sábado, 22 de septiembre de 2012

Capitulo Siete: Perseguidos.

Los cinco elementos.



Capitulo Siete:

Perseguidos.




Hermione se había aparecido en el callejón donde había sido el ataque con la intensión de encontrarse con Harry y Ron, pues lo más probable es que ambos aún estuvieran ahí y no se equivocó, a lo lejos vio cómo el equipo de aurores, que era dirigido por Harry, en esos momentos se estaba yendo dejando al equipo de guardia y a sus dos amigos.
La castaña suspiró largamente, tenía que escoger bien sus palabras para decirles todo a sus amigos.
-¡Hermione! – gritaron ambos chicos al verla frente a ellos.
-¿Estás bien? ¿Cómo escapaste del hurón?
-¿Y el niño?
La bombardearon de preguntas, que sinceramente ella no quería y ni esperaba escuchar y mucho menos contestar, tanto ajetreo en toda el día fue demasiado para ella.
-Estoy bien – fue su respuesta cansina, que obviamente no tranquilizó a sus amigos.
-¿Qué te hizo Malfoy, Hermione? – Le preguntó Harry, preocupado – sabemos que él te secuestró, nos lo dijo el dueño del  pub, y ¿qué pasó con el niño? No me digas que Malfoy lo mató, o ¿todavía lo tiene retenido?
-Pero dinos, ¿cómo fue que escapaste, lo desarmaste, lo ‘cruciaste’? ¿Qué te pasó en el brazo? – le preguntó el pelirrojo,  señalándole una pequeña hendidura en su túnica, del brazo izquierdo.
-¡Ya basta! ¿Podrían dejar de acusar a Malfoy de tantas tonterías? Estoy bien ¿Qué no ven? Y en cuanto al niño también está bien, deberían estar buscando a los otros mortífagos que son los más peligrosos, no a Malfoy.
-¿Por qué lo defiendes Hermione?
-¿Saben, qué? Estoy muy, muy cansada, me voy a mi departamento, pero mañana a primera hora quiero hablar con ustedes, ¡¿entendido?! – Hizo una pausa y después de unos momentos agregó – Prometo decirles todo.
-Pero…
-¡A primera hora Ronald Weasley! Ahora solo busquen a esos malditos mortífagos que para eso les pagan ¿no? – y sin más que decir, Hermione se encaminó a su departamento.
-¡Cielos! Ya casi extraño a Terry Boot – dejó salir el chico de lentes - ¿Por qué demonios se fue a esa misión secreta? Él es el único que puede calmarla en estas circunstancias, por suerte llega la próxima semana y… ¿Qué demonios te ocurre a ti Ron?
-Harry, creo que Hermione tiene el ‘Síndrome de Estocolmo’.
-¿Qué? – preguntó con incredulidad el ojiverde.
-Ya sabes ese que nos contó Neville una vez, donde dice que la chica se enamora del chico malo o algo así – se explicaba el Weasley.
-Ron – dijo sonriendo Harry – Hermione nos dijo que Malfoy no tenía nada que ver.
-Porque se enamoró de él, seguro que las pocas horas que estuvo con él fueran las suficientes para…
-Ron, estás viendo cosas donde no son, además Hermione se casa con Terry dentro de dos meses ¿no lo recuerdas?
-Bien, conste que te lo advertí.
-Claro, aunque sí la note extraña, quizás…
-El Síndro…
-No, hay algo más, pero ya mañana lo sabremos, nos dijo que a primera hora en su departamento.
-¿Por qué demonios le gusta madrugar?
-Vamos Ron, hay mucho qué hacer aquí.
Claro que el-chico-que-vivió no se quedaría tan tranquilo, su amiga algo ocultaba por supuesto que sí, pero ¿qué era? En realidad había escapado de  Malfoy? O ¿aún seguía amenazada por el hurón  y todo lo había fingido frente a ellos? Tenía que averiguarlo.
-Terminemos temprano, quizás podemos alcanzarla más tarde.
-Bien – respondió Ron aliviado y esperanzado para no madrugar.

*****

-Gracias Granger – le dijo Malfoy  – por todo…
Pero cuando subió la mirada, la chica ya no estaba. En cambio estaban tres Mortífagos que lo miraban maliciosamente.
-Te dije que nos volveríamos a ver Malfoy.
Draco alzó su varita dispuesto a atacar, pero todo pasó muy rápido…
-¡Expelliarmus!
Accio Scorpius!
Protego!
Crucio!
Un sin fin de hechizos se escucharon en todo el lugar, Draco quedó un poco aturdido después de la gran caída que tuvo al ser expulsado por unos de los hechizos. Estaba boca-abajo, con las pocas fuerzas que ya tenía se dispuso a levantar, pero un dolor insoportable recorrió todo su cuerpo y lo hizo caer nuevamente, lo conocía perfectamente, era un‘Crucio’ lanzado sin piedad, a los lejos escuchaba voces como:
-Vamos traidor suplica que pare.
-Grita ¡maldito traidor! ¡Vamos!
El rubio soportaba la maldición, no gritaba y no gritaría, no por no hacerles caso si no porque escuchaba perfectamente cómo su hijo lo llamaba desesperadamente, esos malditos lo estaban torturando delante de él. El dolor cedió y quiso aprovechar para respirar hondamente, pero un segundo ‘crucio’ más potente que el primero cayó sobre él nuevamente y esta vez no pudo reprimir sus gritos.
Papi! –  escuchó gritar a Scorpius y enseguida el dolor volvió a ceder, sintió cómo una energía invadía el lugar, entre abrió los ojos pero una luz brillante le cegó por unos momentos.
Como pudo se medio incorporó, quedando a gatas, la verdad es que estaba demasiado cansado, ni siquiera trató de simular los jadeos, su cuerpo temblaba perceptiblemente por consecuencia de los cruciosrecién lanzados, pero aún así se quedó a esperar la ayuda.
-¿Granger…?
Murmuró, pero apenas y se podía escuchar, se quedó quieto esperando sentir una mano solidaria sobre su hombro y unas palabras como ‘ya están a salvo’ y se avergonzó por su pensamiento tan infantil, pero tenía que reconocer que el asunto de los mortífagos se le estaba saliendo de las manos, no podía proteger a su hijo y eso también era algo que lo frustraba, necesitaba ayuda  y esa ayuda parecía que esta vez no llegaría, lo comprendió cuando esa mano que quería sentir sobre su hombro no llegó.
Si no había sido Granger, ¿entonces quién  lo había ayudado?
Jadeante aún, giró su rostro con dificultad y observó cómo su hijo luchaba por quitarse de encima el brazo del mortífago que lo había capturado minutos atrás. Draco frunció el ceño desconcertado, los tres mortífagos estaban tirados en el suelo, inconscientes y no había nadie más en el Refugio.
“¿Scorpius?”– Se preguntó internamente. ¿A caso su hijo fue el que había hecho aparecer esa luz cegadora y había emanado esa energía?
Desvió su vista hasta donde estaba su hijo, el cual ya se había librado del agarre del mortífago y se levantaba para ir con él, pero al dar dos pasos se tropezó… o eso le pareció al ex Slytherin, pero luego se percató que su hijo también parecía estar cansado, respiraba trabajosamente, como si acabara de llegar de una gran carrera. Lo vio gatear hasta llegar con él.
-Papi… - le llamó con ojitos tristes al llegar hasta su lado y luego lo abrazó.
-Gracias Scorpius.
Draco lo acogió en sus brazos cariñosamente.
Uno de los mortífagos parecía ya estarse  reponiéndose del  ataque, lo cual inquietó a ambos rubios y una vez más Draco reunió toda la poca energía que tenía para hacer su último movimiento y vaya que iba a ser el último, necesitaría descansar mínimo cuatro horas para poder hacer otro hechizo, así que respiró con dificultad y cerrando los ojos fuertemente se desapareció.

*****

-Tengo que ir Luna, el viento… - se excusaba el chico Nott.
-Está bien – le recomendó una chica rubia, de ojos saltarines – pero ten cuidado, esos mortífagos no andan con consideraciones.
-Lo sé, te veo al rato – el chico de ojos azules se despidió de su novia con un beso en la frente.

En cuanto piso tierra firme frente al Refugio supo que algo andaba mal, la puerta estaba abierta y se escuchaban voces.
-Yo no sé tú Rowle, pero en cuanto a mí, ya no quiero más ‘crucios’ – escuchó vociferar a Morseferth.
-¿Y crees que yo sí? – Ahora reclamaba Rowle – yo solo digo que si no encontramos nada, el lord nos cruciaráhasta el coma.
-Por suerte nos necesita para el hechizo, así que del Avada estamos a salvo – tranquilizaba Morseferth – pero mi cuerpo no resistirá más crucios, así que busca algo para dar con el maldito traidor.
-Que tal sí… le llevamos alguien – Theo escuchó una voz a sus espaldas y apenas tuvo tiempo de volverse, puesto que un ‘Desmaius’ lo hizo caer inconsciente al instante.
-Al menos ya sabemos quién recibirá nuestros crucios – dijo aliviado Rowle mientras tocaba con su pie el brazo del chico ojiazul  – pero eso no garantiza el de los demás días.
-No, pero éste nos dirá dónde encontrar al traidor – dijo malicioso Morseferth – llevémoslo con el Señor Oscuro.

*****

Con un ¡puf! Draco apareció en un callejón, solo estuvo levantado unas milésimas de segundos, cuando cayó sentado en el piso. Cerró los ojos y trató de regular su respiración agitada.
-¿Papi? – preguntó alarmado el pequeño Scorpius  al ver a su papá de esa manera.
Draco iba a responderle que estaba ‘bien’, pero de su boca no salió respuesta alguna, entonces sintió cómo su hijo se acercaba a él en un abrazo, mientras que una de sus manitas se posaba en su pecho a la altura de su corazón, inmediatamente Draco sintió una gran paz y a la vez sentía que recuperaba lentamente  sus fuerzas.
-Ya estoy bien Scorpius, gracias – le dijo Draco a su hijo cuando sintió que al menos tenía fuerzas para caminar un rato, mientras lo separaba lentamente de él y le daba un beso en la frente – fuiste muy valiente – le felicitó mientras le brindaba una sonrisa tranquilizadora, a la cual el pequeño le respondió con otra, cambiando su semblante preocupado y triste por uno más contento y relajado.
Draco se incorporó y se asomó por el callejón, se había aparecido en un callejón cerca de donde había sido el ataque y pudo ver a lo lejos a Hermione que al parecer estaba discutiendo con sus amigos, Harry y Ron, el rubio se mordió el labio inferior en son de duda, ¿Por qué peleaban esos tres? ¿Granger ya le habría dicho algo a Potter y por eso era la discusión? Estuvo tentado a acercarse a ellos pero mejor decidió esperar a que estuviera sola la chica, pues sinceramente ni siquiera tendría tiempo de decir una silaba antes de que aquellos impulsivos ex Gryffindors lo atacaran.
Vio cómo Hermione se alejaba de aquellos dos, se lo pensó muchas veces antes de salir del callejón y seguirla sin que lo vieran Potter y Weasley y la misma Granger.
Ya llevaban un rato caminando y eso le alegró a Malfoy, puesto que si a Granger se le ocurría ‘aparecerse’ en su casa, él no podría seguirla. La verdad no entendía por qué demonios no le decía en esos momentos a la chica que ya requería de su ayuda y no hasta el día siguiente… bueno la verdad si lo sabía: estúpido orgullo.

En cambio, Hermione había decidido irse caminando hasta su departamento para analizar toda la información. Y aquí entre nos, para preparar el discurso que le daría a sus amigos, para que la acompañaran hasta donde Malfoy sin que ellos supieran que irían con él.
Y sin percatarse aún que a solo unos cuantos metros atrás Draco Malfoy la seguía.

*****

Scorpius dormía, se había acurrucado en los brazos de su padre para buscar  más calor, pues la brisa fresca de la noche le hacía tiritar del frío, Draco alzó su varita con la intensión de hacer aparecer un manta, pero en esos momentos  escuchó una voz amenazante, y muy familiar, a sus espaldas.
-¿Qué piensas hacer, Malfoy?
El rubio paró en seco, aún con la varita en alto.
-¿Potter? – preguntó dándose la vuelta. Ni siquiera se había percatado que lo seguían. ¿Tan débil se había vuelto en esos días?
Expelliarmus! – gritó esta vez Ron, haciendo que la varita de Draco se escapara de sus manos.
-Esta vez, no te escaparás – amenazó Harry, Draco solo lo miró pensando que quizás esta vez podrían ayudarlo, pero la forma en cómo lo miraba ese par le estaba haciendo pensar todo lo contrario.



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