lunes, 16 de septiembre de 2019

Capitulo veintiuno: Thomas Bishop

Nueve meses


Capitulo veintiuno: Thomas Bishop

Thomas estaba tumbado en su cama, jugueteaba con una pelotita. Desvió su mirada hacia la cama vacía de Ashton. Gruñó. Pasaba de la media noche, si lo descubrían fuera de la habitación estaría en problemas. El de lentes decidió que eso no era problema suyo. Que Fletcher hiciera lo que quisiera con su vida. Sin embargo; algo le molestaba, no podía conciliar el sueño…

[…]

-¿No has podido dormir bien? – quiso saber la mujer. Thomas gruñó.
No es que no pudiera dormir, algo le molestaba y en las últimas 5 noches había estado pensando en ello antes de dormir.
-Cuida una inútil cámara como si su vida dependiera de eso. Una estúpida cámara que le perteneció a alguien que ni siquiera se acuerda de él… ¿puede ser alguien tan imbécil? 
-¿Qué es lo que te molesta?
-¡Él! – Exclamó, levantándose y dándole la espalda a la psicóloga.

Thomas iba camino a su habitación, estaba de mal humor. Ashton no había ido a dormir y eso le molestaba en sobremanera, antes de entrar escuchó voces tras la puerta, reconoció la de Anne, la madre de Fletcher.
-¿Ocurrió algo? – preguntó.
-No, nada… solo quiero regresar a mi antiguo colegio – la voz de Ashton no sonó muy convincente. Thomas se asomó, asegurándose de no ser visto por el rizado.
-Creí que te gustaba estar ahí.
-Lo siento, no quiero causar problemas – el de lentes se dio cuenta que el rizado mantenía una videollamada con Anne.
-¿Estás seguro de lo que quieres? ¿Quisieras pensarlo un poco más?
-Estoy seguro, mamá.
La mujer no se veía muy convencida, pero accedió.
-Hablaré con Andrew, solo te pido que finalices el año escolar. Te prometo que el próximo estarás en tu antiguo colegio.
-Gracias.
¿Fletcher se iba del colegio? Thomas sintió un enorme nudo en el estómago, ¿Por qué de pronto se sentía decepcionado? ¿Furioso?
-¿Qué te pasó en el cabello? – Anne preguntó. Thomas aguantó la respiración.
-Cambio de imagen, ¿te gusta?
-Está horrible, lo siento cariño – sonrió. Ashton hizo lo mismo.
-Lo sé – negó con la cabeza.
-¿Seguro que todo bien?
-Sí, mamá, todo bien.
Incluso Anne sabía que estaba mintiendo, su tono de voz lo delataba, pero no quiso indagar más.
-Siempre estaré para ti, ¿de acuerdo?
-Lo sé, te quiero.
Cruzaron otro par de palabras y colgó. En Thomas aún resonaban las palabras de Anne en su mente. Fletcher se iba del colegio. Entró a la habitación, vio al rizado aun observando el celular a pesar que la videollamada había finalizado segundos atrás.
¿Por qué demonios Fletcher lucía  como vagabundo?, ¿Por qué ese semblante? ¿Por qué demonios…? Thomas desvió su mirada hacia el escritorio, reconoció la cámara… esa maldita cámara cuyo anterior dueño era el causante de todo. Furioso se dirigió hasta allá.
-Esta porquería debería estar en la basura – soltó.
Fue cuestión de segundos. Tomó la cámara dispuesto a aventarla hacia el suelo y hacerla añicos.
-¡No! – Ashton llegó hasta su lado, impidiendo la acción. Forcejearon unos segundos, los suficientes para que Thomas alzara sus brazos y mantuviera lo más lejos posible la cámara de Ashton - ¡Regrésamela!
-¿Esta porquería?
-¡Thomas, regrésamela! – Ashton maldecía ser más bajo que Thomas - ¡Maldita sea, regrésamela!
Thomas no entendía, ¿Por qué aferrarse a un objeto que le perteneció a alguien que nunca tuvo interés en él?, ¿Por qué?
-Por favor…
Al de lentes le invadió un escalofrío. Desvió su mirada hacia el espejo que estaba a su costado. No le gustó lo que vio. Pareciera que él era el malo de la película, pero no lo era. Era ese sujeto que se había largado hacía más de diez años para no volver jamás. Ninguna llamada de cumpleaños, ningún regalo de navidad, nada…
Y aun así, ahí estaba el estúpido de Fletcher tratando de salvarla.
-¿Tanto te importa esta porquería?
El rizado lo asesinó con la mirada.
-Regrésamela.
-¿Para qué? ¿Crees que tu padre siquiera recuerda haber tenido esto? Si no te recuerda, menos lo hará de esta porquería.
La aventó hacia la cama del rizado y salió de la habitación.

-Se lo recordé…
-¿Qué?
-Le dije “ni tu propio padre te quiere” – sonrió. A pesar de sonreír, la mujer pudo notar la amargura disfrazada y entonces comprendió.
-Con una disculpa bastará.
Thomas giró para enfrentarla.
-Ese sujeto se largó hace más de 10años, un “lo siento” no cambiará nada.
-Una disculpa tuya – aclaró – te arrepientes de haberle dicho eso, por eso no puedes dormir.
-Es no es verdad. Además no me importa, estará lejos de mí y eso es más que suficiente.
-¿Lejos? ¿A qué te refieres?
-De tal palo tal astilla – sonrió.
-Tú no quieres que se vaya.
-¿Qué? ¿Acaso no me ha escuchado? No me importa que se largue. ¡Que se vaya con el estúpido de su padre!
La mujer suspiró y le lanzó “la mirada”.
-¡No me mire de esa manera!
-¿Disculpa?
-¡Esa mirada! Odio cuando me manda esa mirada.
-¿Thomas?
-¡Usted no entiende nada! Cree que me conoce pero NO es así, odio a Fletcher y lo quiero lejos de mi vida.
-No te engañes, Thomas. Fletcher te importa más de lo que quieres admitir – el de lentes sintió que le faltaba la respiración – él es el motivo por el que estás aquí.
-No es verdad - gruñó – lo odio.
-¿Por qué te cuesta aceptarlo?
-¡No me cuesta admitir nada! – Gritó – Fletcher es un estorbo en mi vida, me quitó a mi padre, a mi amigos, a Mike… lo odio. Cuento los días para que se largue.
-¿Estarás mejor lejos de él?
Todo este tiempo estuvo muy bien sin Peter, por supuesto que estaría mejor sin el imbécil de Fletcher.

Fue una hermosa tarde de invierno cuando su padre llegó a la casa con una mujer muy bonita. Se llamaba Rose, quien venía acompañada con un joven. Su padre le había dicho que vivirían juntos por un largo tiempo. En ese entonces Thomas era muy pequeño, no sabía que en realidad su padre había decidido rehacer su vida con una mujer y su hijo. Y toda parecía estar muy bien. Las semanas de pronto fueron meses y luego éstos fueron años. Peter y él eran muy unidos, a pesar que él tenía cinco  años y Peter casi dieciséis. Fue el hermano mayor que nunca tuvo.
Fue una horrible mañana de primavera cuando de la nada su padre le dijo que Rose y Peter se iban de sus vidas. Thomas no entendía muy bien, es decir, ¿Por qué cortar la comunicación? No iban a vivir juntos, pero eso no significaba que se odiaran, ¿Por qué alejarse? Thomas nunca lo supo.
-Aún podemos ser amigos – confesó.
-No, no lo seremos. Nunca lo fuimos.
-Es verdad, fuimos hermanos.
-Tampoco – Peter frunció el ceño – tú y yo no somos nada.
-Pero…
-Eres un niño. No lo entiendes, pero pronto lo harás. Tu padre se volverá a enamorar de alguien más y más gente entrará en tu vida y así mismo saldrá. Solo aprendes a convivir.
-Yo te quiero.
-Yo no – Thomas sintió un nudo en la boca del estómago - ¿quieres un consejo? No te encariñes de las personas. Así son las relaciones de los adultos. Están juntos por un tiempo y luego se van. Jamás vuelves a verlos.
-¿No me extrañarás?
-Jamás. Aprendí a no extrañar a los que dejo atrás. Haz lo mismo.
Su padre volvió a enamorarse un año después… Juliana y sus dos hijos Bill y Charlie salieron de sus vidas dos años después. Peter tenía razón, no valía la pena. Thomas decidió no encariñarse con nadie más. Tres años después, Anne y Fletcher llegaron a sus vidas.

-No se les extraña a los que dejas atrás. No se les puede querer.
Thomas salió de la oficina. Si no se les extraña, ¿Por qué tenía miedo? ¿Por qué odiaba la idea que Fletcher se fuera de su vida?
Entró a un aula vacía. Gritó, pateó el bote de la basura y volvió a gritar.
-¡Te odio, Fletcher! Esa mujer está equivocada…
“Fletcher te importa más de lo que quieres admitir”.
-Eso no es verdad… - murmuró.

-El chico nuevo, ¿Cómo se llama?
-¿Cuál de todos? – se carcajeó el moreno.
-El que está en nuestra clase de Idiomas – aclaró el castaño.
-Fletcher… Irwin… Ashton, no sé, tiene como 20 nombres – dijo el pelirrojo.
Thomas dejó de leer el libro de Historia, estaba en la biblioteca y detrás de su mesa estaba un grupo de alumnos planeando algo realmente humillante hacia el rizado. Y no es que le importara, pero tenía curiosidad de la novatada.
-¿Cuál le haremos?
-El beso.
-¿En verdad?
-Feo no está – confesó.
-Estás demente, Henry.
-Ya saben lo que haremos, le doy el beso y ustedes graban.
-De acuerdo.
Thomas quiso mantenerse lo más lejos posible de todo aquello pero el grupito iba todos los días a la misma ahora a planear la novatada, no era culpa suya que coincidiera con ellos en el lugar.
-Henry, cuéntanos, ¿has hecho contacto con Irwin? – quiso saber el pelirrojo.
-Ya, no estoy seguro que le vayan los chicos, pero puedo ser muy perseverante.
-¿Hoy lo harás? – Henry sonrió con malicia hasta el momento que alguien más golpeó su silla.
-¡Oye! – reclamó el pelirrojo, defendiendo a su amigo.
Thomas no se disculpó, se limitó a salir de la biblioteca. Fletcher era un imbécil si caía en la trampa del idiota ese.
El de lentes comprobó que, después de todo, el rizado no era tan imbécil. El tal Henry y Ashton estaban tras la puerta, Thomas los podía escuchar y ver a través de la mirilla.
-Tengo que… - Henry impidió que Ashton se girara para abrir la puerta.
-¿Por qué tanta prisa? – se le acercó peligrosamente, ese era el momento. Lo besaría. Ashton estaba atrapado entre el muchacho y la puerta, no podría hacer nada salvo dejarse besar. Eso a Thomas lo hizo ponerse de malas. Ya se imaginaba lo que estaría diciendo después el tal Henry: “Me besó, no pudo resistirse ante mí. Me pidió que le metiera la lengua…”.
El de lentes sonrió de lado justo en el momento en que abrió la puerta. Ashton y Henry cayeron.
-Esto es inesperado – soltó Henry – pero igual funciona.
Estaba a escasos milímetros de la boca de Ashton cuando Thomas lo empujó fuera de la habitación.  
-Vayan a besuquearse a otro lado – cerró la puerta.
Habló en plural, pero sólo sacó a Henry de la habitación.

Thomas caminaba hacia su habitación, estaba confundido. Definitivamente ir con la psicóloga no le ayudaba en nada. Le hacía recordar cosas que no quería.
-Thomas, ¿estás bien? – Mike lo miraba preocupado.
-Mike…
-¿Pasó algo? – el de lentes lo observó detenidamente.
-Aún… ¿sigues enamorado de Fletcher?
Mike sintió demasiado calor en sus mejillas. No se esperaba esa pregunta.
-Yo-yo…ehm…
-Aún lo estás – Thomas frunció el ceño. Tenía la mirada perdida.
-Thomas…
-Él se va a ir – murmuró – no me acusó con su madre…
-¿Seguro que estás bien? – Mike comenzaba a preocuparse, su amigo se veía tan distraído, muy raro en él.
-No me preocupo, no lo extrañaré – miró a Mike fijamente.
-¿A quién?
-Peter…
-¿Quién es Peter? – preguntó, confundido.
-Eres rubio – Thomas parpadeó, dándose cuenta de ese detalle.
-Tuve que quitarme el tinte rojo o me suspenderían – explicó - ¿seguro que estás bien?
-Sí…
Thomas continuó con su camino, dejando a Mike confundido.
-Cierra la boca Mike – Calum llegó hasta su lado, dándole un par de palmaditas en su mejilla.
-Algo le ocurre a Thomas – confesó, quitando la mano de su amigo. Calum alzó una ceja.

[…]

Ashton dormía, el libro de Historia descansaba en su pecho y Grisel estaba en la orilla de la cama, podría caerse de un momento a otro, pero ese no era el problema. Sus rizos castaños eran muy cortos para que le cubrieran el rostro, de hecho ya no se le alcanzaban a formar los rizos…
Ese tampoco era el problema. El problema para Thomas era la camisa que el rizado traía puesta, los últimos botones se habían desabotonado ocasionando que se le viera parte del estómago.
-Otra vez… durmiendo con el estómago descubierto – murmuró.  No quiso darle importancia, en verdad trató de no hacerlo. Se acostó en su propia cama, de vez en cuando giraba para verlo, pero por más que volteara la estúpida camisa no se acomodaría. De hecho, ocurrió lo contrario, Ashton hizo un movimiento con su mano ocasionando que la camisa se abriera más. Thomas gruñó.
-Así está mejor – dijo Anne, cubriendo con una manta a Ashton. Thomas la miró fijamente – cuando duerme con el estómago descubierto, suele resfriarse. Ahora es tu turno de dormir.
Anne no mintió, una semana después, Thomas vio a Ashton dormir con el estómago descubierto y no hizo nada, el rizado pescó un resfriado. El de lentes no se sintió culpable, después de todo se había decidido a no encariñarse o preocuparse por nadie más.
-Mida – la voz gangosa de Ashton llamó su atención – enconté tu balón.
Thomas parpadeó varias veces.
-Gracias – frunció el ceño.
-Ashton, cariño, ¿Qué haces fuera de la cama? Debes descansar.
-Buscaba el badón de Thomas, lo enconté – sonrió.
-Eso es asombroso, pero debes regresar a la cama.
-Mamá, ya soy niño gande – refunfuñó.
-Tienes 10 años, aún falta mucho para que lo seas, ahora a la cama – lo tomó de la mano.
Thomas los vio irse de la habitación. Miró su balón y sonrió, Ashton era el primer niño que le tocaba convivir de su edad, más o menos, Thomas era mayor por seis meses, pero ese no era el punto, recordó que no debía encariñarse, tarde o temprano ellos se irían.
-Cinco años y aún no se van – musitó. ¿Acaso no se irían? ¿Cómo sabría cuál era el tiempo definitivo? ¿Habían pasado el tiempo de prueba? Suspiró largamente, se acercó al rizado, miró de soslayo la manta, justo cuando estaba por agarrarla y arroparlo, Ashton abrió los ojos – demonios…
-¿Qué estás haciendo? – El de mirada hazel agrandó los ojos, al no tener respuesta de Thomas, lo empujó lejos de él - ¿Qué hiciste?
-Nada – el de lentes gruñó desde el suelo, se levantó.
-¿Volviste poner polvos pica-pica? – preguntó asustado.
-No – rodó los ojos, dándole la espalda.
-¿Qué estabas haciendo? – Ashton comenzó a buscar entre sus cosas, por suerte Grisel estaba intacta.
-Deja de gritar – masculló, se volvió a acostar en su cama.
-¿Qué hiciste? – Ashton lo miró fijamente.
-Nada – se giró, dándole la espalda y con eso terminando la conversación – deja de cacarear.
-Thomas – gruñó.
-Has subido de peso, Fletcher, ¿Por eso andas presumiendo tus lonjas?
-Cállate – Ashton se abotonó su camisa y salió de la habitación.
Thomas no pudo evitar sonreír de lado.



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