domingo, 17 de abril de 2016

Capítulo Once. Encerrados.

NUEVES MESES


Capítulo Once. 

Encerrados



El rizado se quedó sin palabras, ya no estaba tan seguro de querer tener algo con el muchacho y sin embargo; no se movió. Dejó que Jake se acercara a él lentamente, cerró sus ojos esperando el roce sus labios… solo era cuestión de segundos… podía sentir la respiración del muchacho, microsegundos
-¡Ashton!
El aludido dio un bote sobre su lugar al escuchar aquella voz tan conocida. Justo en esos momentos, Grisel comenzó a llorar.
-¡Qué demonios! – maldijo cuando sintió a alguien jalarlo del brazo izquierdo.
-Tenemos que hablar de algo importante.
-¿Justo ahora, Clifford?
-Sí, por eso dije “importante” – rodó los ojos. Se cruzó de brazos, podía ver a Jake fruncir el ceño, pero lo cierto era que eso le tenía sin cuidado.
-Que sea rápido, tenemos que irnos – urgió. Por supuesto, Ashton se iría a su “cita” con el chico ese con pinta de emo, porque vamos, ¿Por qué esa obsesión con el color negro?
-Genial, entonces agarra tus cosas que nos iremos a la biblioteca – sonrió.
-No, tú irás a la biblioteca, Jake y yo nos iremos al museo y…
-Escucha Ashton – Mike lo interrumpió – vine por ti para hacer el reporte de la clase del viernes.
-Eso lo vamos a hacer mañana – frunció el ceño – además, se supone que hoy tienes algo urgente qué hacer por eso me dejaste a Grisel.
-Eh… se canceló para mañana, el reporte lo tenemos que hacer hoy… ahora.
-¡No jodas, Clifford! – Gruñó el rizado, levantando los brazos – No me voy a ir, no voy a estar cambiando mis planes solo por tus caprichos y…
-¡No son caprichos! – Rebatió el teñido – Es un reporte que tenemos que hacer, ¿Qué te importa más? La calificación o la cita con el chico emo.
-¿Cómo llamaste a Jake? – frunció el ceño.
-Vamos – urgió.
El rizado miraba con odio al muchacho frente a él. En verdad no lo entendía y eso lo sacaba de sus casillas. Michael era tan… tan… Michael.
-Hablaré con Jake – gruñó, derrotado.
-No tardes – recomendó. En cuanto Ashton se giró y le dio la espalda, Michael hizo su pequeño baile de triunfo, una mezcla entre danza satánica y un ataque de epilepsia. Jake, quien lo miraba desde la banca, alzó una ceja.
Ashton resopló.
-Jake…
-Déjame adivinar… te irás con Clifford.
-Tenemos que hacer un reporte para la clase de “Cuidados Maternos”.
-Ahora entiendo su baile… - murmuró.
-¿Qué? – Ashton giró hacia donde Michael, quien rápidamente fingió que estaba espantando una mosca. El rizado sacudió su cabeza - ¿Podemos dejar la visita al museo para mañana?
-Por supuesto, ricitos – le acarició la mejilla.
-¡Se hace tarde! – gritó Michael, Ashton rodó los ojos.
-En serio… cada vez lo entiendo menos.
-Él solo está… olvídalo – negó con la cabeza. Era divertido ver a Michael celoso - ¿Dormirás en la habitación?
-No, regreso a la mía – en Jake se veía la decepción.
-Te compensaré esto, mañana. Lo prometo – le sonrió.
-¡Me hago viejo! – el teñido gritó, recogiendo las cosas de Grisel. Ashton rodó los ojos y salió detrás de Michael.
Caminaron en silencio hasta llegar a la biblioteca. Una vez dentro se dirigieron hacia los cubículos que estaban al fondo, entre más lejos de los demás mejor, sobre todo si Grisel lloraba. Idea de Michael, Ashton no objetó.
Michael podía sentir el ambiente demasiado denso dentro del cubículo. Ashton no le dirigía la palabra salvo para referirse al trabajo que estaban realizando. Sin duda, esa no era la cita ideal que tenía en mente pero tampoco se le ocurrió algo ingenioso para alivianar el momento.
-¡Basta…! – Farfulló el teñido, harto del silencio – tenemos, literalmente, horas en silencio. Tú solo escribes y escribes… ¿podrías al menos mirarme?
Ashton alzó una ceja, sin mirarlo, seguía concentrado escribiendo. Michael suspiró, dejando caer su frente en la mesa. Siguió con lo que estaba haciendo antes de quejarse. Leía algunas cosas del libro, luego expresaba su opinión y Ashton las escribía.
-No escucho nada – Ashton lo miró.
-No he dicho nada – Michael rodó los ojos.
-Algo anda mal…
El rizado se levantó y salió del cubículo, el teñido frunció el ceño y lo siguió.
-¡Han cerrado! ¡Nos dejaron encerrados!
-¡Qué! – al principio Michael sintió miedo, pero después eso le pareció genial.
Ashton corrió hasta la puerta de la entrada pero su esfuerzo fue en vano. Habían cerrado la biblioteca y no la abrirían hasta al día siguiente.
-¡Es tu culpa, Clifford! – gritó.
-¡¿Mía?!
-Elegiste el  último cubículo para trabajar, sabes que ese no está en servicio y por eso no lo revisan cuando cierran.
-Vamos Ashton ¿acaso piensas que lo hice a propósito? Dime, ¿para qué querría quedarme encerrado toooda la noche contigo a solas en este lugar? – justo en ese momento se le vinieron demasiado motivos para quedarse encerrado con el rizado, pero prefirió no decirlos, no vaya ser que Ashton se enoje más de lo que ya estaba.
-¡No lo sé, Michael! Solo sé que no te entiendo – el de mirada hazel estaba furioso – un día estás enojado, al otro peor, al siguiente quieres ser “mi mejor amigo”… ¿Qué demonios ocurre contigo? – El ojiverde quiso decir algo, pero Ashton no lo dejó – Entiendo a Thomas y sé los motivos por los que me odia, pero no te entiendo a ti. ¿Es porque quise unirme al club de teatro?
-Ehh… - de inmediato se le vino a la mente aquella broma del baño de pintura.
-¿Es porque me gustan los chicos?
-Yo…
-¡Responde! – gritó.
Michael boqueó un par de veces, pero no se le ocurrió decir nada, salvo el “me comporto extraño contigo porque me gustas. Cuando me ves enojado en realidad es porque estoy celoso y no puedo controlar mis acciones y cuando quiero ser “tu mejor amigo” es porque en realidad me siento mal por cómo te traté cuando estaba celoso y quiero remediarlo”. Al final no lo dijo. Ashton lo fulminó con la mirada antes de irse lo más lejos de él.
El rizado se sentía frustrado. Entró en el penúltimo cubículo y se sentó en la esquina, abrazando sus rodillas. Sabía que tenía que arreglar las cosas con Thomas, no podía seguir huyendo a esa conversación, no todo el tiempo iba a estar huyendo de él, debía de dejarle en claro muchas cosas. Sintió la presencia de Michael, no dijo nada dejó que se sentara a su lado. Ambos se mantuvieron en silencio por un largo tiempo.
-No te odio – dejó salir Michael – Tal vez mis acciones te dicen lo contrario, pero es que nuestros encuentros no han sido precisamente los mejores. ¿Recuerdas cuando nos conocimos?
Ashton se acordaba perfectamente, estaba fotografiando cerca de una fuente. Michael estaba ayudándole a Thomas a practicar tiros con el balón de futbol muy cerca de él. Hubo un pequeño descuido, el de lentes empujó a Michael y éste sin querer golpeó a Ashton tirándolo dentro de la fuente. El rizado terminó mojado, con una cámara inservible y un chichón del tamaño de una naranja en la frente. Desde ese día comenzó a usar bandanas para cubrir la herida y después simplemente por gusto.
-Comenzamos mal… y solo hemos empeorado.
-¿Por qué sigues hablando en plural? – Ashton frunció el ceño - ¿Crees que yo quise que me empujarás a la fuente o que me bañaras de pintura?
-De acuerdo, fui yo… - reconoció – pero no todo fue mi culpa, ¿a quién se le ocurre tomarle fotos a algo que chorrea agua?
-Clifford comenzaste bien – advirtió.
-De acuerdo – se quedó en silencio.
-Lamento haberte gritado allá fuera – se disculpó el rizado – es solo que… - se quedó en silencio, no tenía la suficiente confianza como para decirle lo que realmente le tenía mal.
Michael observó al rizado de soslayo y fue ahí cuando se dio cuenta de algo.
-Thomas, es él, ¿cierto?
-¿Qué cosa? – el rizado frunció el ceño.
-No debería hacerte esas cosas, son hermanos después de todo.
Ashton se encogió de hombros. Los parpados se le hacían cada vez más pesados. Bostezó perezosamente. Michael hizo lo mismo.

[…]

Cuando Michael abrió los ojos se dio cuenta de un par de cosas. La primera que no estaba en su habitación y la segunda, estaba recostado en el cuerpo de Ashton. Se levantó rápidamente. Miró hacia todos lados para saber si alguien había visto algo pero al parecer aun no abrían la biblioteca. El teñido se acuclilló frente a Ashton, quien aún continuaba durmiendo. Un par de rizos le cubrían parte de su rostro.
-No estás pensando en pintarme la cara, ¿verdad?
La pregunta lo tomó desprevenido. Michael cayó de espaldas. El rizado soltó una sonrisa al ver al teñido en el suelo.
-¡Casi me matas de un paro cardiaco! – el ojiverde mantenía la mano fija en su pecho, a la altura del corazón.
Ashton reía, sus hoyuelos resaltando más de lo normal.

[…]

Ashton entró a su habitación. Miró hacia sus cosas, algunas estaban en el suelo otras desordenadas. Suspiró largamente. Debía de hablar con Thomas antes que las cosas se salieran más de control. Comenzó a ordenar un poco, estaba por dormir un rato cuando escuchó un ruido detrás de la puerta. Frunció el ceño, se acercó silenciosamente y sin pensarlo realmente, abrió la puerta encontrándose con Michael Clifford.
-Eh…
Ashton lo miró fijamente. Michael tenía un golpe en la mejilla, luego bajó su mirada hacia el suelo y vio una mochila, volvió a mirar a Michael, quien parecía estar confundido. No se esperaba que Ashton abriera la puerta justo en esos momentos.
El rizado estaba por preguntarle algo, pero Michael no esperó. Corrió, dejando a Ashton mas confundido.
-¡Olvidaste tu mochila! – gritó, pero el teñido hizo caso omiso. El rizado rodó los ojos – Definitivamente no lo…
Algo llamó su atención, una prenda bastante conocida sobresalía de la mochila. Ashton la sacó y la reconoció enseguida. Era suya. En realidad toda la ropa que estaba dentro de la mochila era suya. La misma ropa que Thomas le había escondido la primera vez.



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