SOLO UN DIA
Capitulo III. “Solo un día”
No fui el único que cambió ese último año. Draco solía estar más ausente de lo que –alcancé a percatarme– estuvo el año pasado. Blaise y Pansy se alejaron, prefirieron guardar distancia con los que teníamos trato directo con el señor oscuro. Daphne pareció encontrar una nueva obsesión – nunca me di cuenta cuándo dejó de acosarme como psicópata–. Los slytherin no fuimos los únicos que cambiamos, en las demás casas también hubo cambios y bajas. La mayoría de los alumnos –hijos de muggles – no regresaron a estudiar. Ella no era hija de muggles. Y sin embargo; no regresó. ¿Por qué no lo hizo?, ¿En dónde estaba ahora?, ¿Con quién? ¿Quién alimentaría a los Thestrals?
“Solo un día” – me decía, pedía – “Solo un día, vuelve a mí solo un día”. Necesitaba su presencia para sentirme vivo, quería envolverme en esos ojos azulados para sentirme humano, extrañaba su mirada distraída. La extrañaba a ella. La quería a ella.
Pasaron días, semanas, meses. Sentí pánico. Miedo de no volver a verla jamás, de no escuchar su voz, de no sentir su suave e instantáneo apretón, de no oler su aroma a tuti-fruti, de empaparme en su mirada. Pánico de que algo malo le hubiera ocurrido.
Las noches fueron demasiado silenciosas, me quedaba despierto hasta altas horas de la madrugada solo pensando en ella. Soñando en su mirar.
“Solo un día” – volví a pedir esa noche – “Vuelve a mí solo un día”.
Mis ruegos fueron escuchados. No fue el encuentro que esperaba ni el que imaginé noche tras noche. Pero sucedió y cuando no lo esperaba.
La guerra estalló. Los slytherin fuimos evacuados, estúpidamente me quedé porque en un segundo de indecisión fui arrastrado por Blaise al lado contrario de la evacuación con la excusa que faltaba Draco entre nosotros. Yo por supuesto, sabía en dónde estaba el rubio, más o menos tenía una idea en dónde podría estar. En fin, sino fuera por eso, no la hubiera visto.
Blaise y yo nos separamos a causa de un grupito de alumnos de grados inferiores en su desesperación de evacuar cuanto antes el castillo. Al no ubicar a Blaise fui en su búsqueda, con suerte él habría llegado a los pasillos siguientes. En cuanto di la vuelta me di de lleno con alguien… caí.
-¡Theodore!
Esa voz…
Fue como volver al principio, retroceder a ese tiempo en dónde ella me miró por primera vez. Me ayudó a levantarme, sin despegar esos ojos azulados de los míos.
Mis reacciones se multiplicaron al cien. Con el solo contacto de ella sentí desfallecerme, con su mirada sentí que caminaba entre las nubes.
-Estas a salvo – murmuré, aliviado, sin soltarle la mano. Ella me sonrió. La sonrisa más hermosa que vi jamás.
-¡Vamos, Luna! – Potter, el idiota de Potter se la llevó y yo me quedé ahí con la mano estirada siendo testigo cómo me arrebataban a mi razón de existir.
Tal vez me desconecté un segundo porque después de que ella desapareciera de mi campo visual algo dio contra mí – un hechizo, probablemente – y caí inconsciente. Cuando desperté, Azkaban me dio la bienvenida.
Un año estuve encerrado en la prisión mágica. Tiempo que me vi envuelto en interrogatorios, juicios, despedidas y bienvenidas a mis compañeros de celda, sin ella. Y todo porque ya tenía antecedentes, porque mi padre fue uno de los partidarios de Voldemort.
Cuando al fin se comprobó mi inocencia, estuve libre. Me mantuve en un perfil bajo y me dedique a olvidarla. Ella nunca sería mía. Jamás estaría a mi lado. Ella pertenecería a alguien más. Se merecíaa alguien mejor.
Volví a soñar con esos ojos azulados muchas veces. En momentos añoré su presencia, llegué a sentirme melancólico cada vez que veía a la Luna. Era increíble lo que ella pudo lograr en mí con solo mirarme un par de veces. Me llegué a sentir como un verdadero estúpido por mi comportamiento tan infantil a mis diecinueve años. ¿Cómo era posible que la extrañara?
“¿Cómo se cura el extrañar a alguien?”
“Viendo a la persona” – la voz de ella llegó hasta a mi mente, recordándome ese momento intimo que compartimos cuando se cumplía el 12° aniversario de la muerte de mi madre.
“¿Y si uno nunca lo vuelve a ver?” interrogué, viendo fijamente hacia el frente.
“El sentimiento se convierte en recuerdo” afirmó.
Luna lo sabía porque ella también pasó por algo parecido. Su madre murió a causa de un hechizo mal realizado cuando ella era muy pequeña.
Esa era mi respuesta. A Luna la recordaría para siempre.
Un mes ha transcurrido desde mi salida de Azkaban. Un mes. Tengo la sensación de que algo va a suceder. Sacudo la cabeza para olvidarme de ese pensamiento. Hoy estoy más nervioso que nunca, incluso tuve la extraña sensación que alguien me estaba siguiendo. Y segundos atrás me pareció verla en una esquina y eso me alteró en demasía, tal vez por eso comencé a recordarla y narrar mi patética vida de los últimos tres años. Lo extraordinario – o lo más sorprendente de todo – es que al parecer “verla” en esa esquina es como si volviera nuevamente a ese momento en que me miró fijamente por primera vez.
-Estoy enloqueciendo – murmuro. Giro a la izquierda y me detengo en seco, petrificado.
Debo de estar más al pendiente cada vez que doy vuelta en una esquina. ¡¿Qué demonios estoy pensando?!
¡Aquí frente a mi está ella!
-Luna…
Y ella me mira directamente con esos hermosos ojos azules.
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