Nueve meses
Capitulo
veintiuno: Thomas Bishop
Thomas
estaba tumbado en su cama, jugueteaba con una pelotita. Desvió su mirada hacia
la cama vacía de Ashton. Gruñó. Pasaba de la media noche, si lo descubrían
fuera de la habitación estaría en problemas. El de lentes decidió que eso no
era problema suyo. Que Fletcher hiciera lo que quisiera con su vida. Sin
embargo; algo le molestaba, no podía conciliar el sueño…
[…]
-¿No
has podido dormir bien? – quiso saber la mujer. Thomas gruñó.
No
es que no pudiera dormir, algo le molestaba y en las últimas 5 noches había
estado pensando en ello antes de dormir.
-Cuida
una inútil cámara como si su vida dependiera de eso. Una estúpida cámara que le
perteneció a alguien que ni siquiera se acuerda de él… ¿puede ser alguien tan imbécil?
-¿Qué
es lo que te molesta?
-¡Él!
– Exclamó, levantándose y dándole la espalda a la psicóloga.
Thomas iba camino a su
habitación, estaba de mal humor. Ashton no había ido a dormir y eso le
molestaba en sobremanera, antes de entrar escuchó voces tras la puerta,
reconoció la de Anne, la madre de Fletcher.
-¿Ocurrió algo? –
preguntó.
-No, nada… solo quiero
regresar a mi antiguo colegio – la voz de Ashton no sonó muy convincente.
Thomas se asomó, asegurándose de no ser visto por el rizado.
-Creí que te gustaba
estar ahí.
-Lo siento, no quiero
causar problemas – el de lentes se dio cuenta que el rizado mantenía una
videollamada con Anne.
-¿Estás seguro de lo
que quieres? ¿Quisieras pensarlo un poco más?
-Estoy seguro, mamá.
La mujer no se veía
muy convencida, pero accedió.
-Hablaré con Andrew,
solo te pido que finalices el año escolar. Te prometo que el próximo estarás en
tu antiguo colegio.
-Gracias.
¿Fletcher se iba del
colegio? Thomas sintió un enorme nudo en el estómago, ¿Por qué de pronto se
sentía decepcionado? ¿Furioso?
-¿Qué te pasó en el
cabello? – Anne preguntó. Thomas aguantó la respiración.
-Cambio de imagen, ¿te
gusta?
-Está horrible, lo
siento cariño – sonrió. Ashton hizo lo mismo.
-Lo sé – negó con la
cabeza.
-¿Seguro que todo bien?
-Sí, mamá, todo bien.
Incluso Anne sabía que
estaba mintiendo, su tono de voz lo delataba, pero no quiso indagar más.
-Siempre estaré para
ti, ¿de acuerdo?
-Lo sé, te quiero.
Cruzaron otro par de
palabras y colgó. En Thomas aún resonaban las palabras de Anne en su mente.
Fletcher se iba del colegio. Entró a la habitación, vio al rizado aun
observando el celular a pesar que la videollamada había finalizado segundos
atrás.
¿Por qué demonios
Fletcher lucía como vagabundo?, ¿Por qué
ese semblante? ¿Por qué demonios…? Thomas desvió su mirada hacia el escritorio,
reconoció la cámara… esa maldita cámara cuyo anterior dueño era el causante de
todo. Furioso se dirigió hasta allá.
-Esta porquería
debería estar en la basura – soltó.
Fue cuestión de
segundos. Tomó la cámara dispuesto a aventarla hacia el suelo y hacerla añicos.
-¡No! – Ashton llegó
hasta su lado, impidiendo la acción. Forcejearon unos segundos, los suficientes
para que Thomas alzara sus brazos y mantuviera lo más lejos posible la cámara
de Ashton - ¡Regrésamela!
-¿Esta porquería?
-¡Thomas, regrésamela!
– Ashton maldecía ser más bajo que Thomas - ¡Maldita sea, regrésamela!
Thomas no entendía,
¿Por qué aferrarse a un objeto que le perteneció a alguien que nunca tuvo
interés en él?, ¿Por qué?
-Por favor…
Al de lentes le
invadió un escalofrío. Desvió su mirada hacia el espejo que estaba a su
costado. No le gustó lo que vio. Pareciera que él era el malo de la película,
pero no lo era. Era ese sujeto que se había largado hacía más de diez años para
no volver jamás. Ninguna llamada de cumpleaños, ningún regalo de navidad, nada…
Y aun así, ahí estaba
el estúpido de Fletcher tratando de salvarla.
-¿Tanto te importa
esta porquería?
El rizado lo asesinó
con la mirada.
-Regrésamela.
-¿Para qué? ¿Crees que
tu padre siquiera recuerda haber tenido esto? Si no te recuerda, menos lo hará
de esta porquería.
La aventó hacia la
cama del rizado y salió de la habitación.
-Se
lo recordé…
-¿Qué?
-Le
dije “ni tu propio padre te quiere” – sonrió. A pesar de sonreír, la mujer pudo
notar la amargura disfrazada y entonces comprendió.
-Con
una disculpa bastará.
Thomas
giró para enfrentarla.
-Ese
sujeto se largó hace más de 10años, un “lo siento” no cambiará nada.
-Una
disculpa tuya – aclaró – te arrepientes de haberle dicho eso, por eso no puedes
dormir.
-Es
no es verdad. Además no me importa, estará lejos de mí y eso es más que
suficiente.
-¿Lejos?
¿A qué te refieres?
-De
tal palo tal astilla – sonrió.
-Tú
no quieres que se vaya.
-¿Qué?
¿Acaso no me ha escuchado? No me importa que se largue. ¡Que se vaya con el
estúpido de su padre!
La
mujer suspiró y le lanzó “la mirada”.
-¡No
me mire de esa manera!
-¿Disculpa?
-¡Esa
mirada! Odio cuando me manda esa mirada.
-¿Thomas?
-¡Usted
no entiende nada! Cree que me conoce pero NO es así, odio a Fletcher y lo
quiero lejos de mi vida.
-No
te engañes, Thomas. Fletcher te importa más de lo que quieres admitir – el de
lentes sintió que le faltaba la respiración – él es el motivo por el que estás
aquí.
-No
es verdad - gruñó – lo odio.
-¿Por
qué te cuesta aceptarlo?
-¡No
me cuesta admitir nada! – Gritó – Fletcher es un estorbo en mi vida, me quitó a
mi padre, a mi amigos, a Mike… lo odio. Cuento los días para que se largue.
-¿Estarás
mejor lejos de él?
Todo
este tiempo estuvo muy bien sin Peter, por supuesto que estaría mejor sin el
imbécil de Fletcher.
Fue una hermosa tarde
de invierno cuando su padre llegó a la casa con una mujer muy bonita. Se
llamaba Rose, quien venía acompañada con un joven. Su padre le había dicho que
vivirían juntos por un largo tiempo. En ese entonces Thomas era muy pequeño, no
sabía que en realidad su padre había decidido rehacer su vida con una mujer y
su hijo. Y toda parecía estar muy bien. Las semanas de pronto fueron meses y
luego éstos fueron años. Peter y él eran muy unidos, a pesar que él tenía cinco
años y Peter casi dieciséis. Fue el
hermano mayor que nunca tuvo.
Fue una horrible
mañana de primavera cuando de la nada su padre le dijo que Rose y Peter se iban
de sus vidas. Thomas no entendía muy bien, es decir, ¿Por qué cortar la
comunicación? No iban a vivir juntos, pero eso no significaba que se odiaran,
¿Por qué alejarse? Thomas nunca lo supo.
-Aún podemos ser
amigos – confesó.
-No, no lo seremos.
Nunca lo fuimos.
-Es verdad, fuimos
hermanos.
-Tampoco – Peter
frunció el ceño – tú y yo no somos nada.
-Pero…
-Eres un niño. No lo
entiendes, pero pronto lo harás. Tu padre se volverá a enamorar de alguien más
y más gente entrará en tu vida y así mismo saldrá. Solo aprendes a convivir.
-Yo te quiero.
-Yo no – Thomas sintió
un nudo en la boca del estómago - ¿quieres un consejo? No te encariñes de las
personas. Así son las relaciones de los adultos. Están juntos por un tiempo y
luego se van. Jamás vuelves a verlos.
-¿No me extrañarás?
-Jamás. Aprendí a no
extrañar a los que dejo atrás. Haz lo mismo.
Su padre volvió a
enamorarse un año después… Juliana y sus dos hijos Bill y Charlie salieron de
sus vidas dos años después. Peter tenía razón, no valía la pena. Thomas decidió
no encariñarse con nadie más. Tres años después, Anne y Fletcher llegaron a sus
vidas.
-No
se les extraña a los que dejas atrás. No se les puede querer.
Thomas
salió de la oficina. Si no se les extraña, ¿Por qué tenía miedo? ¿Por qué
odiaba la idea que Fletcher se fuera de su vida?
Entró
a un aula vacía. Gritó, pateó el bote de la basura y volvió a gritar.
-¡Te
odio, Fletcher! Esa mujer está equivocada…
“Fletcher te importa
más de lo que quieres admitir”.
-Eso
no es verdad… - murmuró.
-El chico nuevo, ¿Cómo
se llama?
-¿Cuál de todos? – se
carcajeó el moreno.
-El que está en
nuestra clase de Idiomas – aclaró el castaño.
-Fletcher… Irwin… Ashton,
no sé, tiene como 20 nombres – dijo el pelirrojo.
Thomas dejó de leer el
libro de Historia, estaba en la biblioteca y detrás de su mesa estaba un grupo
de alumnos planeando algo realmente humillante hacia el rizado. Y no es que le
importara, pero tenía curiosidad de la novatada.
-¿Cuál le haremos?
-El beso.
-¿En verdad?
-Feo no está –
confesó.
-Estás demente, Henry.
-Ya saben lo que
haremos, le doy el beso y ustedes graban.
-De acuerdo.
Thomas quiso
mantenerse lo más lejos posible de todo aquello pero el grupito iba todos los
días a la misma ahora a planear la novatada, no era culpa suya que coincidiera
con ellos en el lugar.
-Henry, cuéntanos,
¿has hecho contacto con Irwin? – quiso saber el pelirrojo.
-Ya, no estoy seguro
que le vayan los chicos, pero puedo ser muy perseverante.
-¿Hoy lo harás? –
Henry sonrió con malicia hasta el momento que alguien más golpeó su silla.
-¡Oye! – reclamó el
pelirrojo, defendiendo a su amigo.
Thomas no se disculpó,
se limitó a salir de la biblioteca. Fletcher era un imbécil si caía en la
trampa del idiota ese.
El de lentes comprobó
que, después de todo, el rizado no era tan imbécil. El tal Henry y Ashton estaban
tras la puerta, Thomas los podía escuchar y ver a través de la mirilla.
-Tengo que… - Henry
impidió que Ashton se girara para abrir la puerta.
-¿Por qué tanta prisa?
– se le acercó peligrosamente, ese era el momento. Lo besaría. Ashton estaba
atrapado entre el muchacho y la puerta, no podría hacer nada salvo dejarse
besar. Eso a Thomas lo hizo ponerse de malas. Ya se imaginaba lo que estaría
diciendo después el tal Henry: “Me besó, no pudo resistirse ante mí. Me pidió
que le metiera la lengua…”.
El de lentes sonrió de
lado justo en el momento en que abrió la puerta. Ashton y Henry cayeron.
-Esto es inesperado –
soltó Henry – pero igual funciona.
Estaba a escasos milímetros
de la boca de Ashton cuando Thomas lo empujó fuera de la habitación.
-Vayan a besuquearse a
otro lado – cerró la puerta.
Habló en plural, pero sólo sacó a Henry de la habitación.
Thomas
caminaba hacia su habitación, estaba confundido. Definitivamente ir con la psicóloga
no le ayudaba en nada. Le hacía recordar cosas que no quería.
-Thomas,
¿estás bien? – Mike lo miraba preocupado.
-Mike…
-¿Pasó
algo? – el de lentes lo observó detenidamente.
-Aún…
¿sigues enamorado de Fletcher?
Mike
sintió demasiado calor en sus mejillas. No se esperaba esa pregunta.
-Yo-yo…ehm…
-Aún
lo estás – Thomas frunció el ceño. Tenía la mirada perdida.
-Thomas…
-Él
se va a ir – murmuró – no me acusó con su madre…
-¿Seguro
que estás bien? – Mike comenzaba a preocuparse, su amigo se veía tan distraído,
muy raro en él.
-No
me preocupo, no lo extrañaré – miró a Mike fijamente.
-¿A
quién?
-Peter…
-¿Quién
es Peter? – preguntó, confundido.
-Eres
rubio – Thomas parpadeó, dándose cuenta de ese detalle.
-Tuve
que quitarme el tinte rojo o me suspenderían – explicó - ¿seguro que estás
bien?
-Sí…
Thomas
continuó con su camino, dejando a Mike confundido.
-Cierra
la boca Mike – Calum llegó hasta su lado, dándole un par de palmaditas en su
mejilla.
-Algo
le ocurre a Thomas – confesó, quitando la mano de su amigo. Calum alzó una
ceja.
[…]
Ashton
dormía, el libro de Historia descansaba en su pecho y Grisel estaba en la
orilla de la cama, podría caerse de un momento a otro, pero ese no era el
problema. Sus rizos castaños eran muy cortos para que le cubrieran el rostro,
de hecho ya no se le alcanzaban a formar los rizos…
Ese
tampoco era el problema. El problema para Thomas era la camisa que el rizado traía
puesta, los últimos botones se habían desabotonado ocasionando que se le viera
parte del estómago.
-Otra
vez… durmiendo con el estómago descubierto – murmuró. No quiso darle importancia, en verdad trató de
no hacerlo. Se acostó en su propia cama, de vez en cuando giraba para verlo,
pero por más que volteara la estúpida camisa no se acomodaría. De hecho,
ocurrió lo contrario, Ashton hizo un movimiento con su mano ocasionando que la
camisa se abriera más. Thomas gruñó.
-Así está mejor – dijo
Anne, cubriendo con una manta a Ashton. Thomas la miró fijamente – cuando duerme
con el estómago descubierto, suele resfriarse. Ahora es tu turno de dormir.
Anne no mintió, una
semana después, Thomas vio a Ashton dormir con el estómago descubierto y no
hizo nada, el rizado pescó un resfriado. El de lentes no se sintió culpable, después
de todo se había decidido a no encariñarse o preocuparse por nadie más.
-Mida – la voz gangosa
de Ashton llamó su atención – enconté tu balón.
Thomas parpadeó varias
veces.
-Gracias – frunció el
ceño.
-Ashton, cariño, ¿Qué haces
fuera de la cama? Debes descansar.
-Buscaba el badón de
Thomas, lo enconté – sonrió.
-Eso es asombroso,
pero debes regresar a la cama.
-Mamá, ya soy niño gande
– refunfuñó.
-Tienes 10 años, aún
falta mucho para que lo seas, ahora a la cama – lo tomó de la mano.
Thomas los vio irse de
la habitación. Miró su balón y sonrió, Ashton era el primer niño que le tocaba
convivir de su edad, más o menos, Thomas era mayor por seis meses, pero ese no
era el punto, recordó que no debía encariñarse, tarde o temprano ellos se irían.
-Cinco
años y aún no se van – musitó. ¿Acaso no se irían? ¿Cómo sabría cuál era el
tiempo definitivo? ¿Habían pasado el tiempo de prueba? Suspiró largamente, se
acercó al rizado, miró de soslayo la manta, justo cuando estaba por agarrarla y
arroparlo, Ashton abrió los ojos – demonios…
-¿Qué
estás haciendo? – El de mirada hazel agrandó los ojos, al no tener respuesta de
Thomas, lo empujó lejos de él - ¿Qué hiciste?
-Nada
– el de lentes gruñó desde el suelo, se levantó.
-¿Volviste
poner polvos pica-pica? – preguntó asustado.
-No
– rodó los ojos, dándole la espalda.
-¿Qué
estabas haciendo? – Ashton comenzó a buscar entre sus cosas, por suerte Grisel estaba
intacta.
-Deja
de gritar – masculló, se volvió a acostar en su cama.
-¿Qué
hiciste? – Ashton lo miró fijamente.
-Nada
– se giró, dándole la espalda y con eso terminando la conversación – deja de
cacarear.
-Thomas
– gruñó.
-Has
subido de peso, Fletcher, ¿Por eso andas presumiendo tus lonjas?
-Cállate
– Ashton se abotonó su camisa y salió de la habitación.
Thomas
no pudo evitar sonreír de lado.
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