viernes, 22 de abril de 2016

Capitulo Dieciséis. Peleas

NUEVES MESES


Capitulo Dieciséis. 

Peleas  



-Mike, ¿Qué demonios fue eso?
Calum y Mike estaban en la biblioteca, tratando de hacer los trabajos finales.
-¿Qué cosa? – el teñido alzó una ceja.
-Lo de ayer, en clase de Cuidados Maternos y Ashton – aclaró.
El ojiverde comenzó a rascarse el cuello distraídamente.
-Es un Plan – confesó.
-¿El cual consiste en hacer que Ashton te odie?
-Es mejor eso a que Thomas lo siga molestando.
-Tu plan apesta – afirmó - ¿te das cuenta que Ashton no solo es molestado por Thomas sino que ahora también por ti?
-¿Qué? – frunció el ceño.
-Esa no es la solución y ya deja de rascarte, tu cuello esta rojo – Calum le quitó la mano, frunció el ceño - ¿Qué tienes ahí?
-Alergia – respondió rápidamente.
-No se ve como una – Mike se encogió de hombros, restándole importancia.
-Tengo que irme – anunció rápidamente el moreno en cuanto terminó de leer el mensaje de texto que Allison le envió.
-¿Me abandonas? – Mike hizo pucheros.
-Si – sonrió de oreja a oreja. El teñido rodó los ojos
Después de veinte minutos, Mike se dio por vencido. No podía concentrarse en el ensayo. No cuando sentía demasiada culpa por haberse comportado muy mal con Ashton. Suspiró largamente y decidió irse de la biblioteca.
-No puedes seguir ignorándome – Mike se quedó helado al escuchar la voz de su amigo atrás de él.
-No, no lo hago – respondió sin voltearse.
-Te creería, pero ni siquiera me estás viendo de frente – reclamó. Mike se mordió el labio inferior. Se giró lentamente. Thomas estaba recargado de la pared del pasillo de la biblioteca.
-Yo…
-Olvídalo – Thomas metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón.
-¿Qué? – Mike comenzó a rascarse nuevamente el cuello.
-Lo que te dije… lo que hice ese día. Olvídalo – repitió.
-No puedo hacerlo – agrandó los ojos.
-Quiero a mi amigo de regreso.
-No puedo… olvidarlo – murmuró, bajando la mirada – No puedo…
Mike salió corriendo del pasillo.

[…]

Ashton perdió la cuenta, ¿Cuántos ensayos tenía que hacer? Entre los que ya había entregado y los que tenía por hacer y los que dejaron el día anterior, ya no sabía. Ni siquiera estaba seguro que ese que estaba redactando en verdad lo había pedido el profesor de la última clase, pero no quería arriesgarse.
Su comida estaba a un lado, enfriándose. Había aprovechado esa hora para hacer las dos cosas: comer y hacer el ensayo. Apenas había conseguido el libro así que tenía que leerse veinte hojas y realizar un ensayo de mil palabras como mínimo. Sería tan fácil copiar y pegar, pero el profesor era de la vieja escuela, lo quería a pluma y papel. Ashton bufó. No esperen, él no fue.
-¿Podrías callar a esa muñeca? – reclamó un chico de la mesa de al lado. Solo entonces Ashton se dio cuenta que Grisel lloraba. Le puso el biberón en la boca para que dejara de llorar.
El rizado continuó redactando su ensayo.

[…]

Calum le dio un manotazo a Mike cuando vio que estaba por rascarse el cuello.
-Ya deja de hacer eso, te estás lastimando – regañó.
-Me pica – se justificó el teñido. Calum rodó los ojos.
Calum se dirigió hacia la señora de la cafetería para encargar su comida, Mike estaba por hacer lo mismo pero un llanto bastante familiar le llamó la atención. Era Grisel. Vio a Ashton, quien estaba enfrascado escribiendo algo. Sintió un pinchazo en su interior, ¿estaría haciendo lo que se supone que haría el día anterior y que él se negó a ayudar?  Se mordió el labio inferior.
No lo pensó, solo lo hizo. Sus pies caminaron por si solos y para cuando se dio cuenta, estaba frente a Ashton. Más o menos…
Ashton escuchaba llorar a Grisel. Pero tenía una idea para el ensayo y si dejaba de escribir se le olvidaría o tal vez no quedaría tal como quería. También podía escuchar algunos reclamos acompañados con insultos hacia él del chico de la mesa de a lado, pero también decidió ignorarlo.
El rizado vio cómo una mano ajena se dirigía hacia  Grisel y antes siquiera de tocarla, Ashton sujetó con fuerza la mano del intruso. Escuchó un quejido y entonces reconoció al dueño de la mano.
-Eh… yo… - Mike no sabía cómo comenzar a disculparse. Sobre todo por la mirada fulminante de Ashton, desvió la suya – yo… lo siento – murmuró tan bajo que solo él se escuchó. Cuando se atrevió a mirar al rizado, agrandó los ojos.
Thomas había aparecido atrás del rizado, le había vaciado sobre la cabeza, el líquido amarillo que contenía un vaso.
-¡No! – Ashton hizo lo posible para alejar las hojas que recién había escrito, pero fue inútil. Todas se mojaron.
Ashton se levantó rápidamente y al girarse descubrió a Thomas, quien le sonreía y le mostraba el vaso vacío, descaradamente. Un calorcito invadió su interior, el rizado se enojó tanto que incluso Thomas se sorprendió.
-¡Tú…! ¡Imbécil! – Ashton se fue sobre él, golpeándolo. Thomas se sorprendió tanto que cayó al suelo.
El de lentes también se enojó y le regresó el golpe al rizado. En cuestión de segundos, ambos están dándose golpes a diestra y siniestra, Mike trataba de separarlos sin éxito.
-¿Qué está pasando aquí? – la voz del prefecto los hizo detenerse.
Ashton soltó el cuello de Thomas, el de lentes dejó suspendido en el aire el puño que iba directo a la mejilla del rizado y Mike dejó de tratar de alejar a Thomas de Ashton.
-Él comenzó – Thomas señaló a Ashton, quien estaba bajo su regazo. El rizado rodó los ojos.
-Los tres – señaló a Thomas, Ashton y a Mike – a la dirección.



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