NUEVES MESES
Capitulo Dieciséis.
Peleas
-Mike,
¿Qué demonios fue eso?
Calum
y Mike estaban en la biblioteca, tratando de hacer los trabajos finales.
-¿Qué
cosa? – el teñido alzó una ceja.
-Lo
de ayer, en clase de Cuidados Maternos y Ashton – aclaró.
El
ojiverde comenzó a rascarse el cuello distraídamente.
-Es
un Plan – confesó.
-¿El
cual consiste en hacer que Ashton te odie?
-Es
mejor eso a que Thomas lo siga molestando.
-Tu
plan apesta – afirmó - ¿te das cuenta que Ashton no solo es molestado por
Thomas sino que ahora también por ti?
-¿Qué?
– frunció el ceño.
-Esa
no es la solución y ya deja de rascarte, tu cuello esta rojo – Calum le quitó
la mano, frunció el ceño - ¿Qué tienes ahí?
-Alergia
– respondió rápidamente.
-No
se ve como una – Mike se encogió de hombros, restándole importancia.
-Tengo
que irme – anunció rápidamente el moreno en cuanto terminó de leer el mensaje
de texto que Allison le envió.
-¿Me
abandonas? – Mike hizo pucheros.
-Si
– sonrió de oreja a oreja. El teñido rodó los ojos
Después
de veinte minutos, Mike se dio por vencido. No podía concentrarse en el ensayo.
No cuando sentía demasiada culpa por haberse comportado muy mal con Ashton.
Suspiró largamente y decidió irse de la biblioteca.
-No
puedes seguir ignorándome – Mike se quedó helado al escuchar la voz de su amigo
atrás de él.
-No,
no lo hago – respondió sin voltearse.
-Te
creería, pero ni siquiera me estás viendo de frente – reclamó. Mike se mordió
el labio inferior. Se giró lentamente. Thomas estaba recargado de la pared del
pasillo de la biblioteca.
-Yo…
-Olvídalo
– Thomas metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón.
-¿Qué?
– Mike comenzó a rascarse nuevamente el cuello.
-Lo
que te dije… lo que hice ese día. Olvídalo – repitió.
-No
puedo hacerlo – agrandó los ojos.
-Quiero
a mi amigo de regreso.
-No
puedo… olvidarlo – murmuró, bajando la mirada – No puedo…
Mike
salió corriendo del pasillo.
[…]
Ashton
perdió la cuenta, ¿Cuántos ensayos tenía que hacer? Entre los que ya había
entregado y los que tenía por hacer y los que dejaron el día anterior, ya no
sabía. Ni siquiera estaba seguro que ese que estaba redactando en verdad lo
había pedido el profesor de la última clase, pero no quería arriesgarse.
Su
comida estaba a un lado, enfriándose. Había aprovechado esa hora para hacer las
dos cosas: comer y hacer el ensayo. Apenas había conseguido el libro así que
tenía que leerse veinte hojas y realizar un ensayo de mil palabras como mínimo.
Sería tan fácil copiar y pegar, pero el profesor era de la vieja escuela, lo
quería a pluma y papel. Ashton bufó. No esperen, él no fue.
-¿Podrías
callar a esa muñeca? – reclamó un chico de la mesa de al lado. Solo entonces
Ashton se dio cuenta que Grisel lloraba. Le puso el biberón en la boca para que
dejara de llorar.
El
rizado continuó redactando su ensayo.
[…]
Calum
le dio un manotazo a Mike cuando vio que estaba por rascarse el cuello.
-Ya
deja de hacer eso, te estás lastimando – regañó.
-Me
pica – se justificó el teñido. Calum rodó los ojos.
Calum
se dirigió hacia la señora de la cafetería para encargar su comida, Mike estaba
por hacer lo mismo pero un llanto bastante familiar le llamó la atención. Era
Grisel. Vio a Ashton, quien estaba enfrascado escribiendo algo. Sintió un
pinchazo en su interior, ¿estaría haciendo lo que se supone que haría el día
anterior y que él se negó a ayudar? Se
mordió el labio inferior.
No
lo pensó, solo lo hizo. Sus pies caminaron por si solos y para cuando se dio
cuenta, estaba frente a Ashton. Más o menos…
Ashton
escuchaba llorar a Grisel. Pero tenía una idea para el ensayo y si dejaba de
escribir se le olvidaría o tal vez no quedaría tal como quería. También podía
escuchar algunos reclamos acompañados con insultos hacia él del chico de la
mesa de a lado, pero también decidió ignorarlo.
El
rizado vio cómo una mano ajena se dirigía hacia
Grisel y antes siquiera de tocarla, Ashton sujetó con fuerza la mano del
intruso. Escuchó un quejido y entonces reconoció al dueño de la mano.
-Eh…
yo… - Mike no sabía cómo comenzar a disculparse. Sobre todo por la mirada
fulminante de Ashton, desvió la suya – yo… lo siento – murmuró tan bajo que
solo él se escuchó. Cuando se atrevió a mirar al rizado, agrandó los ojos.
Thomas
había aparecido atrás del rizado, le había vaciado sobre la cabeza, el líquido
amarillo que contenía un vaso.
-¡No!
– Ashton hizo lo posible para alejar las hojas que recién había escrito, pero fue
inútil. Todas se mojaron.
Ashton
se levantó rápidamente y al girarse descubrió a Thomas, quien le sonreía y le
mostraba el vaso vacío, descaradamente. Un calorcito invadió su interior, el
rizado se enojó tanto que incluso Thomas se sorprendió.
-¡Tú…!
¡Imbécil! – Ashton se fue sobre él, golpeándolo. Thomas se sorprendió tanto que
cayó al suelo.
El
de lentes también se enojó y le regresó el golpe al rizado. En cuestión de
segundos, ambos están dándose golpes a diestra y siniestra, Mike trataba de
separarlos sin éxito.
-¿Qué
está pasando aquí? – la voz del prefecto los hizo detenerse.
Ashton
soltó el cuello de Thomas, el de lentes dejó suspendido en el aire el puño que
iba directo a la mejilla del rizado y Mike dejó de tratar de alejar a Thomas de
Ashton.
-Él
comenzó – Thomas señaló a Ashton, quien estaba bajo su regazo. El rizado rodó
los ojos.
-Los
tres – señaló a Thomas, Ashton y a Mike – a la dirección.
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