Los cinco elementos.
Capitulo Tres:
Coincidencia o destino.
-Sangre Sucia, entréganos al niño – le dijo uno de ellos, mientras los otros dos mortífagos le apuntaban con sus respectivas varitas, dispuestos a lanzarle el Avada.
Hermione ya tenía su varita en ristre, pero incluso para ella enfrentarse a tres mortífagos con un niño en brazos, el cual forcejeaba en el agarre, le era imposible salir victoriosa de esa pequeña pelea, tenía que calcular bien sus movimientos, aunque claro, no disponía de todo el tiempo del mundo en esos precisos momentos.
Los mortífagos se acercaban hacia ellos peligrosamente, ella retrocedía instintivamente a cada paso que daban aquellos encapuchados hacia donde estaba, sabiendo de antemano que eso era inútil ya que tarde o temprano toparía con la pared, lo cual hizo en esos instantes.
“Piensa Hermione, vamos… piensa”
-¡Papi! – el pequeño seguía debatiéndose en el agarre de la castaña, mientras su bracitos de estiraban inútilmente en un intento de alcanzar a su padre que estaba del otro lado del pub.
-Sangre Sucia, entréganos al niño – volvió a insistir el mortífago que parecía estar al frente de esa misión.
-¿Para qué lo quieren? – interrogó la chica con el simple objeto de ganar tiempo y saber qué hacer después.
-Eso no te incube – espetó el encapuchado que estaba a un lado del encargado de la misión.
Los tres mortífagos estaban al pendiente de su objetivo que no se dieron cuenta que su primera víctima se levantaba lentamente y los hechizaba por la espalda; en cuanto Hermione vio que los mortífagos eran expulsados por un haz de luz morada, protegió al pequeño con su cuerpo por instinto agachándose, tenía que salir del lugar aprovechando el caos ocasionado recientemente, el sitio había sido invadido por una gran nube de polvo.
Por unos momentos no escuchaba ruido por ninguno de los clientes del pub, seguramente algunos habrían salido desde el momento de haber visto a los seguidores de Voldemort y los que no alcanzaron a hacerlo debieron haber encontrado refugio inútilmente debajo de las mesas, la verdad eso ya no le importaba a la chica, un pánico la invadió al sentir que el pequeñito que tenía entre brazos había dejado de forcejear.
¿Se habría desmayado? ¿Le habrían hechizado? Solo esperaba que no estuviera… muerto.
Su miedo se intensificó cuando sintió que la tomaban del brazo y la jalaban hacia fuera del pub, aunque hizo un esfuerzo enorme a oponerse a ello.
*****
Un encapuchado miraba hacia la nada, solo se limitaba estar ahí, sintiéndose el peor del mundo, pero ¿Qué más podía hacer? Estaba entre la espada y la pared, nuevamente, pero esta vez sin ninguna ventaja a su favor, sino todo lo contrario…
Se levantó de la roca en la que estaba sentado, la incertidumbre o mejor dicho la culpa, no lo dejaba tranquilo, comenzó andar de un lado para otro, seguramente a estas horas, los tres mortífagos ya habrían atacado.
-Al caso lo que percibo en el ambiente es ¿culpa? – dijo una voz siseante a su espalda, el encapuchado se volvió para enfrentar a su amo.
-No, mi lord.
-Más te vale chico, porque lo último que debes sentir es eso… culpa, recuerda que Malfoy es un traidor y como tal debe pagar.
-Sí, mi lord.
-Todos los traidores deben pagar un precio para ser perdonados, si es que quiero perdonarlos, claro – reflexionaba Voldemort – En cambio tú, me has resultado muy útil, sigue así. Si la misión no falla en unas cuantas horas tendrás tu recompensa – le repitió el Señor Oscuro – por lo pronto, puedes irte.
El joven encapuchado emprendió su camino y al llegar a un punto neutro… desapareció.
*****
-¡Suéltame maldito asqueroso, mortífago! – escupió la chica al ver que la figura que la sujetaba fuertemente era un encapuchado – ¡Que me sueltes! – le dijo cuando logró zafarse del agarre e inmediatamente le amenazó con su varita.
-No tengo tiempo para tus jueguitosGranger – le contestó la figura mientras con un movimiento de mano bajaba la varita de la chica, la cual había quedado pasmada al reconocer la voz del que le habló – Vámonos o nos van a descubrir…
Pero el chico no esperó respuesta de la chica, simplemente se molestó con el hecho de tomarla nuevamente del brazo y prácticamente arrastrarla hasta un callejón solitario. Una vez estando en ese lugar, Hermione estaba saliendo apenas de la impresión ¿Qué se proponía Malfoy? ¿No se supone que él se había opuesto a Voldemort en el último momento de la batalla final? Entonces ¿Por qué demonios ayudaba aquellos mortífagos para atrapar al niño? Seguramente había sido otra farsa más de parte del ex Slytherin, claro ya lo habían dicho antes: Un mortífago siempre será un mortífago.
-No te atrevas, Malfoy – le amenazó la castaña al ver que el rubio había sacado su varita y apuntaba hacia el niño.
-No le voy hacer daño, Granger – le informó el rubio – Lo voy a despertar para…
-¡Cállate! Ustedes traman algo contra el niño – lo interrumpió y esta vez su amenaza iba en serio, pues su varita, que ya estaba apuntando hacia la cara del rubio, sacaban visiblemente chispas rojas – No dejaré que le hagan daño – protegía la chica al pequeñito que seguía inconsciente.
-Por si no te habías dado cuenta Granger, los saqué del lugar a ambos para protegerlos, pero parece que no sabes reconocer las buenas acciones.
-¡Silencio!
-¡Silencio, tú! Tus gritos alertaran a los mortífagos y los atraerá aquí y sinceramente no dispongo de mucho tiempo
-No me ca…
-¡Silencius! – hechizó Draco ¡demonios! ¿Esa Granger nunca se callaba o qué? Con un movimiento rápido le quitó su varita y dirigiéndose a su hijo le apuntó con su varita ante la mirada angustiante de la chica, creyendo que le haría daño.
-Ennervate.
El pequeñito abrió sus ojitos y se aferró a la chica cuando vio al encapuchado frente a él, se iba a llevar su manita a su pecho, pero el rubio mayor lo detuvo y con su otra mano se bajó la capucha dejando así su rostro expuesto.
-¡Papi! – gritó el pequeñito, estirando sus bracitos hacia Draco.
-Scorpius… no debemos hacer mucho ruido o los hombres encapuchados vendrán – el niño asintió valientemente tapándose su boquita, Malfoy sonrió con autosuficiencia mientras acariciaba las mejillas de su hijo.
*****
Un chico de piel morena clara, cabellera castaña y de ojos color azul oscuro, se acaba de aparecer en las afueras del pub “El Cadáver”, pero en cuanto puso un pie en tierra firme, se dio cuenta que nada estaba bien. Y no se equivocó, en cuanto vio salir a tres encapuchados del lugar se tuvo que ocultar de ellos, pero no por eso dejó de prestar atención a lo que decían.
-Ese maldito traidor, ¡búsquenlo! – ordenó el primer mortífago que había salido del lugar.
-No debe ir muy lejos, va con la sangresucia – dijo un segundo mortífago como si aquella chica no fuera un gran obstáculo para que el chico fuera muy lejos del lugar.
-Recuerden que el lord quiere sin ningún rasguño al mocoso – les recordó el primer encapuchado.
-Sí, pero no dijo nada de Malfoy – dijo complacido el tercer mortífago mientras se estrujaba las manos.
-¡Démonos prisa! Esta misión se está extendiendo más del tiempo requerido – apremió el líder del grupo mientras se encaminaba por el callejón.
El chico recién aparecido se quedó ensimismado en sus pensamientos, luego sonrió de lado.
*****
Hermione estaba sorprendida ¿había escuchado bien? ¿El niño llamó papi a Malfoy? ¿Malfoy era papá? ¿Malfoy estaba mostrando amor a alguien más? En realidad ese rubio la había sorprendido, jamás hubiera imaginado verlo así de cariñoso con alguien más, aunque pensándolo bien, después de todo Malfoy era humano, en algún momento debía de mostrar sentimientos, aunque…
De pronto su semblante cambió al ver a un mortífago del otro lado del callejón.
Quiso advertirle a Malfoy al ver que el mortífago lo apuntaba por la espalda, pero como aún seguía bajo el hechizo Silencius no podía articular palabra.
“Estúpido Malfoy, voltea o nos van a matar”
Pero el chico también había visto a un mortífago frente a él, justo a unos cuantos pasos atrás de Granger.
-Vaya… vaya… - decía malicioso el primer mortífago llamando la atención del rubio – Sé bueno traidor y entréganos al mocoso – el ex Slytherin lo fulminó con la mirada.
-Lo haremos por las buenas o por las malas Malfoy – aclaró el segundo encapuchado.
-¡Demonios! – Murmuró Draco al ver que el tercer mortífago se les unía también – Scorpius, sabes lo que tienes que hacer ¿verdad? – le preguntó a su hijo, el pequeñito asintió, sacando debajo de su playera un pequeño escapulario que llevaba un dije de plata, de un trébol de cuatro hojas – excelente, cierren los ojos – Les recomendó a ambos - ¡Illuminate! – Exclamó Draco y a continuación todo el lugar se alumbró dejando temporalmente cegados a los encapuchados - ¡Finite Incantatem! – Le lanzó a Hermione mientras le regresaba su varita – Cuídalo Granger, por favor – le suplicó – ¡Ahora, Scorpius! – ordenó a su hijo y el pequeño agarrando el dije, exclamó:
-Scorpius…
Hermione sintió cómo era impulsada del suelo y sostuvo fuertemente al pequeñito mientras cerraba vigorosamente sus ojos, hasta que sintió que todo estaba estable los volvió a abrir y fue cuando se dio cuenta que ya no estaba en aquel callejón ¿Qué había ocurrido? O mejor ¿En dónde demonios estaba?
Recorrió con su mirada aquel extraño lugar, parecía una casa. Una casa que aparentemente solo contenía lo necesario para sobrevivir, por la reciente impresión, no se había dado cuenta que había dejado al niño en el piso hasta que la voz de éste la sacó de su ensimismamiento.
-¿Dónde está mi papi? – interrogó el niño mientras lo buscaba por todo el lugar.
Hermione entornó los ojos, no se había dado cuenta de la ausencia del rubio mayor, entonces lo comprendió, ese dije era un traslador…
-¿Dónde está mi papi? – el pequeñito volvió a preguntar mientras miraba a la castaña con unos ojitos preocupantes.
Y por primera vez, Hermione no supo cómo responder a una simple pregunta…
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