Los cinco elementos.
Capitulo Nueve:
Tortura, Paz y… ¿electrodomésticos?
Respiraba agitadamente, se sentía muy, pero muy cansado, su cuerpo temblaba y sus jadeos no le ayudaban mucho, es más hasta lo hacían sentir más miserable de lo que de por sí ya se sentía, ya que éstos no hacían más que divertir a los Mortífagos que lo tenían rodeado.
Ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba ahí o si aún le estaban aplicando la maldición, pero de lo que sí estaba seguro era que esos últimos crucios no habían sido tan dolorosos o ¿era que ya no los sentía así? Exhaló con dificultad. Error. Eso no hizo más que resecarle más su garganta y aumentando su sed. Inmediatamente a la mente se le vino una imagen de una chica rubia, de grandes ojos color azul celestes, se reprendió internamente, no podía exponer a ella, a la chica que amaba, claro que no. Pero había sido imposible, era ¿reflejo? Si pensaba en agua, Luna Lovegood se le venía a la mente, pensaba en tierra, Blaise se le venía a la mente…
Decidió no pensar en nada y así dejaría de exponer a cuanta gente, pues si Voldemort estaba aún por ahí (que era lo más probable) no dudaría en usar la Legeremancia en él. Y sinceramente, Theo estaba seguro que no aguantaría ni siquiera un simple ‘Desmaius’, si con el simple hecho de estar pensando lo agotaba.
Escuchó una voz cerca de él, una particularmente conocida o a lo mejor era su imaginación, no lo sabía, lo que sí sabía era que ya no quería más torturas.
-Ya… no… por favor… - Había murmurado, o ¿solo lo pensó? Pero ya no pudo confirmarlo, pues sintió su cuerpo moverse y un gemido de dolor salió inconscientemente.
-Tranquilo, solo te llevo a un lugar más cómodo – alguien le había comunicado, esta vez estaba seguro que esa voz la conocía, pero ¡maldición! Estaba tan cansado que apenas era consciente de lo que ocurría con él, como para pararse a pensar de quién se trataba.
*****
-¿Estás loca Hermione? – Espetó Ron – no creo que quieran ayudar al hurón, emh Malfoy.
-Lo harán – dijo firmemente Harry – le explicaremos las cosas, si nos ayudan quiere decir que aún son fieles a los ideales a los que se formó el ED ¿no creen?
-Mañana los llamaré – dijo Hermione haciendo apuntes en un pedazo de pergamino.
-No, mañana hay un cumpleaños que celebrar – recordó Harry – pero al siguiente día, podemos empezar.
-Entonces todo está listo – dijo Ron aliviado, por irse de ahí de una vez.
-¡Genial! – respondió Harry levantándose de su lugar.
-Y ¿Dónde se quedará Malfoy? – preguntó no queriendo la cosa el pelirrojo al verse todos levantados y prácticamente quitándole la palabra al rubio, el cual iba a preguntar lo mismo.
-Cómo que ¿en donde se quedará Malfoy? – Reclamó Hermione – Pues aquí, Ron.
-¡¿Aquí Hermione?! – escandalizó Weasley.
-Ron, ustedes tienen compromisos. Además yo no necesito de estar dando explicaciones a nadie, estoy viviendo sola, así que Malfoy y su hijo se pueden quedar aquí – se justificaba Hermione.
-Bien – gruñó, aceptando Ron al no tener argumentos con los cual contradecir a su amiga. Definitivamente su amiga tenía el síndrome de Estocolmo, pues pudo haber mandado a Malfoy a otro sitio.
-Entonces dentro de dos días vendremos para planear todo – concluía la reunión el ojiverde.
-Sí, trataré de investigar todo sobre el hechizo de Los cinco Elementos – se le unió Hermione – y a reunir a los del ED.
-Bien. Hasta pronto Malfoy.
-Hasta pronto – había murmurado Malfoy, aún un poco confundido por el rumbo que habían tomado las cosas – y gracias…
Ambos chicos se despidieron de su amiga con un abrazo fraternal y con un movimiento de mano para Malfoy. En menos de cinco minutos ya se habían ido.
-Vamos Malfoy, te diré dónde dormirás – le comunicó Hermione, una vez solos y el chico la siguió en completo silencio, aún sin comprender un montón de cosas, pero ya al siguiente día se las preguntaría, pues sinceramente el cansancio lo estaba ‘matando’.
La chica lo condujo a un dormitorio que estaba en la esquina, al parecer era uno que tenía en el caso de contar con visitas, Malfoy entró y vio a su hijo dormir apaciblemente.
-Gracias Granger… - Murmuró después de un rato.
-Ya me las habías dado, ¿lo recuerdas? – dijo dulcemente la chica castaña desde la puerta. El rubio volteó para verla.
-Antes de desaparecerme lo escuché, siento no haberme quedado más tiempo, así al menos…
-Está bien – le respondió mientras se sentaba a un lado de su hijo.
-Hay ropa de Terry… – Draco pudo ver cómo la chica se sonrojaba un poco al señalar un mueble de ropa – en esos cajones, puedes tomarla mientras recuperamos la tuya, también hay un baño al fondo de este pasillo, por si te apetece asearte.
-Gracias… - murmuró Draco más por compromiso.
-Que descanses – se despidió la chica, saliendo de la habitación.
Draco suspiró largamente, sí le apetecía asearse y dormir, pero aún tenía muchas cosas por hacer y pensar en cómo realizarlas, por ejemplo saber si Theo estaba bien al igual que Luna y localizar a Blaise. Y también darle una… una despedida decente a su Astry.
Se masajeó las sienes con la punta de los dedos y viendo resignadamente el mueble, que minutos atrás Granger le había mostrado, se dirigió a él sacando un pans color azul.
“Demasiado Ravenclaw” – pensó sonriendo, mientras negaba con la cabeza.
*****
Blaise había dejado de aplicarle la maldición Cruciatus a su amigo Theo, su mano ya no temblaba desde de la tercera vez que se la lanzó, aunque él internamente se sentía la peor cosa del mundo; pero decidió poner su mente en blanco, pues Voldemort aún seguía ahí y podría leer su mente en cualquier momento y sinceramente no podría con otro chantaje más por parte de aquel ser de ojos rojos.
-Chico… ven aquí.
Blaise se acercó al Lord, pero antes de que diera el quinto paso, Voldemort le lanzó un ‘Crucio’ sin piedad, el ex Slytherin sabía de ante mano que se merecía el castigo por haber hechizado a su amigo, lo que no sabía era la verdadera razón del castigo de su ‘amo’. La maldición dejó de hacerle efecto después de unos minutos.
-Levántate – le ordenó el Señor Oscuro – has sido muy considerado con el chico Nott, esos crucios no parecieron haberlo ablandado… - hablaba de forma maliciosa el líder de los Mortífagos.
Blaise solo se limitó a escucharlo, sin hacer algún comentario, sabía que los crucios no los había lanzado con verdadero odio, pero tampoco habían sido una caricia que digamos para Theo.
-Mañana seguiremos – dijo dirigiéndose a los otros tres Mortífagos – los estaré esperando mis leales Mortífagos, seguiremos con el interrogatorio a primera hora. Ahora váyanse.
Los encapuchados no necesitaron que se los dijera dos veces y se ‘desaparecieron’ del lugar.
-Zabini – le llamó el Lord una vez solos – asegúrate que el traidor siga con vida… porque mañana necesitaré respuestas.
-Sí, mi Lord.
Minutos después Blaise estaba solo con Theo, se inclinó hasta donde estaba su amigo, aún tumbado en el suelo.
-Lo siento Theo – le murmuró muy bajo, mientras veía la manera de cómo ayudarlo.
-Ya… no… por favor… - escuchó que había susurrado su amigo y eso no hizo más que erizarle la piel.
-Tranquilo, solo te llevo a un lugar más cómodo – le habló bajito, aunque en realidad al lugar que lo llevaría no era más cómodo que en el ya estaba, pero al menos no estaría en la intemperie. Sintió rabia para con todos los malditos Mortífagos, para con Voldemort y sobre todo para con él mismo.
Lo ayudó a levantarse, pero su amigo ojiazul no tenía fuerzas suficientes para mantenerse siquiera levantado.
“Vamos Theo, solo son unos cuantos metros y llegamos al calabozo”
Pero el chico castaño solo gimió de dolor. Eso no estaba bien, no podría soportar otra dosis de ‘Crucios’, ni siquiera se recuperaría de esos en unas cuantas horas. A medio camino, Blaise sintió algo húmedo en su pecho.
-¿Theo?
Prácticamente lo tuvo que cargar, al ver que lo que había sentido en su pecho, era sangre que su amigo había sacado por la boca.
*****
Un nuevo día amanecía, en un cuarto pequeño, donde dormían un par de rubios, había un reloj-despertador que marcaba las 07:59 de la mañana y justo cuando marcaba las ocho en punto, el menor de los rubios abrió sus ojos grises. Scorpius se incorporó lentamente y observaba ansiosamente a que su padre despertara como solía hacerlo, pero éste no despertó, solo se movió de lugar como ignorando algo en su interior.
El pequeñito torció su boca en señal de protesta, pero dejó a su papá descansar. Bajó de la cama sigilosamente y dirigiéndose al despertador dijo:
-Gracias.
Caminó hacia la puerta y salió del cuarto, todo el lugar le resultaba extraño, desconocido y la curiosidad por conocerlo mejor le ganó. Se dirigió a una puerta que estaba frente al cuarto de donde había salido, pero estaba cerrada y no pudo abrirla, así que mejor caminó hacia el otro lado, encontrándose en un cuarto, que él reconoció como una sala.
[¿Quién eres?]
-Scorpius… - respondió el pequeñito observando a un extraño objeto cuadrado (televisión).
Con sus pequeñas manos tocó la superficie de un sofá de tres asientos, sonrió al sentir la suavidad de la tela. Sus manitas pasaron al que estaba frente a él.
[No deberías tocar nada de lo que no es tuyo, podrías ensuciarlo]
-Mis manos están limpias – dejó salir Scorpius después de habérselas visto y luego las mostró en dirección de la televisión.
[Fui yo el que habló niño]
Scorpius frunció el ceño, al reconocer a otro objeto cuadrado, pero mucho más pequeño que el anterior.
-¿Cómo te llamas? – preguntó curioso el niño de ojos grises.
[DVD]
-Y, ¿Qué haces?
[Niño, no quiero hablar contigo, vete]
El pequeño rubio enarcó una ceja, era la primera vez que ‘algo’ lo trataba así, así que mejor decidió ir a buscar otros ‘objetos’más interesantes. Vio una puerta detrás del objeto cuadrado y se dirigió hacia allá. Quedó fascinado en tan solo entrar.
-¡Hola, pequeño travieso! – lo saludó una voz muy conocida, atrás de él.
-¡Hermy! – le sonrió el pequeño rubio al reconocerla. La castaña lo alzó con sus manos y lo sentó en una de las sillas del comedor – ¿Qué haces solo por aquí? De seguro tu padre no sabe que andas por acá ¿cierto? – Scorpius solo sonrió mostrando sus dientes de leche – ¿tienes hambre? – le preguntó. En cambio Scorpius ya estaba más interesado viendo al Microondas.
[¿Cómo te llamas pequeño?]
-Me llamo Scorpius.
Hermione, quien estaba sacando unos vasos de una alacena, se volvió hacia con él y le dijo dulcemente– ya sé que te llamas Scorpius – en cambio el aludido, parecía estar más interesado viendo el Microondas.
[¿Y vas a estar viviendo aquí?]
-No sé.
-¿Cómo que…?
-¿Scorpius? – llegó un Draco Malfoy un poco alterado en la cocina.
-¡Papi! – saludó sonriente el rubio menor, extendiendo sus bracitos hacia su padre.
Draco se acercó hasta con él, sentándose a su lado; en cuanto lo hizo, se dio cuenta que era observado por alguien.
-¡Granger! Buen día… no, no te había visto… – se disculpó Draco al verla - ¿Granger? – volvió a llamar al notarla ‘ausente’.
-Emh, ¡Malfoy! Yo emh… - balbuceaba la chica algo abochornada, tratando de hacer bajar más su mini-short de la pijama inútilmente.
-Papi, el microondas ‘dice’ que somos ‘Los visitantes’, pero no es verdad, somos ‘Los Malfoy’ ¿verdad? – le preguntó el niño desconcertado.
En cambio su ‘papi’ aún seguía observando a Hermione de manera preocupante ¿Por qué Granger se había sonrojado? Y minutos después recordó el cómo iba vestido él y al ver el cómo iba ella.
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N/A
[Lo que se encuentra en corchetes y en cursivas, son ‘voces’ que solo Scorpius puede oír, ya que es parte de su elemento]
Se explicará más adelante que ondax con eso ^^
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