miércoles, 22 de mayo de 2019

Capítulo 3. Eres irritante, me molesta tu sola presencia

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Capítulo 3.  

Eres irritante, me molesta tu sola presencia


Cuando Federico despertó Manuel  no estaba en la habitación, no estaba seguro siquiera si el muchacho había ido a dormir. Se había quedado despierto hasta muy altas horas de la madrugada y cuando por fin pudo dormir Manuel no llegaba.
No le dio importancia, total Meño era demasiado mayorcito para cuidarse solo y saber las consecuencias que le traería si lo descubrieran fuera de su habitación a altas horas de la madrugada. Se dirigió hacia la cafetería, aún le quedaban un par de minutos para darse un buen desayuno.

[…]

Manuel  tenía su frente descansando en la mesa mientras Carlos y un muchacho de cabellera rubia desayunaban tranquilamente.
-¿Aún con resaca? Creí que eso ya no te daba – se burló el rubio.
-Cállate, Lucas – gruñó Meño. El aludido sonrió.
-Eso te pasa por no invitarme a tus fiestas VIP – comió un gran pedazo de fruta picada.
-No abriste la puerta – se defendió Carlos.
-Mejor dicho, no me abrieron la puerta – se quejó – soy la única persona que no es invitada a una fiesta VIP y que esta fiesta es hecha en su propia habitación.
Manuel sonrió burlonamente.
-¿Ya te siente mejor? – esta vez se preocupó Carlos, al ver a su amigo tan pálido. Manuel lo fulminó con la mirada.
-Por cierto, Inés se ha inscrito a este colegio, así que es probable que lo vuelvan a ver.
-¿Quién? – preguntaron al unísono. Lucas rodó los ojos.
-En serio, deberían dejar de beber en exceso, tienen 17 años y ya tienen serios problemas de memoria.
-18 – corrigió Manuel.
-Da lo mismo los años que tengas, el resultado es el mismo. Pérdida de memoria.
-¿Quién demonios es ese Inés, de todos modos? – Manuel se sacudió la cabeza, lo que fue mala idea porque se mareó más y sentía a su estómago subir lentamente por su garganta.
-Él – Lucas sonrió complacido al ver al aludido acercarse lentamente – Ey, Federico, por aquí… - le hizo señas con la manos.
Manuel reaccionó inmediatamente al nombre de Federico dirigió su mirada hacia donde Lucas veía y efectivamente, el castaño se acercaba a ellos con una charola de comida en manos. Odiaba al muchacho. ¿Cómo podía vivir tranquilamente diciéndole a todo el mundo que era gay? ¿Acaso no tenía decencia? ¿Dignidad? ¿Acaso no veía lo raro, extraño, anormal que era?
-Hola… - saludó Federico con una sonrisa.
Y entonces, sucedió lo inevitable. A Manuel se le revolvió más el estómago.
-Demonios – gruñó, levantándose bruscamente. Se aseguró que el recién llegado escuchara lo que diría a continuación: – debo vomitar – se encaminó a grandes zancadas hacia la salida, dejando a Federico desconcertado.
En cambio Lucas y Carlos rompieron a carcajadas.
-Resaca – soltó el rubio de ojos claros. Federico no comprendió.
-Soy Carlos, mucho gusto – saludó el muchacho una vez dejando de reír.
-Federico – se presentó el castaño.
-¿En serio, Carlos? – Rodó los ojos Lucas – Inés, discúlpale su mala memoria, no te recuerda de la fiesta.
-¿Fiesta?
-Tampoco Manuel – musitó – somos compañeros de habitación.
-¿Por qué tienes nombre de niña?
Lucas pateó discretamente a su amigo por debajo de la mesa.
-Bueno… es una larga historia – respondió el castaño.
-Recién comienza el descanso – Carlos se encogió de hombros.
Inés sonrío.




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