. Se dirigió hacia su laptop, rápidamente puso el reproductor de música y conectó las bocinas, poniéndolas en el volumen más alto.
El moreno observó a Manuel y luego dirigió su mirada hacia Inés, quien seguía durmiendo. En cuestión de segundos Carlos comprendió lo que haría su amigo.
-Meño… - musitó.
El aludido sonrió ampliamente, mientras le daba click en “reproducir”. Decir que Inés dio un bote sobre su lugar es poco, describir que el castaño se despegó de su cama cinco centímetros para luego caer al piso no se acerca a lo que en verdad pasó, comentar que se golpeó la cabeza en el proceso no se asemeja al susto que se llevó. Estaba confundido, su corazón latía rápidamente en su interior mientras su cerebro trataba de procesar lo que le acababa de ocurrir. Sus ojos repararon en su compañero de cuarto, quien reía a carcajadas mientras apagaba aquel espantoso ruido.
Manuel reía, Carlos medio sonreía medio se disculpaba. Inés, él simplemente se levantó y se sentó en su cama tratando de calmar los locos latidos de su corazón.
-¿Te desperté? – se burló el rubio.     
-Manuel, debemos irnos – interrumpió Carlos – todavía hay que pasar por Lucas.
-Cierto, el cumpleaños – sonrió de lado.
-¿Será en estos momentos? – preguntó Federico, reponiéndose del susto.
-Sí – contestó Manuel, haciéndole un gesto con la cabeza a Carlos y dirigiéndose hacia la salida. Pudo sentir a Inés seguir sus pasos, se giró bruscamente haciendo que el castaño retrocediera inconscientemente – Tú no estás invitado.
-¿Qué? – Inés no estaba muy seguro de haber escuchado bien.
-¿Meño? – incluso Carlos estaba confundido.
-Ni se te ocurra acercarte si sabes qué es lo que te conviene.
-Pero…
-¡Que parte de “No estas invitado” ¿no entiendes?! – gritó, Inés retrocedió aún más. 
Un silencio incomodo inundó la habitación. Inés miró de hito en hito a ambos muchachos.
-Vamos, Carlos – Manuel rompió el silencio. Ambos amigos salieron de la habitación.
-¿Qué demonios fue eso, Meño?
-Cállate, Carlos – el aludido frunció el ceño.
-¡Oye! – el moreno detuvo a su amigo tomándolo del brazo. Manuel giró en automático quedando frente a Carlos - ¿Qué fue eso? Él también es amigo de Lucas, incluso más que tú y yo. ¿Por qué lo has excluido? ¿Tanto lo odias?
Manuel se soltó del agarre de su amigo bruscamente. Se encaminó hacia la sala de estudio del tercer piso. Lugar donde acostumbraba hacer sus fiestas clandestinas. Era perfecta. Lejos de los ojos y oídos del profesor de guardia.
-Manuel – Carlos gruñó.
-No quiero discutir contigo – fue su respuesta.
Carlos en verdad no entendía a su amigo.

FIN DE LA PRIMERA PARTE


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