NUEVES MESES
Capítulo Once.
Encerrados
El
rizado se quedó sin palabras, ya no estaba tan seguro de querer tener algo con
el muchacho y sin embargo; no se movió. Dejó que Jake se acercara a él
lentamente, cerró sus ojos esperando el roce sus labios… solo era cuestión de
segundos… podía sentir la respiración del muchacho, microsegundos…
-¡Ashton!
El
aludido dio un bote sobre su lugar al escuchar aquella voz tan conocida. Justo
en esos momentos, Grisel comenzó a llorar.
-¡Qué
demonios! – maldijo cuando sintió a alguien jalarlo del brazo izquierdo.
-Tenemos
que hablar de algo importante.
-¿Justo
ahora, Clifford?
-Sí,
por eso dije “importante” – rodó los
ojos. Se cruzó de brazos, podía ver a Jake fruncir el ceño, pero lo cierto era
que eso le tenía sin cuidado.
-Que
sea rápido, tenemos que irnos – urgió. Por supuesto, Ashton se iría a su “cita”
con el chico ese con pinta de emo, porque vamos, ¿Por qué esa obsesión con el
color negro?
-Genial,
entonces agarra tus cosas que nos iremos a la biblioteca – sonrió.
-No,
tú irás a la biblioteca, Jake y yo nos iremos al museo y…
-Escucha
Ashton – Mike lo interrumpió – vine por ti para hacer el reporte de la clase
del viernes.
-Eso
lo vamos a hacer mañana – frunció el ceño – además, se supone que hoy tienes
algo urgente qué hacer por eso me dejaste a Grisel.
-Eh…
se canceló para mañana, el reporte lo tenemos que hacer hoy… ahora.
-¡No
jodas, Clifford! – Gruñó el rizado, levantando los brazos – No me voy a ir, no
voy a estar cambiando mis planes solo por tus caprichos y…
-¡No
son caprichos! – Rebatió el teñido – Es un reporte que tenemos que hacer, ¿Qué
te importa más? La calificación o la cita con el chico emo.
-¿Cómo
llamaste a Jake? – frunció el ceño.
-Vamos
– urgió.
El
rizado miraba con odio al muchacho frente a él. En verdad no lo entendía y eso
lo sacaba de sus casillas. Michael era tan… tan… Michael.
-Hablaré
con Jake – gruñó, derrotado.
-No
tardes – recomendó. En cuanto Ashton se giró y le dio la espalda, Michael hizo
su pequeño baile de triunfo, una mezcla entre danza satánica y un ataque de
epilepsia. Jake, quien lo miraba desde la banca, alzó una ceja.
Ashton
resopló.
-Jake…
-Déjame
adivinar… te irás con Clifford.
-Tenemos
que hacer un reporte para la clase de “Cuidados Maternos”.
-Ahora
entiendo su baile… - murmuró.
-¿Qué?
– Ashton giró hacia donde Michael, quien rápidamente fingió que estaba
espantando una mosca. El rizado sacudió su cabeza - ¿Podemos dejar la visita al
museo para mañana?
-Por
supuesto, ricitos – le acarició la
mejilla.
-¡Se
hace tarde! – gritó Michael, Ashton rodó los ojos.
-En
serio… cada vez lo entiendo menos.
-Él
solo está… olvídalo – negó con la cabeza. Era divertido ver a Michael celoso -
¿Dormirás en la habitación?
-No,
regreso a la mía – en Jake se veía la decepción.
-Te
compensaré esto, mañana. Lo prometo – le sonrió.
-¡Me
hago viejo! – el teñido gritó, recogiendo las cosas de Grisel. Ashton rodó los
ojos y salió detrás de Michael.
Caminaron
en silencio hasta llegar a la biblioteca. Una vez dentro se dirigieron hacia los
cubículos que estaban al fondo, entre más lejos de los demás mejor, sobre todo
si Grisel lloraba. Idea de Michael, Ashton no objetó.
Michael
podía sentir el ambiente demasiado denso dentro del cubículo. Ashton no le
dirigía la palabra salvo para referirse al trabajo que estaban realizando. Sin
duda, esa no era la cita ideal que tenía en mente pero tampoco se le ocurrió
algo ingenioso para alivianar el momento.
-¡Basta…!
– Farfulló el teñido, harto del silencio – tenemos, literalmente, horas en
silencio. Tú solo escribes y escribes… ¿podrías al menos mirarme?
Ashton
alzó una ceja, sin mirarlo, seguía concentrado escribiendo. Michael suspiró,
dejando caer su frente en la mesa. Siguió con lo que estaba haciendo antes de
quejarse. Leía algunas cosas del libro, luego expresaba su opinión y Ashton las
escribía.
-No
escucho nada – Ashton lo miró.
-No
he dicho nada – Michael rodó los ojos.
-Algo
anda mal…
El
rizado se levantó y salió del cubículo, el teñido frunció el ceño y lo siguió.
-¡Han
cerrado! ¡Nos dejaron encerrados!
-¡Qué!
– al principio Michael sintió miedo, pero después eso le pareció genial.
Ashton
corrió hasta la puerta de la entrada pero su esfuerzo fue en vano. Habían
cerrado la biblioteca y no la abrirían hasta al día siguiente.
-¡Es
tu culpa, Clifford! – gritó.
-¡¿Mía?!
-Elegiste
el último cubículo para trabajar, sabes
que ese no está en servicio y por eso no lo revisan cuando cierran.
-Vamos
Ashton ¿acaso piensas que lo hice a propósito? Dime, ¿para qué querría quedarme
encerrado toooda la noche contigo a
solas en este lugar? – justo en ese momento se le vinieron demasiado motivos
para quedarse encerrado con el rizado, pero prefirió no decirlos, no vaya ser
que Ashton se enoje más de lo que ya estaba.
-¡No
lo sé, Michael! Solo sé que no te entiendo – el de mirada hazel estaba furioso
– un día estás enojado, al otro peor, al siguiente quieres ser “mi mejor
amigo”… ¿Qué demonios ocurre contigo? – El ojiverde quiso decir algo, pero
Ashton no lo dejó – Entiendo a Thomas y sé los motivos por los que me odia,
pero no te entiendo a ti. ¿Es porque quise unirme al club de teatro?
-Ehh…
- de inmediato se le vino a la mente aquella broma del baño de pintura.
-¿Es
porque me gustan los chicos?
-Yo…
-¡Responde!
– gritó.
Michael
boqueó un par de veces, pero no se le ocurrió decir nada, salvo el “me comporto
extraño contigo porque me gustas. Cuando me ves enojado en realidad es porque
estoy celoso y no puedo controlar mis acciones y cuando quiero ser “tu mejor
amigo” es porque en realidad me siento mal por cómo te traté cuando estaba
celoso y quiero remediarlo”. Al final no lo dijo. Ashton lo fulminó con la
mirada antes de irse lo más lejos de él.
El
rizado se sentía frustrado. Entró en el penúltimo cubículo y se sentó en la
esquina, abrazando sus rodillas. Sabía que tenía que arreglar las cosas con
Thomas, no podía seguir huyendo a esa conversación, no todo el tiempo iba a
estar huyendo de él, debía de dejarle en claro muchas cosas. Sintió la
presencia de Michael, no dijo nada dejó que se sentara a su lado. Ambos se
mantuvieron en silencio por un largo tiempo.
-No
te odio – dejó salir Michael – Tal vez mis acciones te dicen lo contrario, pero
es que nuestros encuentros no han sido precisamente los mejores. ¿Recuerdas
cuando nos conocimos?
Ashton
se acordaba perfectamente, estaba fotografiando cerca de una fuente. Michael
estaba ayudándole a Thomas a practicar tiros con el balón de futbol muy cerca
de él. Hubo un pequeño descuido, el de lentes empujó a Michael y éste sin
querer golpeó a Ashton tirándolo dentro de la fuente. El rizado terminó mojado,
con una cámara inservible y un chichón del tamaño de una naranja en la frente.
Desde ese día comenzó a usar bandanas para cubrir la herida y después
simplemente por gusto.
-Comenzamos
mal… y solo hemos empeorado.
-¿Por
qué sigues hablando en plural? – Ashton frunció el ceño - ¿Crees que yo quise
que me empujarás a la fuente o que me bañaras de pintura?
-De
acuerdo, fui yo… - reconoció – pero no todo fue mi culpa, ¿a quién se le ocurre
tomarle fotos a algo que chorrea agua?
-Clifford
comenzaste bien – advirtió.
-De
acuerdo – se quedó en silencio.
-Lamento
haberte gritado allá fuera – se disculpó el rizado – es solo que… - se quedó en
silencio, no tenía la suficiente confianza como para decirle lo que realmente
le tenía mal.
Michael
observó al rizado de soslayo y fue ahí cuando se dio cuenta de algo.
-Thomas,
es él, ¿cierto?
-¿Qué
cosa? – el rizado frunció el ceño.
-No
debería hacerte esas cosas, son hermanos después de todo.
Ashton
se encogió de hombros. Los parpados se le hacían cada vez más pesados. Bostezó
perezosamente. Michael hizo lo mismo.
[…]
Cuando
Michael abrió los ojos se dio cuenta de un par de cosas. La primera que no
estaba en su habitación y la segunda, estaba recostado en el cuerpo de Ashton.
Se levantó rápidamente. Miró hacia todos lados para saber si alguien había
visto algo pero al parecer aun no abrían la biblioteca. El teñido se acuclilló
frente a Ashton, quien aún continuaba durmiendo. Un par de rizos le cubrían
parte de su rostro.
-No
estás pensando en pintarme la cara, ¿verdad?
La
pregunta lo tomó desprevenido. Michael cayó de espaldas. El rizado soltó una
sonrisa al ver al teñido en el suelo.
-¡Casi
me matas de un paro cardiaco! – el ojiverde mantenía la mano fija en su pecho,
a la altura del corazón.
Ashton
reía, sus hoyuelos resaltando más de lo normal.
[…]
Ashton
entró a su habitación. Miró hacia sus cosas, algunas estaban en el suelo otras
desordenadas. Suspiró largamente. Debía de hablar con Thomas antes que las
cosas se salieran más de control. Comenzó a ordenar un poco, estaba por dormir
un rato cuando escuchó un ruido detrás de la puerta. Frunció el ceño, se acercó
silenciosamente y sin pensarlo realmente, abrió la puerta encontrándose con
Michael Clifford.
-Eh…
Ashton
lo miró fijamente. Michael tenía un golpe en la mejilla, luego bajó su mirada
hacia el suelo y vio una mochila, volvió a mirar a Michael, quien parecía estar
confundido. No se esperaba que Ashton abriera la puerta justo en esos momentos.
El
rizado estaba por preguntarle algo, pero Michael no esperó. Corrió, dejando a
Ashton mas confundido.
-¡Olvidaste
tu mochila! – gritó, pero el teñido hizo caso omiso. El rizado rodó los ojos –
Definitivamente no lo…
Algo
llamó su atención, una prenda bastante conocida sobresalía de la mochila.
Ashton la sacó y la reconoció enseguida. Era suya. En realidad toda la ropa que
estaba dentro de la mochila era suya. La misma ropa que Thomas le había
escondido la primera vez.
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