jueves, 13 de septiembre de 2012

Capitulo Dos: Un lugar seguro

Los cinco elementos.


Capitulo Dos:

Un lugar seguro



En las afueras del país, se encuentra una casa pequeña que está bajo el encantamiento fidelio. Sí, es un lugar pequeño, pero acogedor, un lugar pequeño con apenas lo necesario para sobrevivir, pero por el momento ese es el único lugar seguro que tiene Draco Malfoy para la seguridad de su hijo.
Mientras que el pequeño Scorpius dormía acompasadamente, Draco tenía que hacer uso de su sangre fría para poder salir adelante y así ver por la seguridad de su hijo, ya que éste estuviera en un lugar mucho más seguro… entonces, ya tendría tiempo de asimilar todo lo ocurrido desde el último mes, todo lo que le llevó a esta situación.
Primero: buscar un lugar seguro ¿Quién podría tener un lugar más seguro en este tiempo? Nadie, salvo quizás Potter, aunque siendo realistas, con Voldemort cazándolo lo encontraría. Tarde o temprano, pero lo haría. Pero lo que Potter le podría ofrecer no era tanto el lugar seguro, sino protección, sí su famosa Orden del Fénix, era ésta la que le brindaba protección y como consecuencia le traía un lugar seguro.
-Potter… - murmuró el rubio
Quizás Potter sí le quisiera ayudar a proteger a su hijo, después de todo estaba en su naturaleza de león el ayudar a todo aquel desprotegido como lo hacía Dumbledore, pero ¿y Granger? O ¿Weasley? ¿Ellos lo ayudarían? Después de todo en el colegio nunca se llevaron bien, aunque ya hubieran pasado seis años desde entonces, de todas formas, SanPotter era su única opción. Por el momento. Y eso le molestaba, pedirle ayuda al último ser que jamás creyó que lo haría, pero todo fuera por salvarle  la vida a su hijo, sí, él valía toda su humillación posible ante el famoso niño-que-vivió, valía todo su orgullo tragado y pedir ayuda  ante el Elegido. Sí, Scorpius valía todo eso… y mucho más.
-Zabini…
Era lo que le resonaba ahora en su cabeza, Blaise Zabini, fue el único que lo ayudó en los tiempos de Hogwarts en los momentos difícil junto con Nott, no eran los mejores amigos, pero confiaban en ellos o al menos lo intentaban ya que, en la iniciación para ser Mortífagos ellos tres se protegían entre sí.  
Tenía que contactarlo, tenía que avisarle que Voldemort estaba tras ellos, para vengarse porque  en el último momento de la guerra habían cambiado de lado y lucharon en su contra, sí tenía que decirle que Voldemort no había muerto como todos creían.

*****

El chico-que-vivió, aunque algunos ya lo nombraban el chico-que-venció, se encontraba en su oficina masajeándose las sienes, mientras él solo se autonombraba: el chico-que-le-duele-la-cabeza, y todo por no haber podido conciliar el sueño la noche pasada, después de la espantosa pesadilla que había tenido, de la cual no recordaba nada, absolutamente  NADA, culpaba de ello a Draco Malfoy ¿Por qué? Aun no lo sabía, pero tenía esa sensación de que él había estado en ese sueño que le robó horas de descanso.
Para colmo, aun tenía mucho trabajo que hacer, en la mañana, su jefe le había dado los datos de los últimos cuatro Mortífagos prófugos.
-¡Hola! – saludó su mejor amigo desde hacía más de diez años.
-Ron.
-¿Nuevas noticias?
-Sí, me acaban de dar los nombres de los últimos cuatro Mortífagos.
-¿Algún conocido? Porque me muero por patearle el trasero a Malfoy – le dijo esperanzado.
-Yo también – dejó salir Harry al recordar sus horas perdidas de sueño, pero como buen auror maduro, solo pudo decir: – Son McKinnons, Rowle, Mulciber…  y ¿Morseferth? – Sí,  ese nombre se le hacía conocido ¿pero de dónde? Estaba seguro haberlo escuchado en algún lugar ¿Pero en cuál? ¿Quién era?

*****

Por quinta, o decima vez, ya ni lo sabían, nuevamente eran víctimas de la maldición cruciatus por parte de su Lord.
-¡Cómo pudieron permitir que ese traidor se llevara al mocoso! – los tres mortífagos ya ni se molestaban en contestar, porque si lo hacían, los cruciaban, pero sino - ¡Crucio! – También lo eran – No solo he perdido el quinto elemento por su inútil error, sino también al tercero, ¡Crucio! – Voldemort seguía con el castigo.
Los tres hombres dejaron de sentir el castigo de su lord después de unos instantes, se levantaron temerosos después de que Voldemort se los ordenara, lo observaron hacer una sonrisa  muy tétrica, aquella que lo caracteriza, aquella que anuncia buenas noticias, pero para él.
Los tres mortífagos siguieron la mirada de su lord, para encontrarse a un cuarto encapuchado que se acercaba a él desde el profundo bosque.
-¿Y bien? – resonó la voz del Señor Oscuro en el lugar haciendo temblar a todos los presentes, el recién llegado se fue hasta donde estaba su amo y le susurró algo al oído, trayendo como consecuencia otra sonrisa tétrica por parte de Voldemort – Es hora de remendar su error mis leales Mortífagos.
Los tres mortífagos asintieron, pues ya no querían recibir más crucios por parte de su amo.
-Me acaban de notificar… que el traidor junto su hijo, se presentará en un lugar dentro de tres horas. Quiero que me los traigan.

*****

Hermione se dirigía muy disgustada hacia un establecimiento,  horas atrás le habían notificado que este lugar utilizaban a los pobres e indefensos elfos domésticos como trabajadores, ilegalmente, este asunto la tenía indignada ¿Cómo podría haber gente así todavía? ¿Cómo se atrevían a violar las recientes leyes apenas aprobadas? Aunque ni tan recientes, desde hace dos años que la habían aprobado y aún así había magos violándolas, eso era que hasta la fecha a la castaña le hacía sacar de sus casillas y no le importó el hecho de que había quedado ir a comer junto con Harry y con Ron.
Los cuales ya se encontraban en el comedor del ministerio, su amiga nunca se retrasaba, pero también había motivos para que ella se hiciera en ocasiones la difícil.
-¿Crees que aún no me perdone que al final me haya casado con Lavender? – preguntaba Ron cautelosamente
-No es eso Ron, ella te lo dijo la vez pasada. Algo me dice que otra vez anda alegando por los elfos domésticos.
-¡Ah! Pues entonces hay que comer – decía el pelirrojo mientras se saboreaba su comida.
-No se te olvide que mañana es el cumpleaños de James y quedaste de ir a mi casa junto con tu familia – le recordó el ojiverde.
-No se me ha olvidado Harry, por cierto ¿hablaste con Andrómeda?
-Sí, ya me dio autorización para llevar a Teddy también a la fiesta.
Ambos amigo se sumergieron en una charla común que desde hacía tiempo que no tenían.

*****

El pub  “El Cadáver” tenía cierta fama de ambiente oscuro, ya que en un tiempo atrás, ahí se realizaban negocios ilegales. Sin embargo era inevitable ir a ese lugar. Draco sabía de antemano al peligro que se expondría junto con su hijo ¿pero qué más podía hacer? Tenía que encontrar el paradero de Blaise y advertirle, después de todo, él hubiera hecho lo mismo ¿no?  Después de ese asunto, iría a buscar a Potter y pedirle ayuda.
Nada más al entrar al pub, le invadió un mal presentimiento, incluso su hijo lo sintió porque se aferró más a él en el abrazo, el rubio mayor observó el lugar, pudo localizar inmediatamente el punto de encuentro de su pequeña reunión con Nott, ya que éste estaba en constante contacto con el otro chico y además fue al primero que pudo localizar.
Se dirigió hacia la esquina, donde había una mesa y al lado de ésta una puerta que sin duda daba hacia la calle, llegó y sentó a su hijo en una de las sillas y se arrodilló frente a él, para quedar a su misma altura.
-Scorpius, papi  tiene que ir a ver a alguien, tú te vas a quedar aquí hasta que yo vuelva ¿de acuerdo?
-¿Por qué no puedo ir contigo papi? – le preguntó el pequeñito con un pucherito.
-Porque a la persona que voy a ir a ver es malo con los niños – le mintió, pero era mejor así, no lo expondría por su descuido, no otra vez. Tampoco era que desconfiara de Nott, pero con el transcurso del tiempo y más de su propia experiencia reciente, aprendió a ser más precavido.
-Si es muy malo ¿Por qué  vas a ir con él? – preguntó inocentemente el pequeño.
-Ya te lo expliqué Scorpius, esta persona nos va a llevar con el tío Blaise – le decía mientras le limpiaba unas lagrimitas que se le resbalan  por sus pálidas mejillas – Quédate aquí y recuerda: no hables con nadie – el menor asintió – ¿Recuerdas que tienes qué hacer si hay hombres malos vestidos de negro con máscaras? – El niño volvió a asentir más valientemente y al mismo tiempo llevando su mano a su pechito – Bien – le respondió Draco sonriente – Espérame aquí, no tardo – se despedía mientras le daba un beso fugaz en la frentecita.
Draco se colocó la capucha de su capa y se dirigió a una puerta de la esquina de frente, antes de entrar le echó una última mirada a su hijo, el cual lo observaba sin pestañar.

*****

En cuanto Hermione estuvo frente al establecimiento, una ira incontenible la invadió, solo al imaginar a los pobres elfos domésticos trabajando sin parar para el estúpido dueño del pub, sin pensarlo dos veces entró y le encaró:
-¡Porque demonios está haciendo trabajar a los elfos domésticos sin pagarles ni siquiera un knut!
-Señorita, me haría el favor de no hacer escándalos en mi negocio. Tengo clientes y me los está asustando – la ex Gryffindor se ruborizó un poco ante el repentino regaño del dueño y al dar una ojeada al lugar, observó como los clientes la observaba extrañados.
-Me ha llegado una denuncia anónima que aquí tiene trabajando a elfos domésticos, eso está bien, pero me han dicho que nos les paga nada y eso es lo que está mal – le dijo ya en un tono más calmado, pero aún así con cierto reproche.
-No sé de qué habla – se justificaba el dueño del pub.
-Voy a  inspeccionar el lugar y a entrevistar a sus clientes y sobre todo, a todos los elfos domésticos que tiene trabajando tan injustamente.
-Da igual, todo está en orden, señorita – Hermione lo fulminó con la mirada y se dirigió hacia la clientela.
Con forme caminaba todos la observaban de manera molesta… hasta que llegó a la mesa donde había un pequeñito ¿solo? ¿Dónde demonios estaban sus padres? ¿Cómo se les ocurría abandonarlo de esa manera? Cualquiera podría ir y…
“Bueno es mejor no sacar conclusiones tan rápidamente.”
Pensó la chica y se dirigió con paso firme hasta la mesa donde, un pequeñito de cabello rubio y de ojos color plata, se encontraba sentado solito. Llegó hasta donde estaba el niño y se sentó frente a él, pero éste tenía la mirada fija en una puerta que estaba al fondo, cuando sintió la mirada de la castaña desvió la suya hacia ella, pero solo unos instantes porque nuevamente la posó hacia aquella puerta.
-¡Hola! – Saludó Hermione  – pero el pequeño no le respondió – ¿Estás solo? – Volvió a preguntar pero el pequeñito la volvió a ignorar, la chica siguió la mirada del niño para encontrarse con un puerta – ¿Están tus papás allá? – le preguntó por tercera vez, pero el niño no hacía más que observar con ansias la puerta – ¿Estás enojado? – Cambió la pregunta – el chiquillo nuevamente desvió su mirada con ella y movió la cabeza de un lado a otro.
-Mi papi dice que no hable con extraños – pero con tan solo decir eso, se tapó la boca con sus dos manitas rápidamente, por haber hablado precisamente con una extraña, la chica sonrió disimuladamente, ese pequeñito le causaba ternura.
-Tu papi tiene razón… pero ¿Por qué no está aquí? – El pequeñito seguía con sus manitas en la boca – Me llamo Hermione, mucho gusto y ¿tú? – se presentó mientras le extendía una mano.
-Scorpius – le respondió el pequeño mientras le recibía la mano,  luego la retiró rápidamente para nuevamente taparse su boquita.
-Mucho gusto Scorpius, no tienes que hacer eso – le decía mientras le quitaba sus manitas de la boca – Ya no somos extraños, ya sabemos nuestros nombres – le dijo sonriente la ex Gryffindor, pero el pequeñito le lanzó una mirada extraña y vagamente familiar a la chica. Sí, recordaba haber visto ese semblante tan arrogante en algún lado… - Entonces Scorpius, ¿dónde están tus papás?
-Mi papá está hablando con el señor que es malo con los niños – esto confundió a la chica y cuando quiso preguntarle algo más se escuchó una explosión desde el fondo del pub.
Todos los clientes se sobresaltaron ante este hecho y fijaron sus vistas al lugar de donde provenía la reciente explosión.
Por otro lado Hermione se quedó estática ante la escena. Un hombre había sido expulsado por la explosión cayendo en el suelo violentamente y en la puerta, donde minutos antes había tenido fija la mirada el pequeño, salían tres figuras encapuchadas.
-Mortífagos… - murmuró la castaña, horrorizada.
Papi! – escuchó gritar al niño y por reflejo ella lo atrapó en un fuerte abrazo. Sin embargo, el grito del pequeño llamó la atención de los tres mortífagos y ahora se dirigían hacia con ellos.
-Sangre Sucia, entréganos al niño – le dijo uno de ellos, mientras los otros dos mortífagos le apuntaban con sus respectivas varitas dispuestos a lanzarle el Avada.


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