Tu historia fue conmigo
Capitulo Dos:
Entradas y Salidas
Como
era de esperarse, el pequeño Bilius se despertó en la madrugada. Blaise se
dirigió hacia la cuna, donde su hijo se encontraba tratando de levantarse con
la ayuda de los barandales.
-Hola
pequeño – saludó, mientras lo tomaba en brazos - ¿quieres dar un paseo
nocturno?
Con
su hijo en brazos, se dirigió hacia la parte baja de la casa donde encontró a
Draco sonámbulo. Blaise se sentó a su lado.
-Hola
– saludó. El pequeño Bilius se acurró más en sus brazos.
Habían
transcurrido dos días desde que Draco había descubierto la pequeña aventura de Harry con el idiota de
Corner, y desde entonces había cortado toda comunicación con él. Desde ignorando
sus cartas hasta haberse ido, temporalmente, a vivir en la casa de Theo y
Neville.
-¿Tampoco
puedes dormir? – quiso saber Blaise, más que nada para romper el hielo, al
parecer su amigo rubio, ahora era el que se había sumido en el silencio. Desde
que había regresado de la cita con Potter había llegado despotricando a los
cuatro vientos, contando lo ocurrido y después de eso, simplemente nada.
Draco
volteó a ver a su amigo tratando de sonreírle, de transmitirle que todo estaba
bien, sin embargo no pudo. No podría, ¿Por qué Harry le había hecho eso? se
supone que se amaban. Habían pasado por muchas cosas para estar juntos y aun así
al ojiverde le había importado una calabaza
su relación.
-Lo
siento – le murmuró a Blaise después de un rato – solo quiero olvidar lo que ha
pasado.
-Así
no sanan las heridas – confesó Blaise – créeme, te lo digo por experiencia.
-Lo
sé, pero es más fácil hacerlo de esta manera – susurró – muy pronto me iré de
aquí… y será mucho más fácil olvidar lo que ha ocurrido.
Blaise
lo observó en silencio, entendía a Draco, sabía que no le concedería una explicación a Harry, los actos hablaban más
que las palabras. Sin embargo, tenía la extraña sensación que debía de hacer
algo al respecto, no soportaba ver a su amigo de esa manera.
-¿Cómo
lo hiciste tú? – Preguntó el rubio - ¿Cómo lograste olvidarlo?
Blaise
observó a su amigo, desvió su mirada hacia su hijo, quien dormía apaciblemente.
Volvió su mirada hacia con él.
-No
lo hice – fue su simple respuesta. Draco entornó los ojos al ver que Blaise
sonreía ampliamente observando a su hijo.
Solo
hasta esos momentos se dio cuenta que Blaise ya había hecho las paces con su
hijo.
-Se
llama Bilius – confesó el moreno. Draco le sonrió, estaba feliz por su amigo.
Al menos ya no serían dos los que estuvieran deprimidos en aquella casa.
[...]
Por
milésima vez, Harry rebotó en la
chimenea.
-Ve
a buscarlo en persona – sugirió Ron, veía a su amigo preocupadamente.
Desde
que fue descubierto por Draco, hizo de todo para poder explicarle las cosas, pero
el rubio no le dejó, así que decidió insistir hasta lograrlo, aunque
sinceramente no tenía idea de cómo lo haría. Tenía que hacer las paces con
Draco, él pronto se iría y entonces ya no habría oportunidad de hacer algo al
respecto.
-No
está en su casa – fue la respuesta del ojiverde, mientras intentaba entrar a la
chimenea nuevamente.
-¿Entonces,
por qué quieres entrar en ella? – preguntó desconcertado el pelirrojo.
-Estoy
tratando de entrar a la chimenea de Neville.
Ron
se quedó en silencio, sabía que Neville y Theo tenían una casa bajo un fidelio,
para protegerse de las futuras amenazas, en dado caso que hubiera alguna, o al
menos eso le había dicho su amigo. Y él aún no entendía el porqué.
-Parece
que no tienes permiso de llegar ahí – dejó salir Terry, que desde hace rato
veía al Gryffindor tratando de entrar aquel lugar. Harry lo fulminó con la
mirada.
-Terry
y yo iremos a comer – comunicó Ron al ver que Harry no desistiría en la labor
de llegar hasta con Draco. El ojiverde no respondió. Por enésima vez, intentó
entrar en la chimenea.
[...]
Mientras
Neville hacía sus deberes de la universidad mágica, Blaise trataba de darle al
pequeño Bilius su desayuno. Estaba fracasando rotundamente, ya que el pequeño
no se quedaba quieto.
-Haz
el truco del “trenecito”, le gusta – recomendó
Neville, mientras abría el libro que le ayudaría a hacer la redacción.
-De
acuerdo – aceptó a regañadientes, ya estaba llegando a su punto de
exasperación.
Neville
los observó por unos instantes, al principio el pequeñito se negaba
obstinadamente ante aquel truco, después de muchos, muchísimos intentos, Blaise lo logró.
-¿Crees
que Theo recuerde mi pequeño favor? – le preguntó a Neville, una vez que logró
que Bilius se terminara de comer el plato de la papilla.
-Lo
hará – tranquilizó el castaño.
El
día anterior, Blaise les había dicho a ambos que quería continuar con sus
estudios, sin embargo no podía hacerlo sin la ayuda de ellos para cuidar de
Bilius mientras él estuviera en clases.
-Será sencillo, no te preocupes – le había
dicho Neville.
-¿Sencillo? – dejó salir él
incrédulamente, no le veía nada de sencillo al asunto.
-Sí, después de todo, es como lo hemos
estado haciendo desde que Bilius nació – explicó Theo – mientras estoy en mis
clases de la mañana, Neville lo cuida. Regreso por las tardes a cuidarlo y
Neville se va a las suyas. Hemos acomodado nuestros horarios para que esto
fuera posible.
Hasta esos momentos, Blaise se estaba
enterando de la rutina que llevaban sus amigos desde que Bilius había nacido, su
aislamiento anterior lo había mantenido al margen de lo que hacían o dejaban de
hacer sus amigos.
-Tú
solo decide el turno en el cual quieras estudiar – Neville se encogió de
hombros.
Dicho
de esa manera, sonaba simple, sencillo.
Y Blaise esperaba que así fuera.
[...]
El
ministro de magia observaba a Gawain, el jefe de aurores, quien no estaba muy
convencido de lo que le acaba de proponer, le parecía que estaban arriesgando
muchas cosas.
-Necesitaremos
toda la ayuda posible – presionó el ministro – es lo único que se me ocurre.
-Parece
buena idea señor – le respondió el auror – pero con todo respeto, no creo que
sea conveniente ¿y si arriesgamos la vida de Blaise Zabini?
El
ministro de magia le había propuesto al jefe de aurores, anexar una clase extra
al plan de estudios de los alumnos de primer ingreso de la Academia de Aurores,
con el propósito de reunir información y nuevas teorías, ya que las de ellos se
agotaban.
-No
lo haremos, porque solo elegiremos a unos cuantos alumnos de confianza y sobre
todo les hablaremos sobre la vida personal en general de Morseferth, no del
chico Zabini en específico.
El
auror no estaba muy convencido, pero el ministro tenía razón ya habían
transcurrido muchos meses y ellos simplemente no avanzaban.
-Exactamente
¿Cuántos alumnos? – quiso saber.
-Los
que sean suficiente para formar un equipo.
-¿Un
equipo? – alzó las cejas sorprendido Robards.
-Así
es, tenemos que formar un equipo que se encargue de Morseferth, en dado caso
que haga una locura.
-¿Cree
que intentará escapar? – Preguntó alertado Robards – pero ya han pasado más de
nueve meses desde que fue capturado.
-Tiempo
suficiente para haberse aprendido un par de trucos, recuerda que Morseferth ha
sido uno de los mejores aurores que ha tenido el ministerio.
-Es
verdad.
-Mañana
te daré la lista de los posibles alumnos que entrarán a esa clase, tu elegirás
a los que creas conveniente – le comunicó el ministro – mientras tanto, trata
de localizar a Bode y Croaker, necesito saber qué tanto han descubierto sobre
el caso que les asignamos.
-Enseguida
señor.
[...]
Ambos
se encontraban en un bar muggle, ese día habían decidido hacer algo distinto,
así que el irse a descubrir algunas cosas de aquel lado del mundo les pareció
una buena idea. Neville les había comentado que los bares de hamburguesas eran
los perfectos si querían pasar un buen rato disfrutando de la comida rápida. Y
así lo hicieron.
A
pesar que los dos estaban entusiasmados por la idea, ninguno hablaba, cada uno estaba
sumido en sus pensamientos.
-¿Mañana
iremos a comer con Hermione? – quiso saber Terry, de paso su pregunta haría que
el pelirrojo que tenía frente a él hablara.
Boot
en algunas ocasiones se había visto tentado en decirle a Ron sobre aquella nota
que había encontrado en su libro en el último día de clases, sobretodo en
momentos como ese cuando veía al pelirrojo demasiado triste. Sin embargo, no
podía, se había prometido a sí mismo que no intervendría en ello, que el
pelirrojo debía ser el que se encontrara con aquella nota y descifrar el enigma
que encerraba aquella frase.
Pero
pareciera que eso no pasaría, después de haber llegado cada uno a su respectivo
hogar aquel día, Terry estando en el suyo la ansiedad le carcomía, puesto que
sabía que en cuanto Ron desempacara su equipaje descubriría aquella nota, se
imaginaba que en cualquier momento el pelirrojo llegaría con él diciéndole que
su relación había terminado y que regresaría con Zabini. Por supuesto, Ron no
llegó ese día con ningún reclamo, ni al día siguiente, ni el que le seguía de
ese…
Terry
comprendió que Ron no llegaría, pero eso no descartaba que nunca lo hiciera. Solo era cuestión de tiempo.
-En
cuanto me confirme, creo que aún no acomoda bien su horario, con eso que tiene
clases extras y además, ha decidido realizar servicio social en el ministerio –
comunicó en tono monótono, centrándose nuevamente en el recipiente de papas que
tenía frente a él.
El
pelirrojo siempre tenía esa actitud cuando en la noche anterior ambos tenían
intimidad. Al principio Terry creía que era “vergüenza”… hasta el momento en
que descubrió el verdadero motivo.
Esa había sido la primera vez que él
estuvo arriba. Normalmente, o al menos las veces que hacían el amor, Ron era el
activo, sin embargo ese día por alguna extraña razón (al menos en ese momento)
el pelirrojo estaba decaído y simplemente se dejó hacer.
En cuanto ambos llegaron al éxtasis se
dejaron llevar por la inconsciencia, habían terminado exhaustos. Unos sonoros
sollozos lo hicieron conectarse a la realidad. Terry abrió lentamente los ojos
pero no se movió del lugar solo se quedó ahí en silencio tratando de averiguar
el motivo de su llanto.
-Lo siento, Blaise…
El murmullo de su novio le hizo erizar
la piel. Ahí se dio cuenta, que aquel pelirrojo aún amaba al Slytherin y que
probablemente siempre lo haría. Esa era la prueba, el chico se sentía culpable,
sentía que había traicionado al moreno al acostarse con él.
-Tengo
algo que decirte – dejó salir al no soportar más la culpa. El pelirrojo alzó la
vista hacia él, sorprendido – he vuelto a tener pesadillas – mintió. No podía
perderlo. Amaba a ese chico. Y no lo dejaría ir, al menos que Ron descubriera
aquella nota.
-¿Las
que tenías cuando estábamos en Hogwarts?
-Sí
– no mentía del todo, era cierto lo de las pesadillas - ¿sabes qué es lo peor?
-¿Qué?
-Cada
vez que revivo la pesadilla, cada vez me convenzo que fue realidad.
[...]
-Por
favor – le pidió el ojiverde a Neville.
Harry
al percatarse que a través de la chimenea no iba a tener algún resultado, se
fue a buscar ayuda. Sabía que a esas horas Neville estaría en sus clases en
aquella universidad, así que solo era cuestión de abordarlo y pedirle autorización
para entrar a aquella casa.
-Harry,
Draco también es mi amigo, él no te quiere ver ¿entiendes eso? – le dijo con
voz de circunstancias.
-Tengo
que explicarle las cosas – suplicó.
-¿El
cómo fue que te liaste con Corner? O ¿el cómo es que tenían sexo? – Ironizó -
¿Por qué hiciste eso Harry?
-Yo…
no sé – dejó salir sinceramente, y no mentía, aún no se explicaba por qué lo
había hecho – comenzó como venganza y después… No lo sé – el ojiverde amenazaba
con llorar.
-Harry…
- el castaño se debatía en decirle o no al ojiverde sobre el viaje de Draco –
haré lo que pueda. No, no te revelaré la dirección, lo siento, es por orden del
Ministerio; pero hablaré con Draco ¿de acuerdo?
Al
principio Harry frunció el ceño ¿Por qué el Ministerio los tenía bajo el
encantamiento Fidelio? Sin embargo, a él le preocupaba más el asunto de Draco,
ya después averiguaría lo del hechizo.
-De
acuerdo – dejó salir con desgana.
[...]
Draco
había decidido irse en un fin de semana, así tendría la oportunidad de
despedirse de sus amigos y de su madre, quien lo alcanzaría en unas semanas más.
-En
cuanto llegues allá tienes que avisarnos – le recordó Blaise.
-Sí,
mamá – bromeó Draco, pero al ver que
nadie reía agregó – de acuerdo. ¡Merlín! ¿Uno ya no puede bromear? – se quejó.
-Nos
preocupamos por ti – confesó Theo – recuerda que aún estamos en peligro y el
separarnos nos pone nerviosos.
-Lo
sé – musitó.
Por
supuesto que lo sabía, era difícil olvidar aquella muda venganza de parte Francis.
Con solo recordar aquella fotografía que les había mostrado el ministro de
magia junto con el jefe de aurores, le daba escalofríos. Aquella fotografía
donde estaban él y sus dos amigos, cada uno con una marca distinta. Blaise con
un círculo que al parecer significaba ‘Objetivo’,
Theo con una letra V, que al parecer era de ‘venganza’, y por ultimo él, con una cruz, que significaba ‘muerte’.
-Estaré
bien, el ministro me envía a Francia con un guardaespaldas ¿lo olvidan? – les
recordó.
-No
está de más la precaución – recalcó Neville.
-Me
cuidaré, lo prometo, además no es que me vaya a Francia por viaje de placer
¿saben? Voy a estudiar y seré el mejor Pocionista.
Los
tres chicos asintieron, sabían que Draco trataba de hacerles saber que estaba
bien, que estaría bien. Sin embargo
sabían que aun andaba mal por el asunto de Potter. En unas cuantas horas más se
iría y probablemente nunca haría las paces con aquel ojiverde.
-Promete
que harás un espacio en tu gran agenda para el cumpleaños de Bilius – le pidió
Blaise.
-Por
supuesto, aquí estaré para el cumpleaños número uno de mi sobrino, no me lo
perderé – aseguró.
[...]
Ron
estaba acomodando unas cosas en su habitación, desde hacía tres meses que se había
mudado al departamento de Terry pero por una cosa o por otra había pospuesto el
asunto de ‘desempacar’, al final lo inevitable
tenía que pasar, así que comenzó hacerlo.
Se
recriminaba su actitud, no comprendía por qué se sentía tan mal al estar con
Terry. Se supone que ambos se querían, se amaban.
Ya llevaban juntos alrededor de ocho meses, incluso hasta vivían juntos. Y aun
así, él sentía que algo andaba mal.
Negó
con la cabeza.
-Olvídalo
Ron, esa historia ya acabó – se recriminó.
Se
encontraba solo, Terry estaba en sus clases de fin de semana, el pelirrojo agradecía
el haber aprobado esas materias. Así que había aprovechado ese tiempo para aceptar
su realidad y hacer de aquel departamento
su nuevo hogar.
Comenzó
a sacar lentamente sus cosas, agarró un suéter, de aquellos que le
confeccionaba su madre en los tiempos de Hogwarts, lo iba a tirar cuando cayó
un libro sin previo aviso. Ron se extrañó un poco ¿Qué hacia ese libro ahí? No
recordaba haberlo empacado. Se acuclilló para recogerlo, lo tomó entre sus
manos mientras los recuerdos lo invadían lentamente. Ese libro era el que había
llevado consigo hasta San Mungo cuando le dio el adiós a Blaise y por salir de prisa del lugar lo había dejado, por
alguna extraña razón ese libro terminó en manos de Terry, quien le hizo el
favor de devolvérselo.
Estuvo
a punto de abrirlo cuando el sonido de una aparición
lo alertó. Dejó el libro arriba de la cama y sigilosamente se acercó hasta el
lugar del sonido.
-¡Soy
yo! – anunció Harry y sin dejar que le respondiera, comenzó a hablar - ¡No me
ha llamado! Neville me dijo que hablaría con Draco, pero aún sigue sin querer
hablar conmigo.
Ron
se sentó a un lado de él, al parecer su amigo ojiverde aún seguía con el asunto
de Draco.
-¿Por
qué le hiciste eso? – le preguntó de pronto – el engañarlo, no comprendo, tú lo
amas, pero aun así… lo engañaste.
El
pelirrojo no entendía la actitud de su amigo. Quería saber, entender ese motivo, quizás con la
explicación que le daría su amigo ojiverde, él podría llegar a entender por qué
Blaise le hizo lo mismo a él.
-Yo…
No lo sé – Harry se tapó la cara con las manos – soy un idiota.
Ron
se acercó a él y le dio unas palmaditas en el hombro. En esos momentos una luz
brillante llamó su atención.
-¡Neville!
– gritó Harry al reconocer su patronus frente a ellos.
-Harry, Draco se va hoy a Francia –
comenzó a dar el mensaje.
-¡Qué!
– se horrorizó el ojiverde.
-Tienes que ir y despedirte o hacer lo
que tengas que hacer, es definitivo que hoy se va.
-Pero…
-Estamos en la estación King’s Cross
– el patronus se disolvió.
Harry
se quedó pasmado.
-Pero,
es marzo… – dejó salir sin comprender.
-¿Y?
-¿Por
qué se va desde ahora? Sus clases comienzan en septiembre.
-Tiene
que ver donde se va a quedar, conocer la ciudad – explicó el pelirrojo – no
pensarás que se va ir un día antes, sin saber adónde llegar ¿cierto?
-Yo…
-¡Harry!
Draco se va, no pienses en qué mes estamos, se está yendo en estos momentos,
¡ve a alcanzarlo!
[...]
Le
dio el último vistazo al lugar, aun recordaba aquellos tiempos de Hogwarts, los
cuales parecían muy lejanos, así como
la relación que dejaría ahí. No más Harry Potter.
-Te
echaremos de menos – confesó Theo dándole un abrazo de despedida.
-No
te olvides de escribirnos – recordó Neville, en su turno del abrazo.
-Y
recuerda que en julio tienes que venir al cumpleaños de Bilius.
-Si
me recuerdan tanto lo que tengo que hacer se me olvidará – les advirtió el
rubio. Odiaba las despedidas y para evitar hacer el ridículo, es decir, ponerse
a llorar enfrente de sus amigos, se dirigió hacia el hijo de Blaise – oye
pequeño, no te olvides de tu tío favorito, si lo haces no te traeré nada de
regalo – el pequeñito lo observó de manera extraña – es broma, te traeré un
buen regalo, siempre y cuando digas que soy tu tío favorito.
-Sabes
que aún no habla ¿verdad? – preguntó por si las moscas Theo. El rubio carraspeó.
-Claro
que lo sé – pero aun así observó al pequeño, quien comenzó a reírse por el
gesto que le había hecho el rubio.
El
tren anunció su salida.
-Es
hora de irme – dejó salir con un largo suspiro el rubio.
[...]
Correr.
Eso hacía. No importaba si se quedaba sin aire, o si sus pies le pedían
descanso. A él solo le importaba llegar a ese lugar. La gente de alrededor
comenzó a quejarse cuando él las empujaba por ir con tanta prisa. No le
importó. Solo le importaba aquel chico rubio que se iba.
-¡Draco!
– gritó jadeante en cuanto llegó al andén.
-Pasajeros con destino a España, favor
de pasar a…
-¿España?
– jadeó con miedo el ojiverde, al enterarse que ese no era el andén correcto.
Volteó
hacia todos lados, preso del pánico comenzó a buscar un indicio que le indicara
en qué anden estaría su rubio.
-¡Vamos
Draco, dame una señal! – pidió anhelante, su corazón amenazaba con salirse de
los rápidos latidos que daba.
Y
la señal llegó, vio un patronus
demasiado familiar, sin detenerse a pensar si fue una alucinación suya o era
real, o si lo conocía o no, corrió tras éste. Localizó el tren. Sonrió feliz,
sin embargo su sonrisa se desapareció en cuanto dicho tren comenzó a avanzar.
-¡Draco!
– gritó con desesperación al reconocer su cabellera rubia en uno de los compartimentos.
-¡Potter!
– llamó sorprendido Blaise al ver al moreno correr tras el tren.
-¿Le
avisaste? – preguntó confundido Theo a Neville, el castaño se encogió de
hombro.
-¡Espera
Draco! – Seguía gritando Harry, sin embargo el rubio no volteó - ¡Draco, te amo!
No te vayas…
El
tren dio vuelta en una esquina perdiendo así visibilidad. Harry se dejó caer
derrotado.
-No
te vayas…
disculpa que te lo pregunte aqui,
ResponderEliminarpero no saves o has leido un fic don de draco es veeela y se encuentra internado en sanmungo por la falta de su pareja y oviamente su pareja es harry creo que es enfermero. el caso es que harry no lo reconoce.
bueno la trama es algo asi, pero no me acuerdo de si lo lei en ingles o español jajaja y no lo encuentro por ningun lado.
si de casualidad sabes en donde esta publicado te lo agradeceria mucho ^^
oooooooooo
y me encanta tu fic de los cinco elementos ^^
pero tengo una dudilla es un harry x draco o alreves .
besitos^^
Hola, hola =D
ResponderEliminarNo te preocupes ^^
o_O nop, no me suena ese fic, aunque sinceramente solo he leido muy pocos de esa tematica, es decir que Draco sea veela, pero deja te lo investigo jeje ^^
¿Los Cinco Elementos? Me alegra que te guste n.n
Ohh pues verás fue un desafío que me lanzó directamente una amiga y a ella le encanta el Harry/Draco asi que pues por obvias razones así será el asunto jejej, aunque pueda que haya cambios de roles de vez en cuando ^^
Eso es todo ^^ espero que te siga gustando n.n
Besitos
PISLIB n_n